LA GRAN CONFRONTACIÓN (Una historia de hormigas)
BD.- Hacía cerca de 4.000 revoluciones solares que las pequeñas hormigas blancas habían empezado a civilizarse. Venían de un antiguo politeísmo, y entrando en una nueva etapa, habían construido una sociedad más justa, basada en la buena nueva de que todas las hormigas de cualquier color eran hijas de La Gran Hormiga Eterna.
Esta perspectiva trascendente lo cambiaba todo, hasta el mismo acto de reproducción, que se convirtió en una participación al acto inicial de creación: las hormigas blancas ya no se reproducían, sino que procreaban. En esa nueva visión del mundo y de la vida, bajo la mirada de La Gran Hormiga Eterna, todas las hormigas del mundo eran hermanas, y por ello las hormigas blancas, más favorecidas por sus capacidades y su organización, debían ayudar a sus hermanas más pobres.
Las hormigas reinas organizaron la vida común de las hormigas blancas en una forma grata a La Gran Hormiga Eterna. El hormiguero de las hormigas blancas era una sociedad justa y equitativa donde todos tenían su lugar y su función según sus capacidades. La recompensa a esta organización y reparto de tareas fue grande: la sociedad de las hormigas blancas se enriqueció intelectualmente, florecía la cultura, el arte se afinaba y se elevaba. Su sistema social mejoraba continuamente: se ayudaba a las más pequeñas de las hormigas blancas a fortalecerse, se protegía a las débiles, y las hormigas ancianas compartían su saber con las hormigas más jóvenes. Se vivía largos años y los conflictos eran menores. Había un reparto equitativo de la comida depositada en la despensa por la previsión de las hormigas dirigentes. El hormiguero de las hormigas blancas se convirtió en un ejemplo para todo el mundo.
En otros lugares, las hormigas verdes se mantenían en la ignorancia y el atraso, dominadas por la violencia y la injusticia. Estas veneraban un jefe violento, guerrero, celoso, saqueador, y el recuerdo de esta hormiga barbuda les obsesionaba día y noche. Las hormigas verdes se prosternaban 5 veces al día en memoria de su cruel antepasado. Lunas y lunas después de la muerte de aquella hormiga brutal, las hormigas verdes seguían sometidas a su recuerdo.
Las hormigas verdes, que se dedicaban la mayor parte de su tiempo a combatir y a rezar, estaban envidiosas de las riquezas materiales de las laboriosas hormigas blancas, pero no entendían el origen de esa prosperidad. En repetidas ocasiones las hormigas verdes intentaron apoderarse del hormiguero de las hormigas blancas. En vano: la fidelidad de las hormigas blancas a La Gran Hormiga Eterna las protegía. Una vez rechazados los ataques de las agresivas hormigas verdes, las hormigas blancas retomaban sus labores y seguían creciendo y prosperando.
Un buen día, algunas hormigas blancas se fueron a explorar el mundo más allá del Gran Charco, en dirección oeste. Una vez allí, estas construyeron un nuevo hormiguero parecido en algunos aspectos al hormiguero de origen pero distinto en muchos otros. Ese fue el principio de las hormigas azules.
Las hormigas azules eran muy industriosas y la nueva tierra ofrecía muchas posibilidades a su ingenio y su laboriosidad. Allí construyeron un tipo nuevo de sociedad, aparentemente fiel a La Gran Hormiga Eterna, pero en los hechos bastante injusta y poco social.
Una vez el nuevo hormiguero bien establecido, las hormigas azules decidieron extenderse más y más, y así llegaron de nuevo a sus tierras de origen. Vieron que podían sacar beneficios de ese reencuentro, y enriquecer un poco más al hormiguero azul. Entre esas hormigas azules, descendientes de las hormigas blancas se infiltraron unas hormigas con tirabuzones muy codiciosas, que acabaron por corromper a las hormigas azules y desviarlas de sus naturales instintos.
