La estrofa 395 del Libro de buen amor. Reconstrucción del arquetipo
Por Alberto González Fernández de Valderrama.- ¿Alguien sabe lo que es una mula camurzia? Yo no, desde luego. Y el Arcipreste de Hita tampoco. Pero no importa; porque esta extraña palabra, presente en esta estrofa con alguna variante en todas las ediciones del Libro, no es sino una deformación del texto original que nuestro gran poeta escribió. Ahora, con un poco de sentido común,levantaremos el velo que un copista poco diligente arrojó hace setecientos años sobre esteanimal, convirtiéndolo en una especie no catalogada por ningún tratado científico, para desconcierto de la comunidad filológica.
Según la edición de Blecua, dice:
« Coidan se la cassar, como las otras gentes, (395)
porque se onren d’ella su padre e sus parientes;
como mula camurzia aguza rostro e dientes,
remeçe la cabeça, a dïablos tiene mientes.»
Situaremos la estrofa en su contexto. Se encuentra incardinada en un episodio que algún copista tituló«Aquí fabla de la pelea que ovo elArçipreste con Don Amor», y comprende las estrofas 388 a 406, aunque en realidad es un fragmento de otro episodio mucho más amplio,representativo de un género literario medieval conocido como «debate» o «diálogo» que consiste en una controversia o disputa entre dos personajes sobre algún tema concreto. En nuestro caso, el Arcipreste-narradorreprocha al personaje alegórico ‘don Amor’su perfidia y el sufrimiento que causa a los seres humanos y a él en particular; posteriormente, en el episodio titulado «Aquí fabla de la respuesta que Don Amor dio al Arçipreste», su interlocutor se defiende de tales acusaciones y culpa a aquel de sus propias desdichas en materia amorosa.
Esta estrofa, que nos ha llegado en dos manuscritos medievales (S y G), forma parte de un subgrupo de cuatro (394 a 397) en las que el Arcipreste concreta su reproche en el ejemplo del padre que rodea a su hija de toda clase de caprichos y la mantiene enclaustrada para resguardar su virtud y casarla el día de mañana a su conveniencia preservando el honor y el interés de la familia, a pesar de lo cual no consigue evitar que se acabe rebelando contra la autoridad paterna, pues don Amor inculcará en su mente alguna pasión amorosa hacia un tercero que no cumpla los cánones requeridos, provocando un conflicto familiar. Pero antes de entrar en el examen pormenorizado de la misma es necesario hacer unas observaciones previas, pues esta estrofa trae causa de la 388, en cuyo primer verso se encuentra una palabra que ha sido indebidamente transcrita e interpretada por todos los editores.
En el verso 388a el Arcipreste comienza reprochando a don Amor su conducta por traer el mal a tantas personas valiéndose de cierto defecto o pecado humano. Según el ms. S, que -no nos cansaremos de repetir- se trata de un producto edulcorado y mistificador, dice:
«Con açidya traes estos males atantos»
Pero la acidia, que es la pereza espiritual, no tiene ningún papel en la disputa que a continuación se desarrolla entre los dos interlocutores, por mucho que Cejador lo justifique anotando: «Açidia, como se ve, es la molicie propia del amor, que afloja los ánimos y los encenaga y lleva a los hombres hasta a la herejía […]».
En cambio, si atendemos a la lectura del ms. G el contenido del verso es bien diferente, además de no presentar la hipometría del primer hemistiquio de la anterior versión:
«Con la viçiedat traes estos males atantos».
Ciertamente, ningún editor ha creído leer «viçiedat» en este verso del ms. G sino una simple corrupción de «acidia» escrita erróneamente por el copista como «vçiadia». Pero esta palabra es clave para entender todo el pasaje, porque significaría que el reproche que el Arçipreste hace a don Amor es doble: no solo por ser capaz de provocar una loca pasión amorosa a la doncella en contra los designios de su padre, sino también por engañar al propio padre haciéndole creer que el amor que debe profesar hacia su hija para tenerla bajo su control consiste en malcriarla a base de caprichos y lujos; es decir, de los «viçios» a los que se refiere la estrofa 394, que da pie a la que va a centrar nuestra principal atención. Demostraremos que nos encontramos ante esta palabra y no ante otra cotejando varias fotografías del ms. G.
