Generación perdida
En el centro de numerosas ciudades españolas se concentran desde el día 15 millares de jóvenes que exigen “Democracia Real, Ya”, decepcionados porque la actual es incapaz de crear ilusiones y puestos de trabajo. Dicen representar a millones de desesperados. Los grandes organismos internacionales advierten que forman una generación en peligro de exclusión social y económica.
La revuelta podría recordar los inicios del mayo del 1968, cuyos líderes llegaron al poder poco después en todo el mundo occidental para configurar la sociedad contra la que protestan los jóvenes actuales.
Las revoluciones juveniles como aquella trajeron algo nuevo e ideológicamente inesperado, pero los manifestantes de ahora no quieren iniciar revolución alguna, sino solamente obtener un lugar apacible en esta sociedad burguesa y agostada.
Fracasados los comunistas, especialmente los trotskistas y maoístas que guiaron el 68, no queda más que su añoranza. Hay también atormentados intentos de absorción por Izquierda Unida y, paradójicamente, por el PSOE, bajo el que apareció esta situación.
En Madrid estos jóvenes, que cuando se reunían sólo tomaban botellón, ahora toman la Puerta del Sol, pero no el Palacio de la Moncloa, donde habita Zapatero. Sólo lo harían, seguramente, si estuviera allí Rajoy: que se prepare.
Se les ve desesperanzados. Hay zonas de España con más de la mitad de los jóvenes en paro y sin expectativas de encontrar trabajo: son el alimento ideal para las ideologías totalitarias, las fracasadas comunismo y fascismo, unidas ahora en el fasciocomunismo.
Que abanderan personajes como el actor Willy Toledo, que ama la dictadura fidelista, le llama criminales a los disidentes cubanos, y defiende a los terroristas de Hamas en Gaza.
Poco futuro alcanzarán dejándose conducir por comediantes como este o como el estalinista Cayo Lara, aunque tampoco tienen nadie mejor que los oriente.
Para evitar una generación perdida, menos aborto, más sacrificio y menos inmigrantes.