La mascarilla de Gog
Ángel Núñez.- Giovanni Papini en su obra El libro de Gog, exactamente en su capítulo X, se refiere a la máscara como herramienta social de expresión de toda la parafernalia social hasta el punto de sin ella es imposible expresar toda la fuerza que representa el rito y de la verdadera expresividad del ser humano, con un nivel de autenticidad y pureza al nivel de las celebraciones más sublimes de la espiritualidad humana. Elogiada y casi en el recuerdo, el autor la considera conveniente como vestimenta.
Sin lugar a duda la máscara o el bozal, es el equivalente de lo que Papini nos relata con sumo cinismo, convertida en necesidad para cualquier relación social que se precie, con todo el ornato que requiere la nueva normalidad covidiana y es una clarísima falta de respeto no llevarla. Es un desacato no sólo a la autoridad que lo pone como norma suprema, sino una ausencia de aprecio al espacio ajeno.
Pertenecer a una secta exige llevar una, sea los illuminati, la satánica, la masonería y cualquier otra y nuestra amada sociedad, como no nos dimos cuenta, es una más, quizás más disfrazada y confusa por cuanto la formamos millones de personas y describir las normas de su uso es algo más complicado que en un grupo pequeño. La expresividad plana del todo está bien, el Estado se encarga de todo y nosotros habremos de tener fe en nuestros presidentes como si fueran dioses y es por ello no enfadarlos, y para ello nos tapamos la cara, es consustancial a la secta covidiana y va en la línea ideológica de Giovanni Papini. Toda emoción que se salga de guion, que no sea convertir al sujeto en un mero peón del plan sagrado del gran líder, razón por la que debemos esconder la que deteriore el orden social (algo que antes tampoco estaba permitido por cierto so pena de ser llamado aguafiestas), es hoy más vigente que nunca. Quien ose expresarse, sonreír o hablar abiertamente de sus sentimientos va a confundir el discurso plano del covidiano que se cree en la tercera ola o mira de reojo a quien osa desafiar a su amado padre, San Estado.
Al contrario, llevarla no sólo es una señal de respeto por el duelo que supone estar en una pandemia, sino un signo de desear pertenecer en ese mundo maravilloso que los sabios dirigentes nos tienen preparado con tanto decoro, evitándonos los pormenores de planes que serían muy engorrosos para nuestras angustiadas mentes en vivir el día a día, algo muy complicado en estos tiempos.
Llevar una máscara es un acto de fiesta en el que el ritual se expande cada vez que ponemos el pie en la calle, pero no cuando estamos solos, momento en el que nos enfrentamos a nuestros fantasmas más horripilantes y censurados. Sería conveniente entonces aconsejar dormir con esa misma máscara del día para no sufrir los ardores de las pesadillas ante tanto enmascarado, algo inevitable ante tan tétrico y aburrido ceremonial diurno y, de paso, hacer que el sufrimiento que planteen los grandes líderes, que son simples sacrificios, perdón a la censura covidiana, sean tan livianos y breves como morir de un ictus en plena noche.
El bozal es el macabro relato de un cuento tan antiguo como el hombre y sus dioses, una manifestación de que en el fondo somos una especie primitiva y macabra por nuestra falta de conocimiento, de trabajo interior y de vocación hacia algo que no sea esperar el resultado de resultado de nuestras acciones como la pasta ácida que digerimos en el estómago sin masticarla o la basura informativa que nos venden todos los días con el precio de nuestra libertad y dignidad humana más valiosa. Es por ello que muchos se sienten tan cómodas con ella que incluso se ponen tres y al besarlos sientes ese contacto áspero que te hace sentir extraterrestre. He aquí el sentido de la mascarilla en la actualidad. Muchas gracias, señor Gog.
Perfecta sátira que los adeptos a las múltiples sectas covidianas, jamás entenderán.
Los hay que tales colocan la máscara a sus mascotas perrunas y gatunas. Eso sí, algunos, se preocupan por la estética y ya tienen cajones con diseños multicolores, con logotipos de diseño zen y hasta perfumadas.