Veamos en primer lugar la imagen de la palabra hasta ahora considerada «acidia»(açydia) en el verso 388a, leída ahora «viçiedat», seguida por sendas imágenes de las palabras «viçios» y «viçio» de otros dos versos del Libro transcritos por el mismo amanuense:
Y ahora veamos un montaje fotográfico con el lexema «viçi-» de la palabra «viçios» del verso 394c arriba reproducido y el morfema «-edat» de la palabra «neçedat» del verso 566a también del mismo copista. La similitud gráfica de esta creación artificial con el término que nos encontramos en el verso 388a es evidente:
Con esta nueva premisa entraremos en el análisis de la estrofa 394, que reseño según la versión del ms. G:
«Tiene omne su fija, de coraçón amada, (394)
loçana e bien fermosa, de muchos deseada;
con viçios es criada, encerrada e guardada:
do coida tener algo, en ella non tiene nada ».
Ya hemos indicado el significado general de los tres primeros versos; pero el cuarto ha presentado siempre dificultades de comprensión para todos los editores, por lo que, teniendo en cuenta las observaciones anteriores, procederemos a dar nuestra versión: Ya que la crítica que el Arcipreste hace a don Amor se refiere no solo a lo que induce a hacer a la hija sino también al mal consejo que da al padre respecto a cómo debe comportarse con ella, la viçiedad con que la malcría, el cuarto verso no puede significar otra cosa que: «allí donde el padre cree tener asegurado (cuida) algo importante (su virtud, su obediencia, etc) se equivoca en cuanto a las intenciones de su hija, que debido a alguna pasión amorosa que experimente tratará de contravenir los deseos paternos, pues ella misma se ha vuelto caprichosa a base de tanto regalo y tanto lujo».
Llega el momento, pues, de adentrarnos en la estrofa 395 que reproducíamos al principio de este trabajo.
Análisis del primer verso
La lectura de éste difiere en los dos manuscritos, pero su significado, en conexión con el siguiente verso, es diáfano. En el primer hemistiquio el ms. S contiene un evidente error morfológico al emplear la forma plural cuydan (tienen en su mente, desean), cuando el sujeto al que se refiere la acción en la estrofa anterior es el padre, no los padres. Aparte de ello omite el adverbio bien que consta en el ms. G. Como excepción, consideraré que esta palabra es un añadido innecesario para la comprensión del verso, que además lo convierte en hipermétrico. El segundo hemistiquio, en cambio, es idéntico. Por lo tanto el verso quedaría: «Cuyda sela casar como las otras gentes».
Análisis del segundo verso
Es el mismo en ambos manuscritos («porque se onrren d’ella su padre y sus parientes») y no presenta problemas de comprensión. Tenemos, pues, en los dos primeros versos, un mensaje claro: El padre tiene previsto casar bien a su hija como las demás gentes de su clase social, para que se sientan honrados él mismo y sus parientes. Pero es a continuación de este simple enunciado cuando comienza la dificultad interpretativa por la existencia de esa enigmática palabra cuyo significado vamos ahora a desentrañar.
Análisis del tercer verso
Aquí comienza a expresarse el sentimiento de frustración que las previsiones del padre provocan en su hija, forzada a acatar su voluntad en contra de sus propios deseos. En el ms. S se lee: «como mula camursia [camurzia?] aguza rostros e dientes», y en el ms. G: «como mula camuca [camucia?] aguza rostro e dientes».
Veamos lo que los diferentes editores del Libro comentaron al hilo de la variedad gráfica que escogieron de este extraño adjetivo que recae sobre la metafórica mula:
La edición de T. Sánchez (1790) escribe camursia y anota: «Aplicado a mula parece vieja, traydora». Janer (1846) la sigue sin comentarios. Ducamin (1901) opta por escribir esa misma palabra pero con otro alógrafo de la letra ese llamado “sigma” (camurσia), sin glosarla. Cejador (1913) transcribe camuçia corrigiendo las erratas de transcripción que cree advertir en los respectivos manuscritos y anota, con su proverbial imaginación: « como camuça o gamuza salvaje: alude a lo mohína, como mula mohína, como rebeco cimarrón ». J. M. Aguado, en su Glosario sobre Juan Ruiz (1929) tiene una entrada para camurçia, y después de asegurar que deriva de camuzzum, género de paño, termina definiendo mula camurçia como mula asustadiza. Chiarini (1964) escribe camuçia y anota: « …fonéticamente CAMUSIU pudo dar en español: camueso (comp. segusiu > sabueso), camusu (comp. lausia > losa) y quizá por semicultismo o leonesismo (?) camuçio ». En definitiva, para Chiarini se trataría de una deformación no documentada de la palabra camueso, que en lenguaje coloquial significa ‘ignorante, necio’.
