Luis del Val.- Santiago Abascal señala con inteligencia llagas y heridas que la gente identifica, pero el peligro viene cuando comienza a gustarse, se pone estupendo, y declara barra libre, y ahí, ya, debemos pedir una indemnización a China y desconfiar de la Unión Europea, y casi se echa en falta un remate final con el grito “¡Santiago Abascal y cierra España!.

Pero es brillante en muchas ocasiones y, ayer, cuando para contestar a los herederos de ETA, comenzó a desgranar la lista de los centenares de asesinatos causados por la banda, en aquél relato que podría parecer cansino pasados los primeros quince minutos, para mí resultó estremecedoramente abrumador, porque detrás de cada nombre había sueños y familia, ilusiones y proyectos, cavilaciones y alegrías. Y sí, es cierto que el autoritarismo, en cualquiera de sus formas, puede emborronar los sueños, pero la forma más horrible de cortarlos es suprimiendo la vida de quien sueña.

Por eso, ayer, cuando Pedro Sánchez, para demostrar su amor a la libertad y a la democracia, suscribió un documento con el club de fans de ETA, para ponerse de escudo frente a los presuntos excesos que pudiera cometer Vox en el futuro, con un cinismo a la altura y superior a todas las demostraciones anteriores, me sorprendió. Que el fino olfato de Pedro Sánchez se estremezca ante alguna declaración de intenciones de Vox -que a mí tampoco me gustan- y que para protegerse de posibles derivas autoritarias forme un escudo protector con Bildu, con los que organizan recepciones festivas de homenaje y bienvenida a quienes llevaron a cabo el más abyecto de los abusos que puede cometer una persona con la otra, que es asesinarla, resulta sorprendente. A Pedro Sánchez el aroma de algunos excesos de Vox le parecen insoportables, pero el hedor pestilente de los hooligans de la banda de asesinos, le recuerda a la alta perfumería.

Y en esas, llegamos al millón de infectados. Hay vías de agua en el barco de España, pero en el puente de mando están discutiendo quién y cómo se lleva el timón, mientras poco a poco se va inundando la bodega”.