El Mal en estado puro se manifiesta en la mente y el corazón de las sociedades del bienestar
Magdalena del Amo.- Estamos viviendo el resultado de décadas de programación mental, de adoctrinamiento sistemático a través de ideas que han ido derivando en ideologías perversas, hasta convertirse en un monstruo totalitario que nos acecha, amenaza y rige nuestras vidas; un esperpento antivalores, antivirtudes, contranatura, destructor de cuerpos, mentes y almas, diseñado por una minoría de personas desequilibradas, influidas por fuerzas tenebrosas y adoptado borreguilmente por las sociedades llamadas avanzadas. Este es el quid. Por acción u omisión, somos culpables de todo esto, y de poco valen los lamentos ahora que la maquinaria de la demolición trabaja a pleno rendimiento.
Mientras la bestia luchaba por las ideas en el campo de batalla, la sociedad del cambio y falso renacimiento permanecía distraída con los mil entretenimientos ad hoc, muy a gusto en modo zombi. Y aquí estamos, ejerciendo de semi racionales en un mundo agonizante y distópico, gobernado y parasitado por los servidores de los ideólogos de la Maldad.
En medio de todo este sinsentido, algunas voces parecen despertar y hacer amago de unirse a la lucha, lo cual, por momentos, nos anima a pensar que no todo está perdido. Pero solo es flor de un día. No quiero decir que no haya casos recuperables, pero, en general, suelen ser “militantes” del lado oscuro y “comulgantes” con intragables ruedas de molino. Ellos forman parte de esa masa hueca e intoxicada, movida por un alma grupal que ha integrado la inversión de valores como algo bueno, y actúa como el sistema espera de ella. Sus ideas, discursos y frases no son propios, sino repeticiones elaboradas por los creadores de opinión. Curiosamente, son los transmisores de la leyenda negra con todos sus flecos. Hablamos de lo peor de la sociedad. Es triste, pero así es.
La última reunión del Foro de Davos acordó instaurar la censura por ley, a fin de evitar los bulos o las fake news. Recordemos que, para los dictadores, bulo es toda noticia que ponga al descubierto sus trampas. Pedro Sánchez estuvo muy aplicado en este punto, prometió implementarla en España y, a la vuelta, anunció su ley mordaza.
La prisa del marido de Begoña Gómez era evidente. Tenía información de que la guinda de la corrupción de su gobierno –el más corrupto, desvergonzado y surrealista de la historia de la democracia—estaba a punto de estallarle en la cara. Como así fue. El caso Koldo, como origen del caso Begoña son vergüenzas nacionales dignas de Guinness; no solo los hechos en sí, sino el modus operandi del gobierno para gestionar los asuntos de tribunales: primero protegiendo a una investigada por varios delitos, con un despliegue de furgones, policías, helicóptero y drones, que para sí lo hubiesen querido los guardias civiles asesinados en Barbate en una lucha desigual contra los narcotraficantes.
La saltimbanqui pancartera feminista es pionera en este tipo de “corrupción de género”. Nunca un presidente del gobierno había tenido una mujer tan avispada y persuasiva, capaz de tener una cátedra sin ser licenciada y un Consejo de ministros para aprobar partidas destinadas a sus amigos. Lo del hermano músico y su enriquecimiento es otra. Y en la cúspide de la pirámide, como auténtico responsable, el propio Sánchez, que no solo se ha negado a declarar, como su doña, sino que se ha querellado contra el juez Peinado. ¡Surrealismo puro y desvergüenza total! Pero llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿En quién o en quiénes se respalda Pedro Sánchez? ¿Se sabe seguro porque está siguiendo fielmente el mandato de demolición de España? Demolición física, pero, sobre todo, moral, aspecto de más difícil reversión. Y aquí surge otra pregunta: ¿Podrían dejarlo caer si las reacciones exceden a lo medianamente razonable? Sabemos cómo se las gastan estos de las cúpulas.
A pesar de todo, las voces discrepantes a las que aludimos en párrafos anteriores, volverían a votar a Sánchez. Basta un eslogan repetido y varias frases cortas de laboratorio, para que la discrepancia puntual quede en el olvido. Tienen interiorizado que no votar sociocomunismo es ser facha y pertenecer a la “fachosfera”. Y eso no les mola. ¡Pobres manipulados incapaces de pensar por sí mismos! Lo peor de todo es que ni siquiera saben que otros han diseñado el golpe de efecto para hacerles volver al redil.
