Madrid y Andalucía, baluartes de la hispanidad
Siempre se ha dicho que “Asturias es España y el resto tierra conquistada”. Más que un simple dicho popular, esa afirmación encierra una verdad histórica: fue en las montañas asturianas donde comenzó la Reconquista, germen del futuro Reino de España. Sin embargo, con el paso del tiempo y especialmente tras el final de la dictadura franquista, el mapa cultural y sentimental del país ha experimentado una transformación profunda.
Hoy, en pleno 2025, puede afirmarse que la hispanidad —ese concepto que engloba la identidad cultural, lingüística y espiritual compartida por los pueblos de habla hispana— ha encontrado sus nuevos bastiones en la Comunidad de Madrid y en Andalucía. Mientras que buena parte del norte peninsular se ha distanciado de los símbolos y tradiciones que históricamente han definido a España, estas dos comunidades han mantenido viva una conexión genuina con el legado histórico y cultural del país.
En Madrid, corazón político y económico de la nación, se respira una defensa activa de la unidad y del sentimiento nacional. Lejos de renunciar a las raíces comunes, la capital abraza su papel de nexo de todas las regiones, integrando costumbres de cada rincón sin renegar de la esencia española. Su dinamismo y diversidad no han supuesto una fragmentación, sino un refuerzo de la identidad hispánica.
Pero es en Andalucía donde la hispanidad encuentra su expresión más viva y arraigada. Solo hay que observar la Feria de Abril en Sevilla, donde desde muy corta edad, los niños visten con chaqueta y corbata, aprendiendo a vivir la tradición con naturalidad y orgullo. Lejos de ceder ante las modas pasajeras, las familias andaluzas fortalecen sus raíces culturales frente a las olas de modernismo que tratan de diluir la herencia común.
La Semana Santa, con sus procesiones multitudinarias, y romerías como la del Rocío, donde familias enteras se unen en devoción y convivencia, son muestra clara de una comunidad que no solo conserva, sino que celebra sus tradiciones con fuerza y fe.
Además, Andalucía no solo es tradición; es también vanguardia en ciencia, investigación y medicina. Instituciones andaluzas lideran descubrimientos que ofrecen esperanza y soluciones médicas a nivel global. Desde sus universidades y centros tecnológicos se generan avances que demuestran que la modernidad no está reñida con el respeto a la historia, sino que puede caminar de la mano con ella.
Asturias y Cantabria se mantienen también fieles a ciertos valores tradicionales, pero el conjunto del norte peninsular —con sus diferentes particularismos culturales y sus movimientos identitarios— ha ido alejándose de la hispanidad entendida como elemento común. En muchos casos, se ha optado por enfatizar las diferencias frente a lo compartido, diluyendo la idea de una identidad nacional cohesiva.
En este contexto, Madrid y Andalucía asumen, casi por inercia pero también por convicción, el papel de custodios de una España histórica que sigue viva. No lo hacen desde la nostalgia, sino desde la acción diaria, desde la educación de los más jóvenes, desde la devoción popular y desde la innovación. Son, hoy más que nunca, los verdaderos sostenes de la hispanidad en la península ibérica.
*Exportavoz municipal de Vox en Benalmádena (Málaga)
Y Castilla y León ¿que? no existen