Paliativos Vs eutanasia
VC.- En la medicina, hasta mediados del pasado siglo XX, el dolor se trataba como un síntoma de la enfermedad principal.
Farmacológicamente había poco que ofrecer al paciente que padecía dolores intensos y terminales, excepto la dedicación del personal sanitario.
Podemos empezar a realizar la comparación entre cuidados paliativos y cuidados terminales ya pasada la primera mitad del siglo XX.
En la década de los 50, se empiezan a atacar los síntomas y las consecuencias: binomio enfermedad-dolor (causa-efecto).
Los éxitos incipientes en el tratamiento del dolor, como consecuencia derivada de la enfermedad producen excesivo entusiasmo (por la aparición de nuevos fármacos) pero la experiencia demuestra que falta base para dar por válidos los resultados, ya que éstos deben ser contrastados.
Se decide seguir la misma regla, empleada hasta entonces, pero adaptada a la nueva farmacopea, para manejo del dolor intratable.
Se establecen varias etapas:
1. Evaluación de los síntomas que molestan al paciente.
2. Tratamiento específico para evitar una situación general penosa en el paciente.
3. El alivio del dolor en sí, tratándolo de forma individualizada.
Hemos de tener en cuenta, desde el punto de vista de los cuidados paliativos y desde una perspectiva cristiana del mismo, que la muerte de cada persona es tan particular como la vida que cada uno ha tenido, teniendo que compatibilizar los elementos físicos, emocionales, sociales y espirituales del paciente para, que, llegado el caso, evitarle la ansiedad, la posible depresión y el miedo.
4. Es importantísimo, tener en cuenta en estas situaciones, la preocupación que muchas veces el paciente siente por lo que va a pasar con su familia, es decir lo que va a pasar después -tras su fallecimiento-, o lo que es lo mismo preocupación por el duelo que la familia va a tener y va tener que pasar.
El apoyo, antes y después de la muerte del paciente, a la familia cuando ésta ha sido la cuidadora principal es fundamental. Hay que tener mucho cuidado con estas situaciones, porque si no llega un momento en el que la cuidadora necesita ser cuidada.
Pese al gran desarrollo que ha tenido la medicina en la analgesia, hoy en día, los cuidados paliativos sigue siendo un asunto muy complejo, pues intervienen muchos especialistas que han de estar al día en sus respectivas disciplinas; no vale simplemente tratar el dolor con analgésicos, morfinas, opiáceos, etc …. pues cada paciente/persona, como ya hemos dicho, es una unidad físico-espiritual concreta, tiene un dolor concreto, tiene una sintomatología concreta y su dolor, tratado como una enfermedad, es derivado de una enfermedad concreta, porque como bien dice el adagio: “ no hay enfermedades sino enfermos”
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El conjunto del cuerpo sanitario en la actualidad (médicos, enfermeras/ros, psicólogos,…) han de estar al día, de los avances realizados en sus respectivas disciplinas, para tratar de la forma más eficiente posible las penurias del paciente, y que se le haga lo más llevadero posible su triste situación; por mucho que la medicina avance, tenemos que seguir escuchando al enfermo terminal, hacerle preguntas,
conocer la opinión y las quejas de la familia, para poderle aplicar el tratamiento más adecuado para que su paso, que al fin y al cabo es inevitable, de la vida la muerte sea de la manera más tranquila y apacible.
Los cuidados paliativos han de tener en cuenta el universo físico y espiritual del paciente, como dice la OMS y ya hemos expuesto anteriormente.
Escuchando al paciente le podremos ayudar a darle sentido a su búsqueda de una explicación a su situación, “porqué está así o cómo es que ha llegado a esa situación”. Si desde la medicina no se encuentran las respuestas adecuadas a esas preguntas, hay que entrar en el mundo espiritual.
Lo dicho es fundamental para evitar que el paciente entre una depresión profunda, porque la única respuesta apropiada para cada persona es que sienta el respeto hacia ella, hacia su dignidad como ser humano enfermo y hacia sus creencias, su mundo interior espiritual.
La diferencia entre paliativos y eutanasia es que en este último los médicos simplemente atacan el dolor como efecto, luego si eliminamos la causa consecuentemente eliminaremos el efecto. Pero si para eliminar la causa -en el caso de enfermedades terminales- hay que eliminar a la persona, como portadora de esa enfermedad, se le está interrumpiendo su ciclo vital, se le mata “dignamente” (Eufemismo). Este argumento hace que se me venga a la cabeza el refrán de: “muerto el perro, se acabó la rabia”. Claro está que si el paciente tiene dolor, y le matamos, el dolor se termina. Pero, hemos acabado con la vida de una persona de manera casi gratuita, y el fin no justifica los medios.
