Innoble doble moral del PNV
El Partido Popular sentenció a los socios de Pedro Sánchez como cómplices de la corrupción del PSOE por mantenerlo al frente del Gobierno y no dar opción a una moción de censura. Y si alguno de tales socios merece un reproche destacado por parte de los populares es el Partido Nacionalista Vasco (PNV), al que acompaña la etiqueta de responsable de la moción de censura contra Mariano Rajoy. En buena medida, el sanchismo es fruto de aquella decisión de los nacionalistas vascos, que se aferraron a una frase metida con calzador sobre la ‘caja B’ del PP en la sentencia del caso Gürtel para vestirse de puritanos y comprarle a Sánchez el discurso de la regeneración. De aquellos polvos, estos lodos; de aquellos Cerdán, Koldo y Ábalos –¡que fue el portavoz del PSOE en aquella moción de censura!–, esta crisis política de Sánchez, que es la crisis de su legislatura. Con argucia de leguleyo, el presidente del PNV, Aitor Esteban, ha aclarado que la decisión de su partido sobre Rajoy se basó en una sentencia, algo distinto de un informe de la UCO. Con este exótico regate a la inteligencia del ciudadano, Esteban busca una excusa admisible a su apoyo a Sánchez, pero solo consigue, en efecto, colocar al PNV en el terreno de la contradicción ética más evidente. Si el líder del PSOE no ha esperado a una sentencia para entregar la cabeza de Santos Cerdán, el argumento del PNV deviene hipócrita y, por supuesto, cómplice.
Abrazándose a Sánchez en este momento, el PNV demuestra que ha perdido mucho de aquella capacidad, entre elástica y viscosa, que le permitía balancearse en el arco político español, sin recibir críticas a, por ejemplo, gobernar con los socialistas en Vitoria y, al mismo tiempo, pactar la investidura de José María Aznar en 1996. Es evidente que el PNV siente la presión de EH Bildu y que una ruptura con el PSOE en este momento pondría en jaque su permanencia en Ajuria Enea en un futuro no muy lejano. No hay, por tanto, ninguna virtud en la posición peneuvista y sí mucha necesidad. A este ritmo de desgaste, quedará poco de aquel PNV que se las daba de buen gestor, de factor de estabilidad, de portador de valores como la prudencia y la honradez. No se puede pretender apoyar a Sánchez en las actuales circunstancias y que no le salpique a uno el fango de toda una etapa socialista fundada en la corrupción de las primarias de 2014 y de fondos públicos gestionados por la Administración central del Estado. El Partido Nacionalista Vasco se está quemando igual que los que pusieron la mano en el fuego por Santos Cerdán no hace más de 72 horas.
Un partido debe ser leal, por puro interés propio, a su función en el contexto político. Y el PNV ha dejado de serlo, revelando mucha menos inteligencia política de la que se le presumía. Hay que recordar que, pocos días antes de que el PSOE anunciara la moción de censura de 2018, el PNV apoyó los Presupuestos Generales presentados por el Gobierno de Rajoy. Su deslealtad con los populares queda hoy escrita en piedra tras ver cómo los ‘jeltzales’ se muestran condescendientes con el otro gran caso de corrupción de la democracia, junto con los ERE de Andalucía, que es la trama de comisionistas que campaba a sus anchas en el Consejo de Ministros y en la cúpula del PSOE. En otras condiciones, esperar a una sentencia sería un acto de prudencia. En las actuales, no es prudencia lo que muestra el PNV, sino un ejercicio innoble de doble moral.