AD.- El alcalde de Málaga es un octogenario populista y desvergonzado que ha pasado de ser el último presidente franquista de la Diputación a encabezar ridícula y patéticamente, la marcha del Orgullo Gay en la capital malacitana.

Sorprende la falta de escrúpulos de este anciano, de permanente falsa sonrisa, al que le basta algunos gestos efectistas, como llenar calle Larios de luciérnagas navideñas, para que la población se entregue arrobada a sus designios como primer edil, como los indios americanos rendían el oro a los conquistadores españoles a cambio de cuatro bagatelas, . A muchos les ha sorprendido la imagen jacarandosa de Francisco de la Torre posando junto a una drag queen en el Orgullo. Conociendo su trayectoria populista, no debería resultar desconcertante. Sí debería inquietar a sus votantes católicos que el  alcalde de Málaga, en el cenit de su existencia biológica, prefiera tales cosas a estar a bien con Dios y su conciencia

Es sabido que, aunque votado por muchos, Francisco de la Torre gobierna solo para unos pocos. Entre esos pocos, Tita Cervera y Antonio Banderas se llevan la palma. El regidor ha remozado a fondo las calles donde el actor tiene su teatro y algunos negocios hosteleros. Los barrios, en cambio, los tiene hechos un asco, hasta el punto de que Málaga puede presumir de tener el dudoso privilegio de ser la ciudad más sucia de España. Hay barrios con la misma densidad de población que Toledo y que carecen de un solo árbol. Porque a Francisco de la Torre lo que le pone es entregar el centro de la ciudad a manos extranjeras e impulsar proyectos megalómanos de escasa o nula rentabilidad social. Su suerte es la de tener como oposición a los más tontos e inútiles de cada casa. Las inversiones públicas del Ayuntamiento de Málaga se centran casi exclusivamente en la plaza la Merced, cuna de Picasso y actual refugio de restaurantes de medio pelo, frente a la Alcazaba y calle Cister, hasta el museo Picasso, sin olvidarnos de la sobrevalorada calle Larios, comprada por las sillitas de Semana Santa, el Muelle 1 y el paseo del parque. El resto, una escombrera.

Las ratas y cucarachas hacen su agosto en muchos barrios, desde el Perchel hasta el oeste de la ciudad, sin un plan de desinfección a fondo desde hace años.

Con Paco de la Torre algunos, muy pocos, se están poniendo las botas. Levanta torres donde le apetece y está vendiendo Málaga a un turismo sumergido de viviendas, muchas alquiladas por gente sin ningún arraigo en la otrora Ciudad del Paraíso.

Málaga es una viña sin amo. Cada vez más jóvenes viven en permanente consorcio con las drogas. Centenares de vecinos tienen que hallar acomodo en pueblos de la provincia ante el disparatado precio de los alquileres. Los manteros florecen como hongos. Los municipales sólo aparecen cuando hay que sancionar a un vecino por tener hel coche mal aparcado. El poco suelo disponible se destina a proyectos sin sustancia social y no a la construcción de viviendas de protección social, más necesarias en Málaga que en cualquier otra capital española.

En vez de apostar por una ciudad habitable, sostenible, donde la vida en el centro y en los barrios mejore para todos por igual, ha pregerido que unos buitres se alimenten a base de expulsar a malagueños del centro, empobreciendo cada vez más  a sus convecinos, a quienes no deja otra salida que servir cañas, hacer camas o emigrar. Algunos, solo unos pocos, cada vez menos, se sienten orgullosos con este modelo de gestión. Mal futuro para la ciudad por este camino.

Otras ciudades ya han tomado consciencia del problema, mientras Málaga sigue sin mirar de frente el grave desafío al que se enfrenta. Urbes como Barcelona ya comienzan a regular la hostelería, los pisos turísticos, el turismo en general. Es hora de poner orden, porque si no se pone orden, se matará la gallina de los huevos de oro, el turismo se cansará de la masificación, de los altos precios, como ya se quejan importantes tour operadores, y terminarán por elegir otros destinos menos masificados, económicos y sostenibles. Cuando el turismo nos abandone, ¿qué haremos con Málaga? La cuestión es que el pirómano no está facultado para ser el apagafuegos. De la Torre es ya parte del problema y no de la solución.

No podemos seguir así. Los malagueños comienzan a estar cansados de esta situación, de que especuladores de toda laya llamen a la puestas de sus casas para convertirlas en pisos turísticos y expulsarles de sus barrios. Ya está bien, ni uno más. No pueden expulsar a los malagueños de Málaga para que unos pocos se enriquezcan, mientras los ediles municipales se pavonean por las ferias de turismo presumiendo de una Málaga que no la real.

Los especuladores se irán, dejarán a Málaga empobrecida y abandonada y a los malagueños con una mano delante y otra detrás.

La salida a las calles el pasado sábado de miles de malagueños pidiendo el fin de Málaga como predio de buitres inmobiliarios marca el irreversible comienzo del ocaso político de Francisco de la Torre. Una retirada a tiempo le evitaría el ridículo que desbroza ya la figura política de Biden, otro anciano decrépito, para millones de norteamericanos.