Carlos Arturo Calderón Muñoz.- Según los medios el hombre más antisemita de la historia estadounidense se posesionó como presidente el 20 de enero de 2017. Nunca se había visto un tipo más promotor del exterminio del pueblo elegido desde… jamás.

Cualquiera que haya leído la Torá o alguna parte del Talmud podrá ver, si es que le da la gana afrontar la realidad, que el judaísmo siempre nos ha visto como unos esclavos que Yahvé hizo para servirles a sus elegidos. Pero para no citar textos que puedan considerar arcaicos o fuera de contexto, mejor hablemos de fuentes más cercanas a nuestro tiempo, que corroboran una creencia milenaria.

El mundialmente venerado rabino sefardita Ovadia Yosef, quien fuera el rabino jefe de los sefarditas y mizrajies en Israel y líder del partido político de la coalición de gobierno Shas, decía sin temor alguno que los gentiles sólo existían para trabajar, el único propósito por el que Yahvé los había creado era para servir a los judíos. Dios les da longevidad a los goy para que estos puedan servir a sus amos, como los burros que representan un activo para su dueño.

Moviendo esa ideología a la política práctica podemos hablar del movimiento judío llamado Chabad-Lubavitch, que entre otras cosas enseña que las almas de los no judíos son infinitamente inferiores a las de los judíos. La vida de los judíos es sagrada y la de los demás no, todas las mujeres no judías son prostitutas y si un judío necesita un órgano es permitido matar un gentil para extraérselo y salvar al hebreo. Estas hermanitas de la caridad tienen más de 3600 sedes, en 1000 ciudades de 70 países. Su influencia en Estados Unidos ha sido fundamental para que el gobierno se gaste unos 8.5 millones de dólares diarios en apoyo a Israel.

Es tal el poder de esta organización judía en el gobierno de los Estados Unidos que desde el mandato de Jimmy Carter y en honor al aniversario del natalicio de Menachem Mendel Schneerson, último líder reconocido del grupo del Chabad, se celebra el Día de la Educación y de Compartir (Education and Sharing Day). En 1994 los parlamentarios gringos le concedieron a este ultra racista la medalla de oro del congreso por sus aportes a la educación, moral y caridad mundial, La influencia sigue vigente y fuerte hasta el gobierno de Obama.

Sabiendo que los judíos son expertos en hacer que otros trabajen para ellos y que tienen control casi que absoluto de los Estados Unidos ¿Podríamos pensar que pueden tener similar influencia en el gobierno de Trump? Pues…

Donald Trump tiene una bella familia de cinco hijos en total. Los primeros cuatro: Ivanka, Donald Jr, Eric y Tifanny, están todos casados o ennoviados con judíos; el pequeño Barron todavía es muy niño para ese tipo de relaciones personales así que no lo voy a mencionar. Ivanka está con el magnate judío Jahred Kushner; se convirtió al judaísmo, poniéndose el nombre hebreo Yael.

Donald Jr se casó con la judía Vanessa Haydon, Eric Trump contrajo nupcias con Lara Yunaska, con quien tuvo una boda judía; finalmente Tifanny Trump lleva ya muchos meses saliendo con el judío Ross Mechanic. Esto hace que el Donald tenga 8 nietos judíos.

Moviéndonos al ámbito empresarial, Trump está rodeado de judíos. El judío Michael Cohen fue vicepresidente ejecutivo de la Organización Trump, co-presidente de Trump Entertainment, miembro de la junta de directivos de la Fundación Eric Trump y consejero especial del magnate. El judío Jason Greenblatt, también ha sido vicepresidente ejecutivo de la organización Trump, además de jefe legal del conglomerado y consejero personal de Donald para asuntos relacionados con Israel. El judío Allen Howard Weisselberg, es el director financiero de la Organización Trump. Este hebreo es de tradición pues también trabajó con Fred Trump, el padre de Donald.

Benjamin Netanyahu

En la arena política Trump ha sido un ferviente defensor de Benjamín Netanyahu. Hizo un video de campaña para el Likud, partido de gobierno, en el que apoyaba a Bibi con todo su ser para la posición de Primer Ministro de Israel. En el twitter que tanto usa para pelear con los medios hay toneladas de evidencias en las que ha mostrado su apoyo hacía Israel por años. Hay tweets en los que apoya a Israel en el conflicto con Irán, ha atacado las resoluciones de la ONU que hablan contra el genocidio palestino por parte de Israel (Los palestinos no son unas joyitas inocentes, pero igual los están sometiendo a genocidio y eso debe denunciarse).

Durante su campaña presidencial Trump reclutó al judío Stephen Miller como uno de sus asesores más cercanos. Stephen fue un orador constante en los mítines de Trump y escribió parte del discurso del magnate para la convención republicana. Miller además habla de un populismo de estados nación como respuesta a la globalismo. Eso suena bonito, pero viniendo de alguien como él parece más como un intento por controlar a la oposición. Como Marine Le Pen o Geert Wilders, que se limitan a ser válvulas de escape del descontento social encargándose de los síntomas más evidentes sin atacar la causa de esos males. Actualmente Miller es uno de los asesores del gabinete de Trump.