Y si en España sufrimos el azote totalitario, los venezolanos padecen en sus carnes la guerra sangrienta del comunismo más atroz, que es la concreción del satanismo, cuyo lema podría ser “mentira, miseria y muerte”. En este momento, tras el pucherazo electoral, hay cientos de muertos y desaparecidos. Y los dictadores asesinos no se van ni con agua caliente. ¿Qué esto no pasará en España? Esto también pasará aquí, si no conseguimos frenar el desatino sanchista. Vergonzosamente, Sánchez apoya a Maduro, porque son idénticos, con el mismo diagnóstico de psicópatas narcisistas y otros síndromes mentales, aparte de ser mala gente. Rodríguez Zapatero es el gran cáncer que socaba los cimientos de nuestra civilización y esencia; el gran licenciado en corrupción de Estado, narcotráfico y otros temas impronunciables, top secret, eyes only.
Aparte de la política, cualquier ámbito vital está imbuido de esta dinámica de Maldad y distopía. Los Juegos Olímpicos están siendo un escaparate de irregularidades, y no es casual. El ideólogo de toda la subcultura y parafernalia queer, Michael Faucault, excéntrico pervertido donde los haya, decía: “No pretendemos que la sociedad nos acepte, sino imponer nuestros criterios y que invierta sus valores por los nuestros”. De esto, hace más de medio siglo, y casi lo han conseguido. En las Olimpiadas de París están mostrando aspectos que sus herederos ideológicos quieren visibilizar y sacar a debate para la estocada final. La representación burlesca de la última cena, con una panda de drag queens repulsivas y la “gorda lesbiana” –como ella misma se define— representando a Jesús, coronada con el candelabro judío, acompañadas de niños ligeros de ropa, invitando a la pederastia, fue un esperpento vergonzoso. Son los valores de la nueva sociedad. Y esta ideología se sigue directa y transversalmente, no solo en las series de Netflix y demás plataformas creadas para deformar, sino en los centros de enseñanza. ¡Papás, mamás: despertad y quitaos la venda! Están pervirtiendo a vuestros niños. No os extrañéis, después, si llegan a casa diciendo que son binarios o que quieren cambiarse de sexo y de nombre. Es el efecto del veneno inoculado, del adoctrinamiento sistemático de la maquinaria del sistema.
Pero faltaba en estos Juegos Olímpicos el espectáculo bochornoso del boxeo “femenino”, entre una mujer y una persona que padece hiperandrogenismo. (Me niego a escribir que eran dos boxeadoras, por mucho que la prensa titule: “La argelina Khelif ganó en tan solo 40 segundos a la púgil italiana, Angela Carini”. No entraré en el juego de esta corriente fomentadora de falacias. A esto me he referido más arriba cuando hablé de complicidad en la instauración de estas doctrinas ideológicas totalitarias que tanto daño están haciendo. La prensa, al servicio del estáblisment, emplea subterfugios como: “tiene biología de hombre, o su nivel de testosterona es compatible con el de un varón”, para evitar hablar claro.
Estos días se ha publicado un buen número de artículos científicos, explicando los tipos de fenotipo y genotipo, que justificarían la consideración de la boxeadora como mujer y, por tanto, apta para competir con mujeres que tienen el nivel de testosterona justo del sexo femenino. Se mire como se mire, es una discriminación hacia las mujeres deportistas que han nacido normales. ¿O es que para no discriminar lo anómalo –esto lo es—tiene que sufrir la discriminación quien ha nacido con los parámetros hormonales equilibrados? Es algo que debería ser revisado por los comités y, si esto es como dicen, deberán establecer un nivel máximo de testosterona en personas que se presentan como mujeres. En el caso de Khelif, salta a la vista. Su cara es varonil, muy masculina, de macho total.
Hay una intrahistoria abstrusa sobre su nacimiento, sus presuntas mutilaciones y su registro. Demasiadas contradicciones. Y los artículos científicos que pretenden arrojar luz, tampoco consiguen clarificar demasiado. Respecto a la ciencia en esta especialidad de “nueva antropología” –al servicio de la causa—, aún estamos esperando que se pronuncie y condene el experimento de género del doctor John Money, que llevó a la desgracia a los hermanos gemelos, Bruce y Brian Reimer, que, tras años de tratamiento contranatura para cuadrar la ideología venciendo a la naturaleza, acabaron suicidándose y toda la familia patas arriba. Sin embargo, la ciencia, que apostaba por el ensayo y lo tildaba de exitoso, de acuerdo a las revisiones anuales, nunca se disculpó ni dio cuenta del fracaso. Por eso, en esta materia, que más que humana obedece a pura megalomanía científica y a cuestiones políticas, tampoco de la ciencia podemos fiarnos.
