Los agricultores de Benicarló protestan con una ‘tractorada’ por los robos en el campo

La sangre corre por donde sólo debería discurrir el agua de los riegos y los agricultores ponen, una vez más, el grito en el cielo. Una creciente desesperación inunda los campos valencianos. «Ya mataron a uno en Alicante hace un año, después dispararon a otro compañero en Benicarló y ahora, este crimen en Cheste». Cristóbal Aguado, responsable de AVA-ASAJA, enumera los últimos episodios de delincuencia sufridos por el sector y suplica a los políticos «un cambio legal con endurecimiento de penas» para evitar más desgracias.

La muerte del búlgaro Rumen Iliev, el trabajador contratado para cuidar un campo que el domingo 31 de marzo fue abatido a tiros por asaltantes en busca de naranjas, «es la gota que colma el vaso». Según Aguado, «ya no sabemos qué hacer para que no nos roben o nos maten». Con tono realmente indignado, desveló que hay hombres que están saliendo a los campos valencianos «armados con hoces, serruchos y azadas como único medio para protegerse de los ladrones». Pero «tenemos la batalla pérdida», concluyó.

Aguado reconoce el esfuerzo de la Policía y la Guardia Civil por vigilar «pero no es suficiente». Son ya muchas las cuadrillas que, además de podar, regar y recolectar, realizan rondas de vigilancia en días festivos, como el domingo, para evitar los saqueos, especialmente intensos en tiempos de cosecha. «Pero llegamos hasta donde llegamos. No podemos enfrentarnos a ladrones que van armados con pistola. Mira lo que le ha pasado a este pobre chico sólo por llamar la atención a los que merodeaban por el campo», pone como ejemplo Aguado.

La lacra, denuncia el sector, «no es que un hombre o una mujer robe una bolsa de naranjas para sus hijos. Hay propietarios que han perdido campos enteros en una noche por culpa de verdaderos comandos de ladrones que llegan con carretillas y camiones». Y eso ocurre «porque están operando en la Comunitat mafias que compran fruta y verdura robada para luego venderla en lugares sin ningún control administrativo».

«Aterrorizados»

Letreros como éste pueden verse ya en el campo valenciano

Ante este panorama de inseguridad, AVA muestra su pesimismo: «En países avanzados esto no ocurre. Los agricultores aquí ya no se atreven a ir solos a sus propios campos. Al final nos rendiremos. Tiraremos la toalla. Si además de tener que luchar en un panorama de precios injustos nos desangran los robos y nos matan los ladrones acabaremos abandonando el campo», augura.

Los compañeros de cuadrilla de Rumen, un grupo de búlgaros residentes en Cheste, se mostraban ayer «aterrorizados» por el asesinato. «Venimos a ganarnos la vida, a ayudar a la familia, y encontramos la muerte», resumía uno de ellos con lágrimas en los ojos. Ni siquiera se atrevía a dar su nombre. «¿Y si ahora vienen a por mí?».

Mientras, Sergio, el trabajador que sobrevivió a los disparos, declaraba ante la Guardia Civil tratando de ofrecer datos que ayuden a localizar al hombre que abatió a su colega de cuadrilla o el vehículo con el que huyó. Agentes de la Benemérita y la Policía Local peinaban ayer algunas calles de la vecina Ribarroja por si el clan se hallaba refugiado en esta localidad. Al cierre de esta edición, no había trascendido ninguna detención.

Adrián, vecino de Cheste y socio del dueño del campo que cuidaba el búlgaro, elevó la misma queja del sector agrícola: «Estamos abandonados». «Rumi, como le conocemos cariñosamente, era un tío excepcional. Trabajador y honrado como el solo. Siempre se van los buenos. Los malos se quedan», concluyó apenado por la pérdida.

La víctima del crimen llevaba ya tres campañas de naranja y recogida de uva en la Hoya de Buñol. «Él hacía de todo. Podar, vigilar, recolectar… Siempre estaba disponible y se ganaba muy honradamente los 42 euros que cobraba por jornadas de trabajo de siete a una de la tarde», añadió Adrián.

Un día sin faena

¿Por qué entonces decidió ‘Rumi’ volver al campo en un día festivo como el domingo de Resurrección? «Muy sencillo. No tenían ya faena y tanto él como su colega Sergio quisieron hacernos un favor y pasarse a vigilar la finca por si volvían los que habían merodeado por la mañana». Según Adrián, «ha pagado con su vida por ser un trabajador y un buen hombre».

La intención de los compañeros de Rumen es que sus restos mortales descansen en Bulgaria, cerca de su familia. Pero todavía no saben cómo van a poder reunir el dinero para su traslado.

Las reacciones ante el brutal asesinato de Rumen van más allá de Cheste. Todo el colectivo agrario, se siente herido. José Alepuz, presidente de la cooperativa de Benifaió, razona así: «Que te maten por defender el campo es demasiado. El problema es que todo está permitido. Si no roban más de 400 euros no pasa nada». Alepuz, como Rumen, también se enfrentó a delincuentes en su campo de naranjas. «Afortunadamente no iban armados y pude retenerlos hasta que llegó la policía. La gente me dijo que no valía la pena arriesgarse, pero me los encontré de cara y me pudo la rabia», resume.

Tanto AVA como La Unió de Llauradors ponen énfasis en un endurecimiento de las penas para robos agrícolas o asaltos a motores de riego como una de las claves para intentar frenar su peor plaga. La solución que proponen pasa por una reforma del Código Penal.