El reto de España y Occidente
Andan nuestros soldados en patéticas misiones internacionales en países que nunca nada nos hicieron. Sería imposible convencer a los mandos militares españoles, tan lobotomizados como lo ha sido el resto de la población, de que el enemigo lo tenemos dentro; un enemigo mucho más cruel y temible que todos los ejércitos regulares del mundo.
Con la complicidad de la jerarquía católica, el alma de nuestras naciones cristianas ha sido atacada y debilitada. El ataque ha sido a sus tres potencias: memoria, entendimiento y voluntad. A la memoria histórica auténtica mediante la memoria falsa; al entendimiento, despreciando los valores innegociables y a la voluntad, con el desamor a la herencia recibida. De esta forma, unas generaciones, que no es lo mismo que un pueblo, pueden cambiar de conducta, tal y como está sucediendo en la España de hoy. A la viga de hierro, que permanece firme, la convierte en masa, que es moldeable. Si el cuerpo del hombre se convierte en cadáver y se pudre cuando cesa el soplo de vida, la nación, privada del suyo, deja de serlo, y económica, cultural y políticamente se reduce a zona de riesgo.
El nutriente revitalizador, el resurgimiento, no pude ser otro que el de reencontrar sus raíces cristianas y cumplir con su misión histórica.
No es lo mismo estar juntos, que estar unidos. Juntas están las maletas sobre la baca del coche, y sujetadas por el pulpo. Si el pulpo se quita o se rompe, las maletas, al moverse el coche, se caen al suelo. Lo mismo sucede con respecto a la nación cuando la diversidad y el pluralismo, estimulan su fraccionamiento y no hay baca ni pulpo político que lo impida.
Por el contrario, cuando la diversidad y el pluralismo son fruto de la unidad íntima de la nación manifestada durante siglos, con su fuerza creadora, la diversidad y pluralismo se complementan, y enriquecen.
No es solo el miedo lo que nos hace actuar tan cobarde y miserablemente. Es la falta de pertrechos morales que blinde nuestra raquítica existencia humana de la tendencia hedonista como principal mandamiento. El problema fundamental que tienen hoy España y Europa es un problema espiritual. Es la apostasía en masa de los ciudadanos europeos. Ahora, debido a esa apostasía, tenemos una Unión Europea que no es más que un instrumento para extender el Nuevo Orden Mundial.
La fortaleza de Occidente no la encontraremos nunca en sus parlamentos ni en sus instituciones partitocráticas; se halla en los valores innegociables, que son a modo de roca viva sobre la que se apoya el edificio, es decir el Sistema. Dichos valores son básicos, inamovibles. Si el edificio se construye sobre la arena de las opiniones, el primer temblor de tierra, o un viento huracanado, derribará el edificio, convirtiéndolo en un montón de escombros.
La esperanza está en el Cristianismo, que ha sido el instrumento eficacísimo de la civilización occidental contra todos los que antes también quisieron convertir nuestras patrias en un gigantesco campo moral de ruinas.
No busquen enemigos exteriores destructivos. Ha sido un proceso interno de degradación-degeneración-depravación en el que Occidente ha decidido y aceptado su autodestrucción.
Si seguimos buscando la verdad en los científicos y en los políticos chamanes, entonces la respuesta no debería ser otra que hacer acopio de papel higiénico a la espera de los pavorosos acontecimientos que están por venir.
De acuerdo a la teoría del dominó, la próxima ficha en caer será Yemen. Francia se retira del Sahel porque allí está ocurriendo lo mismo que en Afganistán. Pronto el yihadismo partirá Africa en dos. Nigeria, Malí, Burkina Fasso, República Centroafricana, Mozambique, Somalia, Eritrea y el sur de Libia estarán en manos de los yihadistas. Y esta vez nadie hará nada porque no hay dinero.
El proceso natural será ir hacia la costa norte, porque Europa se halla exhausta, dividida y completamente degradada desde el punto de vista moral y social. Europa es ya una cueva de políticos corruptos, de gánsteres masónicos y de pervertidos sexuales, ademas de cobardes.
¿Cuánto resistirán Marruecos, Argelia, Libia y Egipto cuando se produzca la segunda fase de la gran crisis sistémica? Puede que dos o tres años.
Luego, las banderas negras llegarán hasta las puertas de Ceuta y Melilla. ¿Qué haremos entonces? ¿Nos defenderán los polisexistas o se rendirán en masa a los nuevos amos? ¿Y las feministas? ¿A qué sacrificio estarían dispuestas para defender sus privilegios? ¿Alcanzaremos a ver a Irene Montero responderles con la misma saña que lo hace habitualmente con quienes ella sabe que no tiene nada que temer? Mucho nos tememos que la deserción será masiva y que los que hoy claman en favor de la aconfesionalidad del Estado y de la destrucción de la moral natural, serán los primeros en mirar a La Meca cinco veces al día.
El reto es autoregenerarse sin tiempo que perder, o sucumbir definitivamente a otras culturas más fuertes que, como buitres, sobrevuelan en círculo y pacientemente, a la res que ya ven renquear.












No creo que el mando militar esté “lobotomizado”; estarán, más bien, cumpliendo órdenes de sus superiores, sin atreverse a contrariar a la OTAN.
Occidente está en su ocaso. Porque una vez profanada la vida en lo más entrañable , nunca mejor dicho, de su esencia, con esas continuas masacres de los que ya no podrán venir, para seguir el camino para hacer posible nuestro futuro, lo único que cabe esperar es la muerte.