Joana Campos.- El aborto selectivo por sexo en India revela una tragedia que pone al descubierto la hipocresía del feminismo que tanto dice «defender» a las mujeres.

Aproximadamente 46 millones de niñas han sido abortadas en India en los últimos 50 años únicamente porque eran del sexo femenino, este terrible fenómeno es impulsado por temas culturales en donde las familias prefieren a los hijos varones.

En las costumbres matrimoniales relegan a las mujeres a un rol inferior, haciendo que el costo de criar una niña sea visto como una obligación indeseada. Esto lleva a abortos forzados, donde las madres son presionadas por esposos y suegros.

Aquí en la India la violencia comienza en el vientre materno, las familias ven a las hijas como una carga económica debido a tradiciones como la dote y la herencia masculina.

Este genocidio silencioso no solo acaba con millones de vidas inocentes, es algo que las feministas progresistas prefieren ignorar por completo. Mientras gritan defendiendo el aborto sin límites en Occidente como «derecho absoluto», guardan silencio ante el exterminio de niñas no nacidas en países donde realmente necesitan ser defendidas.

Un caso impactante es el de una mujer de 40 años en Mumbai, obligada a abortar ocho fetos femeninos en un año. Otra, Laali de 25 años, relató su angustia tras dos abortos forzados, culpada por dar a luz a hijas y amenazada con ser reemplazada si no produce un varón.

Estas tristes historias destacan cómo el aborto selectivo no es una «elección libre», sino una violencia normalizada contra mujeres y niñas.

A pesar de la prohibición legal en India desde 1994 de pruebas prenatales para determinar el sexo del feto, la práctica persiste en clínicas privadas ilegales.

Los datos demográficos lo confirman, en 2016 la proporción era de 89 niñas por cada 100 niños, y aunque ha mejorado a 928 niñas por 1000 niños en 2023 según el informe de estadísticas vitales, aún está por debajo del nivel natural de 950.

En regiones como Uttarkashi en 2019, no nacieron niñas en tres meses, con 216 nacimientos solo de niños, sospechando abortos selectivos.

Este problema no es exclusivo de India, también en China, las políticas de control poblacional han agravado el desequilibrio, dejando a millones de hombres sin parejas.

Sin embargo, organizaciones feministas internacionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas condenan el aborto selectivo en documentos, pero no actúan para detenerlo, priorizando el acceso irrestricto al aborto.

Es ilógico y profundamente hipócrita que el feminismo moderno, dominado por corrientes progresistas, promueva el aborto como un «derecho inalienable» en Occidente, celebrándolo como «empoderamiento femenino», mientras ignora por completo el genocidio selectivo de niñas en países como India y China, donde millones son asesinadas en el vientre materno solo por su sexo.

Si el feminismo se presenta como defensor de las mujeres, ¿por qué no alza la voz? Esta contradicción revela que, para muchas feministas de izquierda, el «derecho a elegir» es selectivo y conveniente, dejando desamparadas a las víctimas reales de la misoginia cultural.