En el caso de Khelif, hablamos de una persona, no con cromosomas XX, sino con cromosomas XY, hasta donde sabemos, capaz de dejar embarazada a una mujer.
Como apuntamos, esto no ocurre por casualidad en unos juegos seguidos por millones de personas. Los señores del NOM pretenden desestabilizarnos, volvernos inseguros e incapaces de deducir por nosotros mismos. Por eso decía el malogrado expresidente de Chile, Sebastián Piñera, que en un futuro muy próximo no tendríamos necesidad de pensar, que otros lo harían por nosotros. Y eso ya está ocurriendo; incluso se propician situaciones emocionales para incitar al llanto, a la alegría o al miedo; y quizá a situaciones más extremas.
Posicionarse y manifestarse públicamente a favor del orden y en contra de la corriente oficial no solo no es políticamente correcto, sino que incluso se podría incurrir en delito. ¡Así estamos! Pero todos sabemos qué es un hombre y qué una mujer, aunque muchos no se pronuncien para no quedarse fuera del rebaño.
Irene Montero, la responsable de que cientos de agresores sexuales estén excarcelados, campando a sus anchas, en virtud de su disparatada ley del Sí es sí hasta el final y la no menos antinatural y anticientífica Ley trans, se ha manifestado a favor de la campeona argelina, y de que los hombres transgénero compitan con mujeres. Esto sí que es fomentar la desigualdad. ¡Y con la ley en la mano!
Como curiosidad, me pregunto qué hará la susodicha y excompañera de Pablo Iglesias con la recién otorgada Gran Cruz de la Orden de Carlos III, un distintivo cuyo lema es Virtuti et merito, algo de lo que la galardonada adolece por razones obvias; lo mismo que el resto de agraciados, ellos y ellas. Su historial y trayectoria de vida no va muy en consonancia con la Virgen de la Inmaculada que la Cruz lleva en el centro, uno de los símbolos más puros y emblemáticos de la cristiandad. Toda una mofa sacrílega que hace sentir vergüenza ajena a las gentes de bien, incluso a los que no son creyentes. Comparable a la escenificación grotesca de la última cena de Jesús, representado por el elenco faucaultiano y la gorda lesbiana, y orgullosa de serlo, como ella misma expresó. ¡Señales de los tiempos!
Los temas tocados a lo largo del artículo, aunque aparentemente inconexos, son piezas del mismo puzle. Son estertores de muerte de un sistema corrupto hecho trizas. Las perspectivas para un futuro próximo no son muy halagüeñas, porque el Mal avanza a pasos agigantados y, disfrazado de Bien y Verdad, penetra en nuestras casas, en nuestros centros de enseñanza, en nuestras iglesias, en nuestros cuerpos y en nuestras mentes. Son las tretas del gran engañador, del Príncipe de este mundo, del que nadie se atreve a hablar. Y, sin embargo, está más presente que nunca en la sociedad de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial y el metaverso. Nosotros seguiremos firmes, siendo baluartes en la lucha por un mundo mejor y la preservación de nuestra esencia divina.
*Psicóloga, periodista y escritora
Sin duda con la anterior plandemia si hubiesen querido nos quitan a la mayoría del mapa. Pero a la vez, y aunque parezca que viven en un fortín inexpugnable, tienen miedo, son demasiados enemigos los que se forjan a diario. En realidad, nadie les puede ver porque, quien piense tan sólo un poco, sabe que no son de fiar y que detrás de esas sonrisas eternas para la cámara y esos apretones de manos de contorsionista (saludo masón) hay auténticos psicópatas de manual que matarían a su madre si se tercia para lograr escalar tan sólo un peldaño más en… Leer más »
No hay nada que hacer, avanzan a gran velocidad sin oposición
El fascismo woke se impone coaccionándonos a lo Bestia.
O sea, lo han convencido.Este es el problema.Que son muchos, tal que Vd., que están convencidos. Y es un error..
Que no son gigantes, que son molinos de viento….
Ya ha pasado más veces…
Porque nada hay nuevo bajo el sol.