Lecciones de la Historia: el final de la «guerra fría»
En nueve días se cumplirán exactamente tres años del comienzo de la «Operación militar especial» sobre Ucrania. Esa guerra, como casi todas las desarrolladas en el mundo a lo largo de la Historia, trae causa de la ambición de poder de los seres humanos que intentan su satisfacción mediante la aplicación de la ley del «más fuerte».
Esa fuerza se concreta en el uso de armas cada vez más letales a medida que el desarrollo científico y tecnológico las ha creado y las guerras con ellas han definido las fronteras de los países y naciones en el mapa mundial a lo largo del tiempo.
En el siglo XX, las dos guerras mundiales definieron obviamente las fronteras en Europa, que fueron las establecidas en la Conferencia de Postdam, vigentes desde 1945 y durante toda la «guerra fría» que acabó con la desaparición de la URSS el 8 de diciembre de 1991. Es evidente que si en lugar de una victoria de los Aliados hubiese sido el Eje el vencedor, el mapa europeo y mundial y los valores y principios imperantes serían muy diferentes de los actuales.
Así, la desaparición de la URSS significó que, por ejemplo, Ucrania se convirtiera en una República independiente al igual que Rusia con Boris Yeltsin, etc. Ya que estuvieron unidas bajo el mando supremo de Moscú no por su libre voluntad sino por la del PCUS -el partido comunista de la Unión Soviética- que había conseguido el poder tras la revolución bolchevique de octubre de 1917 y la posterior guerra civil «blancos y los rojos» con la derrota de los primeros.
Alcanzar ahora un final de la guerra en Ucrania basada en «paz por territorios» – la península de Crimea y otros territorios de la frontera marítima de Ucrania- no es sino una aplicación más de lo que desde el principio del mundo ha regido en la humanidad: la ley de la fuerza. Y con ese poder generan después la Ley y el Derecho que conviene a sus intereses en los países y sociedades bajo su dominio.
El poder de «este mundo» se consigue mediante el control de las finanzas, la política y los medios de comunicación. En Fátima, la Virgen vino en plena 1ª Guerra Mundial «para acabar con ella» (como así fue en 1918), y prevenir de una «guerra mayor» -que sería la 2ª- si no había conversión, porque «las guerras son consecuencia de los pecados de los hombres».
Cuando san Juan Pablo II atendió a su mensaje y consagró Rusia a su Inmaculado Corazón, cayó el Muro de Berlín y desapareció la misma URSS. Y sin guerra ni violencia alguna.