Sin embargo, en el caso de los cuidados paliativos, las causas productoras del efecto dolor se intentan paliar o minimizar; se trata al paciente terminal no sólo como un ente físico enfermo, sino como portador de una dimensión espiritual y con una dignidad inalienable.
Para que el paso de la vida la muerte sea lo más pacífica posible, en los cuidados paliativos, hay que atender las necesidades espirituales de los pacientes y de sus familias; no se trata el dolor de forma aislada (única y exclusivamente) y con apoyo farmacológico, sino que se trata del dolor primero como una enfermedad en sí misma, consecuencia quizá de otra anterior, se atiende a las familias para ayudarles a cómo llevar ese duelo, y si el desenlace va ser inminente se atiende al paciente, se le intenta encauzar de la manera mejor posible según sus sus creencias religiosas.
A él como persona, con su dignidad y respeto; también para que llegado el momento lo afronte con la mejor predisposición posible. Los médicos de paliativos se tienen que enfrentar a esta doble dimensión haciéndola suya y proyectándola hacia el enfermo, el cual es una unidad físico-espiritual.
Atender esa ese binomio, esa dualidad, es lo que diferencia a los cuidados paliativos de la eutanasia. Si somos conscientes de nuestra humana vulnerabilidad, puede que un gesto sea más efectivo que las palabras. Acompañar al paciente en estos momentos terminales, dándole la mano, dedicándole una sonrisa, una palabra de aliento o un gesto de ternura y de respeto hacia él pueden ayudarle a volver a sentirse persona y no sólo enfermo.
Todo lo anteriormente expuesto hará que el enfermo se considere un ser humano respetado, querido y que estamos pendientes de él, no simplemente como paciente sino como persona la cual se merece una dignidad.
Conseguir que desarrolle esas emociones y que se sienta respetado y amparado, en ocasiones, puede ser mucho más efectivo que toda la farmacología que pudiésemos aplicarle para paliar ese dolor.
Si cumplimos con honestidad y completamente con lo expuesto, puede que no le hagan falta más palabras de aliento, porque ya se las habremos dado llegándole a lo más profundo de sí mismo. Siendo así podremos estar tranquilos, pues hemos cumplido perfectamente con nuestra misión de ser médicos, hermanos, familia y asesor espiritual.
La ayuda ha sido prestada al pie de la letra, no podremos quedarnos con ningún tipo de resquemor o remordimiento en nuestro interior, porque lo hemos dado todo como personas y como profesionales.
Con lo descrito conseguiremos que el paciente, cuando vea su vida terminando, le hayamos transmitido la paz que se merece; descubra que su dolor tiene un sentido y su vida ha tenido un valor en sí misma.
La búsqueda de sentido y la aceptación de la muerte con esta plenitud espiritual crea una conexión entre los profesionales, los pacientes y sus las familias; ese clima creado no es artificial es real, porque llegas a tener una relación aunque no íntima, porque la perspectiva nunca hay que perderla, si personal y de respeto hacia el paciente, dándole valor y consuelo a la familia, la cual necesita en ese momento encontrar coraje para aceptar lo que está sucediendo y que trasciende a los parámetros físicos, pues cuando éste se acaba hay que tener en cuenta que empieza el siguiente, el trascendente o espiritual.
Saben que la eutanasia solo esta disponible si lo pide EXCLUSIVAMENTE el paciente, ¿no? Y que aunque lo pidas, tienes que esperar dias, que te vuelven a insistir si tal es tu deseo, y aunque estés en tu último momento si dices que no, se anula?
Si falsifican tu firma despues cuando estes muerto ya no puedes decir que esa firma no era tuya, ese protocolo que describes es papel mojado, como todas las leyes que defienden a los pobres y a los debiles, ya se ha visto a las claras que a las farmaceuticas y a los gobiernos les conviene exterminar ancianos y que lo han hecho sin escrupulos ni remordimientos incluso con la complicidad de la mayoria del personal sanitario, la ley de eutanasia es un rollo de comunistas con prisas por heredar de sus parientes ricos y tambien como digo para reducir el… Leer más »
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