Lo que nunca te contarán Yolanda, Marisu y cía
ED.- Luis Ventoso.- A los españoles las grandes cuentas públicas nos provocan más bostezos que un partido de curling, ese inexplicable deporte de invierno que se juega barriendo con una escoba. Pero conviene echarles un ojo, porque el Gobierno esgrime su supuesto éxito económico como escudo frente a la ola de roña. Los ministros salmodian el eslogan de «España va como un cañón» como si fuesen náufragos abrazados a un tablón zarandeando por la marejada de la corrupción. ¿Pero es cierto ese lema propagandístico?
Este martes el Gobierno y su trompetería mediática celebraron con euforia que la cifra de parados se ha quedado en 2.454.883, bajando de 2,5 millones por primera vez desde 2008. Pero vamos a encarar las verdades que nunca les contarán Yolanda, Marisu y compañía: esa cifra está trucada por todas partes. Sin las argucias del sanchismo, el número real de parados estaría en torno a 3,8 millones. Traducción: un puñetero desastre.
Se nos dice que «solo» hay ya 2,5 millones de parados. Pero se ocultan 800.000, camuflados como fijos discontinuos por una burda manipulación semántica de Yolanda Díaz. Es decir, ya tenemos 3,3 millones. Pero es que además los datos de empleo españoles están maquillados por el hecho de que Sánchez ha creado puestos de funcionarios a tropel: ¡medio millón desde 2018!
Pero incluso con las trampas sanchistas que bajan el paro a 2,5 millones de personas continuamos siendo el farolillo rojo de la UE. La tasa de desempleo media del club europeo es del 6,2 % y la nuestra del 10,9 %. Como siempre seguimos también liderando el desempleo juvenil, con un cuarto de los chavales en paro. Un enorme fracaso, vendido como un enorme éxito por el APM (Aparato de Propaganda y Manipulación).
Hay más. La cifra de endeudamiento de España ha crecido la burrada de un 35 % desde la llegada de Sánchez. Los socialistas, y la derecha de praxis socialdemócrata, nos han montado un país subvencionado que no es viable.
En una nación de 48,9 millones de habitantes solo trabajamos en el sector privado 18 millones (sumando empleados y autónomos). Y estos 18 millones de excéntricos con nóminas en empresas particulares del libre mercado sostenemos un tinglado público con 18,7 millones de compatriotas que cobran algún tipo de prestación del Estado (de los que el bocado del león son 10 millones de pensionistas y 3,6 millones de funcionarios).
Ahora están comenzando a jubilarse los babyboomers, el mayor grupo demográfico. Lo que se une a que el presidente populista Sánchez ha ligado alocadamente las pensiones al IPC para comprar votos cautivos. Resultado: la losa de las pensiones puede volverse ingobernable para un país que tiene su deuda pública ya en zona de peligro. Desde el año 2007 hasta hoy, el pufo de la Seguridad Social se ha multiplicado por siete. Y ese indigerible bolo va a ir a más.
Si nos paramos a pensarlo un poco, el panorama de la economía española da más miedo que una peli de terror gore. La deuda pública a cierre de 2024 fue de 1.620.602 millones de euros, tras crecer 45.224 millones en solo un año. La productividad es pobre y las bajas laborales se han disparado (cada día casi un millón de españoles faltan al trabajo). De propina los socialistas y los comunistas nos proponen currar menos y cobrar lo mismo. Y como decía, los datos de paro están trucados y la estructura productiva del país refleja que los activos vamos caminos de vernos superados por los sostenidos por el Estado.
Admiradas Marisu y Yolanda, dilecto Líder Providencial: la economía española es un castillo de naipes montado sobre el dopaje de la deuda. Y eso no tiene futuro, porque como advertía el viejo dicho labriego, «donde no hay mata no hay patata».
El famoso éxito económico de Sánchez es en realidad el preludio de una ruina. Y el «cohete económico» me recuerda al simpático globo de las fiestas de Betanzos, que sube airoso en medio de la gran euforia festiva… y al cabo de unas horas aparece pinchado y deslucido en alguna leira perdida a pocos kilómetros.
Pero bueno, qué importa todo este muermazo. Mientras tengamos el Netflix, las cañitas y la paguita…