Corominas (1967), que se remite varias veces a su propio diccionario etimológico, cree que la palabra que debe leerse es camuça, no çamuçia, y comenta: «Según el contexto, el vocablo ha de significar ‘(mula) mohína, arisca’. Es hápax. Su etimología es desconocida, pues así la relación que se ha querido establecer con la familia del fr. camus ‘chato’ (V. DCEC, s.v. camuesa), como la que habría con el nombre alpino de alguna cabra montés o rebeco (DCEC, s.v. gamuza) son totalmente inciertas, por no tener estas voces representantes autóctonos y realmente antiguos en la Península Ibérica. En el aspecto semántico no sería inconcebible que se hubiera comparado una mula mohína con un rebeco por lo arisco de los dos animales, o con una cabra cualquiera, por el carácter voluntarioso de ésta, aunque está lejos de ser evidente, y no hay buena correspondencia fonética, pues CAMOCEM tiene Õ y no Ũ, y todas las formas romances y germánicas que de él derivan suponen una base con Õ, al parecer; el cast. gamuza, port. camu(r)ça, que no es autóctono, tiene una u explicable por ser préstamo del alto-italiano o del provenzal alpino, donde este cambio tiene carácter regular. La coincidencia de la r del camurcia de S y del port. camurça con algunas formas alpinas del nombre de la cabra montés es llamativa, pero no prueba mucho; V. en cuanto al portugués lo que digo en DCEC, s.v. gamuza, n. 1; la forma de S, aislada, no prueba nada; quizá sea debida a un influjo meramente material del port. camurça. […] ».
Criado de Val-Naylor (1972) recogen camursia sin comentarios. Joset (1974) prefiere camuça y anota: «Se desconoce la etimología (camusiu > fr. camus?, gamuza?)». Coincide con Cejador en que debe significar ‘(mula) mohína’ y advierte de la posibilidad de que tenga otros sentidos derivados del francés camus: ‘angustiado, confuso, engañado en sus esperanzas, tímido, sorprendido, asombrado, estúpido, aturdido’, mencionando también el antiguo provenzal gamuzia ‘estupidez’, y el bearnés camusade: ‘travesura’. Gibbon-Monnypeny (1987) sigue la lectura camuça de Corominas y su interpretación. Blecua (1998), como hemos visto, escribe camurzia y comenta: « ‘airada’, quizá. Se ha relacionado con el fr. camus, ‘chato’ -como en cat. Camusso- y ‘espantado, asustado’, pero es voz que se sitúa más en el campo semántico de la sorpresa y miedo que en el de la ira. Valga por ahora la interpretación de Corominas. Lo más lógico sería relacionarla con gamuza (it. camoccie), con la acepción de ‘salvaje, montaraz’»
En definitiva, la mayor confusión reina en el mundo de la filología al tratar de explicar este “hápax”, esta palabra que en realidad no puede definirse de ninguna manera porque no existe.
Para descubrir el origen de esta deturpación del texto original tenemos que recordar que en los dos últimos versos de la estrofa 395 se contiene la reacción de la jovencita a las pretensiones de su padre, que aspira a casarla a su conveniencia, sin importarle en absoluto los sentimientos de su hija. Y es que ésta se tiene que sentir tan desesperada que, como la mula que no soporta su yugo o la carga que han puesto sobre su lomo y quiere liberarse de esa opresión angustiosa, cabecea agachando el cuello; es decir, estamos hablando de la «mula que amusga».
