Siria, Trump y los intereses de España
El problema de Siria parecía haber entrado en vías de solución con la intervención rusa, plenamente legal y pedida por un gobierno reconocido en la ONU. Ese gobierno, el de Bashar al Ásad, venía siendo atacado desde hace años por diversos grupos islamistas y algún otro que se proclamaba demócrata, quizá porque proclamarse demócrata no cuesta nada y permite obtener apoyo exterior. Durante estos años hemos podido contemplar unas atrocidades terroríficas por parte de esos grupos, que disponen de vastos apoyos económicos y políticos exteriores, fundamentalmente de países tan “democráticos” como Arabia Saudí, Catar, Kuwait o una Turquía en trance de volver a un islam agresivo y conquistador, baste ver las declaraciones de Erdogan. Y, por supuesto, con apoyo directo o indirecto de Usa y la UE, que han decidido imponer en el país una supuesta democracia, para lo cual no han vacilado — como en Irak o Libia– en provocar una de las guerras más espantosas en mucho tiempo, dejando en ruinas un país hasta hace pocos años ordenado y relativamente próspero y sin grandes conflictos internos. Por cierto, una de las víctimas principales es la comunidad cristiana, antes numerosa, que vivía aceptablemente bien en regímenes más o menos laicos, y que está siendo masacrada y expulsada en esos países. Un hecho que, por cierto, no ha motivado la menor reacción efectiva, de los poderes occidentales, cuyos carácter anticristiano se manifiesta en su actitud y en su preocupación por impedir lo que llaman “islamofobia”.
La táctica de estas guerras es conocida, porque se ha repetido bastante: de pronto, Usa y la UE, en especial Inglaterra o Francia, descubren que tal o cual gobernante es un tirano, cosa al parecer muy rara en esta zona o en el mundo, y lanzan campañas de opinión pública pintándolo como genocida, etc. Surgen núcleos de resistencia al tirano que se manifiestan en alguna plaza pública sobre la cual concentran sus focos los medios de masas occidentales. Vienen intentos de represión de las protestas, publicitadas al máximo en el mundo como confirmación de la tiranía acosada. En el caso sirio, los manifestantes originarios ni siquiera eran sirios en su mayoría, según han denunciado testigos presenciales, entre ellos misioneros cristianos. Entre los cristianos y gran parte de la gente existe la convicción de que la guerra ha sido organizada y financiada totalmente desde fuera, lo cual tiene mucho de cierto. En estas operaciones se mezclan inextricablemente intereses estratégicos, económicos y políticos que hacen que, por ejemplo, sean los países más fanáticamente islámicos de la zona quienes actúen de acuerdo de acuerdo con Usa, la UE o la OTAN.
Digamos que la UE, en particular, está llevando en el pecado parte de la penitencia. Porque la destrucción de Siria e Irak ha generado una corriente masiva de inmigrantes y refugiados que, casualmente, no acuden a los países islámicos ricos de la zona, sino a la UE, donde crean muy serios problemas. Una UE, repitámoslo, indiferente ante las masacres de cristianos.
La intervención rusa, plenamente de acuerdo con el derecho internacional, fue desde el primer momento saboteada por Usa y la UE, recurriendo a todo tipo de acusaciones y manipulaciones sensibleras sobre las víctima, por otra parte inevitables: ¡como si las intervenciones ilegales de la OTAN y la CIA no hubieran causado y estuvieran causando muchas más víctimas! Parecía que con la subida de Trump al poder en Usa, esa política iba a cambiar, pero de momento todo indica lo contrario. Trump era, desde luego, preferible a la Clinton, una auténtica delincuente financiada, entre otros, por las modélicas democracias de Arabia y Catar; pero Trump no deja de ser un ultranacionalista, que en el caso useño significa imperialista, dispuesto a intensificar la carrera de armamentos y a imponer, con la amenaza militar, los intereses de Usa en el mundo.
Y así, la úlcera siria se ha agravado recientemente con tres hechos: un ataque con gases atribuido al gobierno, el bombardeo de una base aérea siria por Usa, en aparente represalia, y la exigencia de Washington, expuesta a Rusia bajo amenazas, de liquidar en cualquier caso el régimen de Asad. Todo indica una escalada por parte de Trump, en la que Usa, al contrario que Rusia, intervendría de manera ilegal contra un país soberano.
