La crisis de Vox Baleares destapa una lucha encarnizada de poder con todo tipo de intrigas personales
La semana comenzaba con la sorprendente noticia de que cinco diputados de Vox Baleares habían expulsado del grupo parlamentario a los otros dos que les quedaban después de que, hace apenas tres meses, uno de los ocho que Vox logró el 28-M decidiera dejar el partido. El motivo de la expulsión no quedó claro y se vinculó con supuestas discrepancias políticas sobre el pacto de gobierno con el PP.
Sin embargo, lo ocurrido ha dejado al descubierto una lucha de poder con diferentes actores implicados, que tendrían por objetivo hacerse con el control del partido en las islas, después de años operando de forma autónoma, al margen del control que Bambú acostumbra a imponer en sus territorios.
Para conocer qué ha podido ocurrir hay que remontarse a la época de Círculo Balear, asociación en defensa de la libertad de elección de lengua convertida después en plataforma política con la marca Actúa Baleares, que se coaligó con Vox y acabó integrándose definitivamente cuando la formación cogió vuelo a nivel nacional. Jorge Campos ha sido siempre el encargado de dirigir estas organizaciones en las islas, hasta que hace algo más de un año fue sustituido por Patricia de las Heras.
La entonces diputada de Vox en el Congreso por Baleares llegó con el cometido de apaciguar un partido que amenazaba con partirse en dos por los choques permanentes entre Campos y Fulgencio Coll, general retirado que ejercía de portavoz del partido en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca. Diferentes fuentes hablan de una animadversión personal entre ambos, mezcla de celos por su notoriedad mediática y disputas internas para ganar peso político.
La llegada de la diputada, enviada por Santiago Abascal, templó inicialmente los ánimos. Pero según fue ganando influencia, despertó recelos en el entorno de Jorge Campos, que le achaca un nulo interés por la vida del partido en las islas, y ganas de crecer a costa de ganarse el favor de la dirección nacional.
El informe bomba
Durante esta etapa, De las Heras habría elaborado un informe alertando a Bambú de que Campos no podía seguir controlando el partido en las islas si no querían tener problemas. En una carta remitida al gabinete de Santiago Abascal, informaba de posibles desfalcos de dinero, grabaciones ilegales al presidente de Vox y todo tipo de intrigas para mantener el control de Vox Baleares y, en especial, de sus ingresos económicos.
La advertencia se produjo el pasado mes de junio, después de las elecciones autonómicas en las que Vox logró un gran éxito en las islas con ocho diputados. En plenas negociaciones con el PP para la formación de gobierno, De las Heras pedía encarecidamente a Abascal excluir a Campos de cualquier responsabilidad política. Se anunció entonces su salida de Baleares para encabezar la lista de Vox al Congreso de los Diputados en las generales del 23-J.
“Se le dio la patá p’arriba con la idea de quitárselo de encima”, resumen algunos de los afectados, que vinculan la decisión con el rechazo de Vox a tener barones territoriales, y una prueba de que Bambú no dio credibilidad al informe de De las Heras. Otros, sin embargo, creen que evidencia precisamente lo contrario: que Abascal quiso alejarle de Baleares para cortar de raíz aquellas prácticas. Los motivos no están claros pero su salida dejó descabezado al partido, sin liderazgo claro, en un momento clave en el que pasaban a ganar un gran peso institucional.
La rebelión de los díscolos
A los pocos meses, surgió la primera rebelión en el grupo parlamentario. Cinco diputados (la portavoz parlamentaria, Idoia Ribas, y los diputados Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades) que, coincide, pertenecen al entorno de Campos, desafiaron a la dirección nacional tumbando los presupuestos del PP. Enfrente, los tres leales a Bambú, colocados en listas por la dirección nacional: De las Heras, Gabriel Le Senne y Xisco Cardona.
Entre los posibles motivos, el creciente control de Bambú en el grupo parlamentario, hasta el punto de designar como presidente del Parlamento balear a Le Senne, fiel a Abascal. Aquella primera crisis se cerró en falso con la salida de Cardona, que fue apartado por los rebeldes de la portavocía adjunta, y al que la dirección nacional no pudo restituir en el cargo ante el temor de perder el control del partido. Cardona se sintió traicionado por Bambú y dejó el partido.
Apenas tres meses después, estalló la crisis actual que ha destapado una guerra de poder, con graves acusaciones entre compañeros, además de revelar la incapacidad de Bambú para reconducir una situación que sacude ya al grupo parlamentario en el Congreso, después de expulsar a los cinco díscolos del partido. “No se puede hacer peor”, resumen parte de los implicados.
En ambos casos, se atribuyó primero a cuestiones políticas. Primero, cuando los rebeldes se mostraron implacables con el PP, al que acusaron de no tener voluntad de defender el derecho a la esclorazicación en español; y ahora, en un giro de 180 grados, porque defienden una posición mucho más suave con los populares, precisamente cuando más en duda se ha puesto su labor por no aplicar el 25% de español en las aulas.
Las incongruencias vendrían a apuntalar la teoría de que el control del partido podría ser el motivo de las revueltas. De hecho, en otra carta filtrada a los medios, la portavoz parlamentaria, Idoia Ribas, se queja a la dirección nacional de Patricia de las Heras, a la que acusa de torpedear la labor del grupo parlamentario como presidenta de Vox Baleares.
La implicación de Campos
Campos niega estar detrás de la rebelión declarada, al igual que los díscolos, así como las acusaciones del informe. Sin embargo, algunos le atribuyen haber creado el caldo de cultivo que habría permitido crecer la revuelta, dado el tiempo que estuvo al frente de Vox Baleares.
Su actual cargo de diputado le blindaría, al menos de momento, ante cualquier medida que pueda adoptar la dirección nacional, que opta por imponer un perímetro de seguridad para que el incendio no acabe llegando a Bambú. Aún así, anoche publicaron un mensaje genérico en X, advirtiendo contra “la traición y la corrupción”, sin señalar a nadie, en previsión de que puedan aparecer pruebas contra Campos.
Tampoco se tomarán medidas contra De las Heras. El respaldo público que ha recibido estos días del secretario general de Vox, Ignacio Garriga, hace difícil poder actuar contra ella sin poner en entredicho su credibilidad dentro del partido. Sin embargo, algunos aseguran que la inacción ha provocado que todo acabe estallando todo por los aires.
Es difícil medir qué implicaciones tendrá lo ocurrido a nivel interno, pero en las islas la mayoría lamenta que “el proyecto está muerto”. Tampoco se descarta que lo ocurrido pueda acabar extendiéndose a otros territorios, provocando un efecto dominó de consecuencias impredecibles.
La polémica estalló dos días después del discurso de Santiago Abascal durante la Asamblea del pasado fin de semana, en la que negó que Vox viva una crisis interna y atizó a los medios por, según dijo, vender una imagen errónea del partido.