La mayor parte de estos adeptos, están suficientemente maduros como para obedecer al cabrón masón que pronto decidirá que arrastren una bola de acero unida con grilletes a los tobillos. Pero edo sí, podrán elegir el color de la bola.
El número de tontos es muy elevado…
Siempre se ha dicho que si en España los tontos valaran, no veríamos nunca el sol.
Y, desgracaidamente, debido al sistema educativo, omás bien deformativo, basado en el adoctrinamiento ideológico, Y LA TOTAL PÉRDIDA DEL SENTIDO CRÍTICO, los adolescents y jóvenes son igual de tontos que los mayores, y muchas veces,incluso más.
Cuando era adolescente me gustaban bastante los tebeos de “super-heroes”, supongo que como a todos los adolescentes de la decada de 1980. Mi favorito era el “Punisher” porque no llevaba mascara y todos los demas si la llevaban. Vivir en sociedad supone roces y conflictos, para la inmensa mayoria la opcion mas comoda es ponerse una mascara y en consecuencia casi todos la llevan. Algunos llevan varias mascaras y se la van cambiando segun lo vaya requiriendo la ocasion. Algunas mascaras son agradables a la vista y otras son horripilantes, pero detras de todas se esconde lo mismo: un mono… Leer más »
Pienso igual que ud. D. Juan Carlos en el asunto que nos ocupa. Sin embargo, llegará un día que tener algún tipo concreto de antecedente penal (no sangriento) será garantía de honestidad, de integridad y de honor por haberse enfrentado al estercolero del sistema judicial que han impuesto en estas Batuecas durante los últimos 40 años. Estoy pensando en los miles de hombres inocentes denunciado falsamente al amparo de leyes basura, de las personas perseguidas por supuestos delitos de odio por el mero hecho de expresar su opinión libremente, o por no acatar disposiciones confiscatorias,, multas y tasas abusivas como… Leer más »
EXCELENTE REFLEXIÓN.
LA MASCARILLA es un síntoma de varias cosas: de la cobardía de la gente. Es curioso ver (por lo menos en Zaragoza), que la mayoría de la gente la sigue llevando, a pesar de no ser obligatoria. es una expresión de sumisión frente a los que mandan… ¿Y qué pasará el día que nos digan que vayamos con el pito al aire, o las señoras con las tetas al sol que más caliente? Estoy seguro de que obedeceremos también, faltaría más. es una forma de convertirnos en “cosas”, todas iguales, sin carácter, personalidad, ni nada de nada… Y, posiblemente más… Leer más »
Igual en Valencia con el bochorno que hace, soy prácticamente el único en no llevarla por mi barrio, de vez en cuando me cruzo con uno o una valiente y nos miramos con cierto respecto unos segundos, es curioso y gracioso a la vez.
La inmensa mayoría de los que usan el bozal por la calle lo hacen por miedo a un minimo porcentaje de hijos de puta y trastornados que puedan llegar a reprocharles algo… con lo que cientos de millones de personas se esclavizan voluntariamente por miedo a un puñadito de imberbes de chaleco y pasicópatas con delirios de autoritarismo y unanimidad…. Tienen más miedo a la reprobación social que a la muerte… Patético, y más cuando uno (mi caso), andando sin bozal y respondiendo agresiva y destempladamente a las poquísimas ratas que se han animado a decirme algo, comprueba que son… Leer más »
El otro día un padre paseaba rumbo al parque de la mano de su hijo pequeño. Ambos con mascarilla. La pregunta que me hice fue: ¿El padre le enseña a ser responsable, a ser sumiso, a ser asustadizo? Que un anciano la lleve podría entenderlo si cree ser “población de riesgo” pero joder, ¿un niño? Respirar dentro de una mascarilla cambia a la persona, su actitud, sus capacidades se ven limitadas. ¿Se declarará inconstitucional como el “estado de sitio llamado de alarma? Me imagino a Carmen calvo haciendo unas declaraciones dentro de un tiempo. “La mascarilla se la puso la… Leer más »