Santiago Abascal, líder a nivel nacional de Vox.

Vicente Vallés.- La inteligencia de un dirigente político y la inteligencia colectiva de un partido se demuestran en su capacidad para entender cuál es su grado de utilidad para la causa que defiende.

En noviembre de 2019, Albert Rivera vio a su partido, Ciudadanos, pasar de ser una fuerza determinante a convertirse en un partido que servía, únicamente, para dividir el voto del centro derecha en beneficio de la izquierda y del independentismo. En consecuencia, Rivera dimitió. Aun así, el Ciudadanos restante necesitó despeñarse en varias elecciones autonómicas y municipales durante más de tres años hasta convencerse de que el partido útil que pareció ser tiempo atrás, se había transformado en un problema.

El pasado domingo, Vox aspiraba a ser partido de gobierno (cada cual sabrá los retos que decide ponerse a sí mismo). Venía de conseguir una vicepresidencia y varias consejerías en Castilla y León, donde su figura más rutilante es Juan García-Gallardo (ese es el nivel). Venía de colocar a otro vicepresidente y varios consejeros en la Comunidad Valenciana, donde puso como cabeza de lista a un condenado por violencia machista (ese es el nivel). Venía de arrancar al PP una consejería en el gobierno de Extremadura, para escarnio de la presidenta popular María Guardiola. Y venía de bloquear los gobiernos del PP en la Región de Murcia y en Aragón, en el empeño de Vox por imponer su presencia en esos ejecutivos autonómicos, a pesar de promover en su ideario que desaparezcan las comunidades autónomas.

Tanto ejercicio testosterónico ha derivado en una pérdida de 19 escaños en las elecciones generales, despeñándose desde los 52 a los 33, después de provocar, una vez más, la división del voto en la derecha. Porque los números son claros: PP y Vox han sumado este 23 de julio el 48% de los votos y 169 escaños. En las elecciones de 2011, el PP de Rajoy, sin ningún otro partido que compitiera en la derecha, obtuvo solo el 44,6% de los votos, pero alcanzó una sobrada mayoría absoluta de 186 diputados.

La pregunta es inevitable: ¿Vox es útil para la derecha o para la izquierda y los independentistas?