El proceso de corrupción del texto fue el siguiente: El primer copista se encontró con el pronombre relativo «que» abreviado mediante una virgulilla superpuesta a un «q» o directamente lo abrevió él al transcribir el original (que amusga > q̃ amusga). En algún momento la abreviatura y el verbo se juntaron (q̃ amusga > qamusga) y algún copista convirtió la «q» inicial en «c» (qamusga > camusga). Al resultar ininteligible esta palabra resultante se confundió también la letra «g» con una ce cedillada (camusga > camuça). Esta ç fue transformada más tarde en otras consonantes sibilantes (camuca > camusa, camussa, camuza) y de cualquiera de estas formas llegó a la posible lectura actual camurzia.
Covarrubias define el verbo amusgar en relación precisamente con las mulas “de alquile”, es decir, las que se veían forzadas a transportar pasajeros desconocidos y tenían tendencia a rebelarse desprendiéndose violentamente de su molesta carga:
«AMUSGAR, es vicio de bestias falsas quando quieren hacer alguna bellaquería de las que saben, especialmente las mulas de alquile, que tuercen el hozico, y la oreja […].»
Por su parte, el Diccionario de Autoridades (Tomo I, 1726) aporta una definición similar de esta palabra:
«AMUSGAR. v. a. Echar el caballo, yegua, macho, o mula las orejas hacia atrás, torciendo la boca: movimiento que hacen cuando quieren hacer alguna bellaquería: como morder, tirar coces, o dar corcovos».
Y en su Tomo II (1729) define este último vocablo, hoy en desuso:
«CORCOVO. s. m. El salto malicioso que da el caballo, metiendo la cabeza entre los brazos, para echar de sí al jinete. Dícese también así el movimiento que se hace encorvando el cuerpo, saltando, o andando violenta o apresuradamente».
Por último, el diccionario de la RAE define amusgar como:
«1. tr. Dicho de un caballo, de un toro, etc: Echar hacia atrás las orejas en ademán de morder, tirar coces o embestir»
Aclarado este singular misterio, explicaremos el segundo hemistiquio de este verso: «aguza rostro e dientes».
En el ms. S leemos “rostros” (labios) mientras que en el Gse lee “rostro” (boca, hocico), forma ésta que prefiero porque cuando el Arcipreste se refiere a los labios utiliza normalmente la palabra «labros/labrios».
La definición más fiel de lo que significa esta expresión en el presente contexto la encontramos en la estrofa 66 de la obra De los signos que aparescerán ante del juicio, de Gonzalo de Berceo, en la que este poeta del S. XIII relata los horrores que experimentarán los condenados en el Juicio Final:
«Verán por el su ojo los infiernos ardientes.
Cómmo tienen las bocas abiertas las serpientes.
Cómmo sacan las lenguas e aguzan los dientes.
Entendrán bien que tienen a mala parte mientes»
Es decir, la joven doncella, como mula que amusga, contrae su boca mostrando los dientes como el que llora o presencia una escena que le horroriza.
Análisis del cuarto verso
Termina la estrofa concretando el movimiento de la mula que amusga: sacude, «remece» la cabeza de un lado para otro queriéndose quitar esa carga que le importuna tanto mientras maldice su situaciónrenegando de la moral que se le quiere inculcar y de su triste destino: «a [en] diablos tiene mientes [el pensamiento]». Esta lectura sería correcta desde el punto de vista métrico si deshacemos el hiato de diablo diptongando sus vocales contiguas. No obstante, el ms. Scontiene otro texto diferente: «a mal seso tiene mientes». No creo que sea ésta la lectura original: además de hacer al hemistiquio hipermétricosu redacción no es tan diáfana, tan precisa, y parece incluso una redundancia: “tiene el seso puesto en mal seso”. Seguramente su copista querría quitar toda referencia al diablo y a las maldiciones como centro de los pensamientos de la joven doncella edulcorando su actitud moral frente a su pesadilla. Por lo tanto, elegiré una vez más la versión del ms. G. Y de este modo llegamos al momento final, con la reconstrucción del arquetipo, que reproduzco con grafía modernizada:
«Cúidasela casar, como las otras gentes, (395)
porque se honren de ella su padre y sus parientes;
como mula que amusga, aguza rostro y dientes,
remece la cabeza, a diablos tiene mientes.»
Decida el lector sobre todo lo dicho, a la vista de la imagen de esta estrofa en cada uno de los manuscritos mencionados.
Voy a ver si encuentro mis ediciones, a ver qué pone ahí.
En cualquier caso, no es la obra que más me gusta de aquel período.