Este enriquecimiento tenía que pasar por una etapa obligatoria: había que forzar a las hormigas blancas a trabajar por casi nada. Para lograr eso, las hormigas azules, que se acordaban de los intentos infructuosos del pasado de las hormigas verdes por invadir el hormiguero de las hormigas blancas, pagaron a algunas hormigas blancas corruptas y venales para que abrieran las puertas del hormiguero a las hormigas verdes. Las hormigas azules usaron otras hormigas con tirabuzones y otras con mandil con gran poder de palabra e influencia en el hormiguero para que convencieran a las hormigas blancas de lo buenas que eran en realidad las hormigas verdes. Las hormigas verdes entraron por millares, por centenares de millares, por millones…
Detrás de las hormigas verdes, empezaron a llegar en masas compactas hormigas negras, amarillas y pardas, todas ellas parecidas en su voracidad y su incivilidad. Apenas llegadas al hormiguero de las hormigas blancas se lanzaban a saciar su apetito desmesurado, cogiendo lo que se les daba, robando lo que se les negaba, exigiendo siempre más.
Pero las peores eran las hormigas verdes.Tomando el ejemplo de su fundador, la hormiga con barba violenta y saqueadora, las hormigas verdes lo arrasaron todo a su paso, destruyeron la belleza, agredieron la justicia, violaron a la pureza.
Pronto, las hormigas blancas se vieron rehenes de las hormigas verdes, insaciables e improductivas. Para tratar de calmar su belicosidad y su carácter incivilizado de las hormigas verdes, las hormigas blancas les daban cada día más comida y comodidades para controlar su agresividad. Cuanto más se abrían las puertas más se degradaba la vida de la hormigas blancas, mientras las hormigas guardianas se enriquecían gracias a su complicidad con las hormigas azules.
Influenciadas por algunas hormigas rojas instrumentalizadas por las hormigas azules, la sociedad se volvía cada vez más violenta y materialista. Todo el mundo olvidaba poco a poco a La Gran Hormiga Eterna. Hasta se cuestionaba Su existencia. Mientras se propagaba el culto a la Hormiga Cruel y las hormigas verdes redoblaban su violencia contra las hormigas blancas.
Llegó un momento en que las hormigas verdes ya eran demasiadas. Ya no había trabajo para todos, ni seguridad en el hormiguero, la comida empezó a escasear ya que las hormigas blancas no daban abasto en producir lo que las perezosas y voraces hormigas verdes y las otras devorarán sin cesar. Las hormigas blancas empezaron a desesperar, su vida se había vuelto un infierno. Pero por amor a su hormiguero, ahí se quedaban, los ojos llenos de lágrimas, añorando los buenos tiempos en que vivían solas entre ellas en un hormiguero en paz y en armonía, en la tierra en que sus antepasados habían sido enterrados.
Un sentimiento subía cada día más fuerte, cada día más general: el odio. Había que acabar con todo eso. De las quejas y las protestas se pasó a la resistencia.
De un lado y del otro del hormiguero, ya nadie esperaba más que una cosa: la Gran Confrontación.
…y las hormigas con tirabuzones una vez más, salen ganando y no hay quien las confronte…
BD…
madre mia como está el hormiguero…
yo le pondria un título coherente, le falta una moraleja
ejemplo: titulo: nose tipo “la globalización y la inmigración en nuestro hormiguero” y de moraleja: pués “sepan Uds. caballeros que debido a procesos de inmigración, colonialismo, globalización muchas personas estan siendo tratadas como mercaderias” yo que se… ya digo es un ejemplo de como lo entenderia yo
vale un saludo y personalmente me gustan las fábulas
Un gran artículo. Si se empezara a destruir el hábitat de la “hormiga blanca”, ya verías a todo el mundo protegerlas, pero como no se trata de hormigas…
Bravo. Cada vez somos más. Prevaleceremos como siempre hicimos.
Pues me parece que vendrán las hormigas celestes, y le diran a unas cuentas hormigas fieles, ea, ea, a construir un barco donde quepan todos los de noble corazón… que la Gran Hormiga Eterna va a limpiar todo, y para ello va a lanzar rayos y centellas, y agua a cantaros como nadie a visto, y fuego que saldrá de todas partes… y,y,… y … ¿quien va a sufrir por el dolor que van a sentir los que han corrompido al hormiguero… ?