El judío Michael Abboud trabajó como coordinador de comunicaciones para la campaña presidencial. Este chimuelo es sobrino de Andy Abboud, quien resulta ser la mano derecha del judío askenazi y magnate de los juegos de azar Sheldon Adelson, quien está avaluado en 27.800 millones de dólares. Este judío se ha encargado por muchos años de comprar a los políticos republicanos en beneficio de Judea, Trump, lamentablemente, no ha sido la excepción. Adelson donó 35 millones de dólares, primero 25 y luego 10, a uno de los Super Pac que apoyaron a Trump. Adelson estuvo entre los invitados especiales a la toma de posesión e incluso se le pudo ver en los puestos principales durante el evento.

George Soros.

El judío Steven Mnuchin, fue el jefe de finanzas de la campaña de Trump y ahora es el encargado de la cartera del tesoro nacional. Tomando en cuenta que todos los presidentes modernos de la Reserva Federal han sido judíos, la idea de poner a otro judío experto en especulación a vigilarlos para que no especulen es bastante risible.

Durante la campaña Trump no dudó en decir que los judíos son parte inherente a la sociedad occidental y jugó al engaño diciendo que Israel y los judíos en general son las primeras víctimas del fundamentalismo Islámico. Para estar tan bien informado de todo lo que pasa en el mundo parece no saber que las petro-dictaduras sunitas e Israel se la llevan de maravilla. Sospechosamente ignora que su amado Netanyahu e Israel en general han promovido las guerras de Estados Unidos en Oriente Medio, la Primavera Árabe y otros actos de desestabilización que han dado poder a los terroristas musulmanes. Pareciera desconocer que han sido prominentes judíos como Soros, Rotchilds y compañía los que han promovido la invasión musulmana en Europa y Estados Unidos. Como que no se ha enterado que Israel cura y protege a los terroristas del Estado Islámico para que puedan seguir combatiendo contra Al Assad en Siria.

Resumiendo, mantiene la ilusión de la enemistad que hay entre las cúpulas del judaísmo y el Islam. Esa que le hace creer al mundo que son adversarios a muerte cuando desde los albores del tiempo han colaborado para derribar Europa. Como en la invasión de España en el 711, el comercio de esclavas blancas con los otomanos o la actual crisis de “refugiados”. Eso sin contar que Arabia saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Yemen siempre tienen los mismos intereses militares que Israel y cooperan en sus campañas.

Trump tiene una radicalidad e independencia indómita propia de su sangre. Es un tipo que adora ser libre y por eso tendrá ataques de originalidad que no le van a gustar para nada a los judíos globalistas. Sin embargo, con el nivel de infiltración que ellos tienen en todos los aspectos de su vida veo muy difícil que no logren desviarle o incluso neutralizarle. Podrán acusarme de antisemita y demás chorradas, pero las ideas religiosas de los judíos que mencioné al principio de este artículo no son para nada extremistas, por el contrario, hacen parte del judaísmo ortodoxo y conservador de toda la vida, que se basa en la Tora y el Talmud, libros fundamentales del judaísmo. Esto es en lo que creen todos los judíos, es lo que les enseñan desde que nacen y que admiten y celebran con mucha libertad.

En sus escasas semanas en el poder Trump ha salido como toro endemoniado a defender los intereses de su país tal y como prometió en la campaña. Se está cargando acuerdos transnacionales, está defendiendo a los no nacidos, ha limitado la entrada de los invasores y seguramente seguirá cumpliendo muchas de sus promesas. Sin embargo, hay suficientes enemigos de Occidente en posiciones claves de su gobierno como para sabotear sus intenciones “americanistas”. De momento Trump parece un político honesto que peca de ser excesivamente pragmático y por eso asigna individuos geniales en posiciones críticas, sin tomar en cuenta las intenciones religiosas y sobre todo, sanguíneas que estos puedan tener.

Trump abre una tremenda brecha en el poder globalista, pero está muy lejos de ser el caudillo de la supervivencia occidental. Le falta educación racial y es muy distante de las percepciones de la sobrenaturalidad. El tipo me agrada bastante, pero como hispanos debemos hacer honor a nuestra sangre y asegurarnos de que en suelo ibérico y americano los errores de Trump no se repitan. Es menester bloquear a los enemigos eternos de Occidente de cualquier cuota de poder y es imperativo que no peleemos sólo por los beneficios materiales de una economía pujante y seguridad fronteriza. Debemos luchar por el triunfo de la vida como reflejo de lo incognoscible, por el triunfo de la voluntad por sobre la adversidad terrenal.

*Desde San Bonifacio de Ibagué (Colombia).