Yoko Ono.

Fue pionera en la práctica de la performance y el arte conceptual; es decir, de toda la basura artística que ha inundado Occidente para perversión de muchos y enriquecimiento de unos pocos. Quienes la conocen la definen como una mujer fría, calculadora, egocéntrica, ocultista, capaz de cualquier cosa para cumplir sus caprichos. Se trata de uno de los iconos más reconocibles del progresismo y un bastión del mundialismo para el fomento de cualquier transgresión del orden natural.

Activista millonaria de las causas más siniestras y defensora de las formas sexuales más escatológicas, fue simpatizante del grupo terrorista Panteras Negras (supremacistas negros). Dice odiar “las cadenas” pero ha rechazado una y otra vez que el pobre David Chapman recobre su libertad tras acabar con la vida de John Lennon hace la friolera de 37 años. En su cruzada procarcelaria cuenta con el apoyo de la progresía española, incluida la que reclama la libertad de los sanguinarios etarras que no han cumplido ni un tercio de sus condenas. No es extraño que un personaje tan estrafalario y con tantas aristas morales haya terminado convirtiéndose en propagandista del proceso sedicioso en Cataluña.

Hablamos de Yoko Ono, la “viuda negra” del líder de los Beatles y una de las figuras internacionales que se ha sumado a la campaña soberanista “Let Catalans vote” (“Dejad votar a los catalanes”), en plenos preparativos del referéndum del 1 de octubre.

Además de Yoko Ono, el cantautor inglés Peter Gabriel y el exjugador del Barça Hristo Stoichkov, el cantautor cubano Silvio Rodríguez, el exfutbolista francés Éric Cantona, el sociólogo y jurista esloveno Peter Jambrek, el exsecretario de Estado de Finanzas de Alemania Heiner Flassbeck y el economista griego y exdiputado de Syriza Costas Lapavitsas, también se han sumado al manifiesto.