Recuérdese que Obama estuvo a punto de atacar masivamente a Siria pretextando que esta usaba gases o que tenía un arsenal de ellos. Putin detuvo la agresión consiguiendo que Siria destruyese su arsenal de gases (muchos países los tienen). Y he aquí que de pronto se produce un oportuno ataque de esas características, precisamente cuando las tropas de Asad van ganando y por tanto no precisan recurrir a métodos tan extremos. Es obligatorio sospechar que se trata de una provocación para justificar una intervención abierta y masiva de Usa. Por lo demás, nada nuevo: recuérdese la invasión de Irak, justificada con la falsa acusación de las armas de destrucción masiva. Es también conocido el incidente del golfo de Tonkín, en 1964, inventado para justificar la escalada bélica de Usa en la guerra de Vietnam. España tiene asimismo la experiencia de la voladura del Maine, usada como pretexto para invadir Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Más recientemente, he recordado en Los mitos del franquismo cómo Carrero Blanco mencionaba las campañas mediáticas de desprestigio contra un país al que Usa pensaba agredir, como parecía estar a punto de suceder contra España al terminar la II Guerra Mundial.
Por otra parte, la casi inmediata reacción de Usa bombardeando a Siria, antes de que una investigación fiable determinase el origen y alcance del ataque con gases, aumenta la sospecha de que se trata de un incidente preparado, probablemente planeado ya por Obama.
En cuanto a la exigencia useña de derrocar a Asad, revela una vez más, la mentalidad del “fin de la historia” que tantos desastres viene causando. ¿Quién es Washington para decidir quién debe o no debe gobernar en cualquier otro país, máxime después de las experiencias desgraciadas de Afganistán, Irak, Egipto o Libia? La arrogancia de tal pretensión es realmente pasmosa, y no puede llevar a buen fin. Muchos apoyamos la invasión de Irak (por mi parte con ciertas reticencias), pero la experiencia debe analizarse y servir para no repetir errores catastróficos como sin duda fue aquel.
Como hemos recordado en “Una hora con la Historia”, permanece la peligrosa mentalidad mesiánica en la política exterior de Usa, que le ha llevado a declarar innumerables guerras y agresiones, de parte de las cuales ha sido víctima España. Se suele decir que Europa occidental debe su democracia y prosperidad a la intervención militar useña en la II Guerra Mundial, hecho cierto, sin duda (aunque no en el caso de España, libre de esa deuda). Pero esa no es la única guerra en que ha intervenido Usa, y muchas otras, entre ellas las últimas en el mundo musulmán, han sido brutales agresiones, en ocasiones genocidas, que solo han conseguido sembrar un caos sangriento, radicalizar al islam y provocar serios problemas en Europa. Si la intervención de Putin en Siria permitía esperar el final de la guerra civil, la arrogante acción de Trump amenaza complicarla y extenderla mucho más allá.
Todo lo cual debe llevar a plantearnos la postura de España ante la OTAN, nacida contra el expansionismo soviético y que bien podría haberse disuelto a la caída de la URSS. Porque el papel de España en la OTAN no puede ser otro que el de peón de brega de intereses ajenos, bajo mando ajeno y en lengua ajena, en operaciones que podrían dañar seriamente nuestros intereses. Conviene reflexionar al respecto, y en la próxima sesión del programa mencionado, después de Semana Santa, trataremos la cuestión de si sería conveniente y posible volver a la política de neutralidad, tan beneficiosa históricamente, y no solo para España.
Excelente artículo que explica de una manera clarividente lo que ocurre en Siria . Hace poco hubo un desastroso bombardeo USA en Siria que sólo causó víctimas civiles , unas 200 ,nadie les ha acusado , imagínense que hubieran sido los rusos . Que Dios nos proteja hermanos.
Los herejes protestantes anglosajones siempre han sido los maestros de la mentira, el disimulo, la hipocresía y la rapiña. Hay que revisar la Historia porque los males del mundo globalizado masonizado de hoy vienen da haber aceptado como verdad la propaganda anglosajona surgida tras la IIGM.
No hables de anglosajones, sino de anglosionistas o anglojudíos.
Como siempre, un análisis brillante de Pío Moa.