El sitio de Sánchez no está en el Olimpo de los políticos de casta, de los grandes estrategas, está en el vertedero de la historia
Roberto Vaquero.- La política española hace un tiempo que se ha desestabilizado hasta puntos impensables en períodos políticos anteriores. Sánchez ha logrado polarizar la sociedad española en torno a una falsa dicotomía entre rojos y azules, una especie de guerra civil, pero en la que no hay fascistas ni comunistas.
En estos últimos días, hemos visto a Sánchez jugar la carta de la emoción. Se ha presentado a la opinión pública como un mártir, como la principal víctima de una campaña de una derecha imaginaria extrema que le ha convertido, sin él presuntamente quererlo, en un faro de luz para la nación.
Ha intentado presentarse como una especie de Charles de Gaulle, que se muestra ante el pueblo como la única opción contra el desorden, por la democracia, como un hombre que ha liderado la resistencia francesa contra la ocupación nazi y ha reunificado el país para sacarlo adelante. No le ha salido bien.
Ni vivimos una ocupación nazi, ni ha liderado ninguna resistencia, ni, por supuesto, ha demostrado capacidad de liderazgo, carisma o templanza frente a las dificultades. Es sin duda una parodia barata, un mal truco para dar la excusa a Tezanos para falsear encuestas y hacer creer que la movilización del PSOE ha hecho que se dé la vuelta a la política española.
Sánchez cree que tiene un destino manifiesto, y lo tiene, pero no lo que él piensa, su sitio no está en el Olimpo de los políticos de casta, de los grandes estrategas, está en el vertedero de la historia.
Para más inri, hablan desde la izquierda más sistémica de gran movilización ciudadana; sin embargo, ya pesar de fletar autobuses, apenas lograron juntar a 12.500 personas, lo que es una cifra irrisoria teniendo en cuenta que han convocado con toda su capacidad a los partidos del Gobierno ya aquellos grupúsculos y sindicatos a su servicio.
El PSOE sabe que si Pedro Sánchez cae necesitarán una refundación, que tendrán que volver al barro y luchar de forma desesperada para poder salir. No están dispuestos a permitirlo, y se defienden como gato boca arriba por su propia supervivencia. No les importa retorcer leyes, presionar a jueces y fiscales o hacer guerra sucia contra sus opositores políticos mientras se quejan de que usen sus propios métodos contra ellos.
No tienen escrúpulos, ya han regalado Navarra a los nacionalistas vascos y sus amigos de corte filoetarra. Ahora llega el turno a Cataluña.
Sus socios, aunque en realidad son sus dueños, aprietan la correa exigiendo lo imposible a cambio de garantizar que el Gobierno de Sánchez no se caiga. Están dispuestos a vender España para seguir algo más en el poder.
Con este cometido, sus perros de toma mediáticos se han recorrido todos los platós de televisión y radio exigiendo que se tomen medidas e incluso que se cierren todos los medios que difunden, en su opinión, bulls y mentiras; es decir, los que no apoyen al Gobierno de forma mezquina, los que no sigan a pies juntillas lo que dicta el pensamiento único del sistema.
Si esto ocurriera al revés, y eso lo dijera alguien que no pertenezca a la izquierda woke dirían que es fascismo y que se persigue la libertad de expresión. Aplican de forma permanente una doble vara de medir; si les va bien, todo está perfecto; si les viene mal, todo es fascismo. La hipocresía es una de las mejores armas del PSOE.
Hemos podido observar cómo una vicepresidenta del Gobierno abocaba mentiras sobre la mujer de Feijóo para defender a su líder. Si hubiera sido al revés, se hablaría de machismo y fascismo. Son incapaces de afrontar un problema de una forma que no sea caer al “y tú más”.
El nivel de la bancada del Gobierno no puede ser menor. Han decidido una huida hacia delante en vez de afrontar que en su partido existe una corrupción generalizada y estructural. Han hecho del tráfico de influencias una columna vertical de las actividades.
Como nación no podemos permitir que sigan haciendo lo que quieran, este Gobierno debe caer, pero la alternancia con el PP no es la solución a nada. El problema que tenemos, en primer lugar, es el mismo régimen del 78. Sin derribarlo y sin establecer un nuevo proceso constituyente que nos dote de las herramientas para poder solucionar los problemas que tiene España, no iremos a ninguna parte.
Seguirá el círculo vicioso de alternancia entre izquierda y derecha, rojos y azules, la Guerra Civil. La polarización y el falso relato seguirán ocultando los verdaderos problemas de los españoles, y todo seguirá atado y atado.
Con la partitocracia actual no existe ningún cambio posible. Es necesario elevar la conciencia de la gente y que sean capaces de ver quiénes son los verdaderos enemigos.
Tampoco hay que exagerar, el comportamiento El Yerno de Sabini ano es muy similar a los lideres anteriores Socialistas, Sr X y Zapatonto, El Trio Calavera, tipos peligrosos donde los haya, si se cruzan con alguno sujeten la Cartera y El Movil,