Carlos Andrés.- El asunto del Vini ha sido tratado aquí y allí por activa y por pasiva, y está ya abandonado por los medios, pero no hay duda de que asuntos similares volverán a las primeras páginas cuando surja otra nueva ocasión. Este caso es una batallita más de la guerra cultural que pretende la destrucción de la cultura postcristiana de Occidente, y el “antirracismo” es una de las armas de destrucción nacional más efectivas, así que la seguirán blandiendo.

Hay un aspecto de este “antirracismo” que se pasa por alto y que quiero tratar aquí: la contradicción de que se propague, por motivos ideológicos, una teoría según la cual el hombre es un mono -y poco más- y al mismo tiempo se aplique el Código Penal, por motivos ideológicos de similar intención, a quien llame mono a un negro, y solo a un negro. Si el hombre “viene del mono”, si es una especie más de la familia biológica de los primates, y Vinicius es un hombre, la conclusión obvia es que Vinicius es un primate. Un mono en términos populares. Y si Vinicius es un mono, este orate no tiene razón alguna para lloriquear y hablar de racismo porque le llamen mono; entre otras cosas, porque quienes se lo llaman son también otros monos.

Estos tomas y dacas de futbolistas negros y los aficionados son peleas de monos en las que ni quito ni pongo. Si los “antirracistas” no las usaran como armas de destrucción de mi nación, me divertiría viéndolas. Como si estuviera en un zoo; porque las peleas de monos son bastante divertidas: https://www.youtube.com/results?search_query=peleas+de+monos

La pregunta que los “antirracistas” tienen difícil responder es por qué, si todos somos monos, solo los negros se ofenden cuando les llaman monos. ¿Por qué estos “antirracistas” solo saltan del asiento cuando le llaman mono a un negro? Esto merece que le echemos un pienso, o un plátano hablando de monos. En efecto, llamar mono a un blanco, a un chino o a un indio no se considera racista. Esto es un hecho. Por ejemplo, la colección de fotos de Bush hijo que compara su gesticulación con la de los simios no resultó en protesta alguna por estos “antirracistas”. Quizás algún “antirracista” podría haber hecho la gracieta de decir que la comparación es injusta con los monos. Gracieta que también se le podría aplicar al caso Vini: Vini, eres un mono, y pido perdón… para los otros monos.

El contrario que en el caso de Bush, esta viñeta levantó las protestas habituales (el texto dice: “Tendrán que buscarse otro que firme el próximo estímulo económico”):

La revista tuvo que presentar una disculpa, etc. Todo el mundo entendió que el mono se refería a Obama, que había aprobado un paquete de estímulos económicos. Pues eso, ¿por qué comparar a Obama con un mono es indignante y hacerlo con Bush es gracioso? Misterios de la lógica progresista.

Hay algo en el fondo de esta doble moral progresista, tan ufana de cabalgar contradicciones cuando les interesa: la similitud morfológica de simios -entre todos los animales- y de hombres ha sido percibida desde siempre. Pero, además, la de los negros es especialmente llamativa, por el color de la piel y la estructura ósea de la cabeza de muchos de ellos. Es decir, todos somos monos, pero algunos son más monos que otros… y parece ser que no les hace mucha gracia. Deben de razonar como aquella maquesa cuando el contaron las teorías de Darwin: Si es verdad que venimos del mono, que al menos no se enteren los criados.

Pero ese parecido morfológico se puede ocultar (aunque gritarlo a la cara es de energúmenos), y no lo dejan de notar ni los negros ni los “antirracistas”. Por cierto, afecta hasta a los sistemas de inteligencia artificial y reconocimiento automáticos, que por supuesto han sido también acusados de “racistas”: https://search.brave.com/search?spellcheck=0&q=face+recognition+is+racist. En realidad los algoritmos no tienen ningún sesgo “racista”; simplemente, la realidad es así…

A los negros les mortifica lo suyo, a lo que se ve, esa especial semejanza. Los antirracistas viven precisamente de eso: de agitar los complejos que esa semejanza causa a los negros. ¿Qué pueden hacer estos? Si tuvieran un poco de cabeza, podrían acabar con el asunto no dándose por aludidos, como haría cualquier blanco, cualquier asiático o cualquier indio. Por ejemplo, al futbolista Germán Burgos le llamaban “mono” -el mono Burgos- por desarreglado. No se le conocen quejas, lo que sería impensable en el caso de un futbolista negro.

Podrían incluso ir más allá de no darse por aludidos y ponerse el parecido por montera: ¿Te tiran un plátano? Pues en vez de enfadarte, da las gracias, mételo en la mochila y cómetelo cuando tengas hambre; o ponle un autógrafo y devuélvelo; seguro que se lo rifan… Un comediante negro contando chistes de negros acabaría con el “racismo” automáticamente, pero parece ser que no tienen suficiente cabeza ni aplomo para reírse de sí mismos -y eso es otra cosa mucho mas seria-, y prefieren ponerse a lloriquear y a jugar a carta del victimismo sabiendo que los “antirracistas” profesionales van a agitar el zoo humano con la excusa de los complejos de cualquier triste negro.

Como a quien no le gusta el caldo se le sirven tradicionalmente dos tazas, vamos a hacerlo. La primera taza es algo amarga, porque la Boda de negros de Quevedo está escrita con su mala leche habitual. Por ejemplo:

Iban los dos de las manos,

como pudieran dos cuervos;

otros dicen como grajos,

porque a grajos van oliendo.

Con humos van de vengarse,

que siempre van de humos llenos,

de los que por afrentarlos,

hacen los labios traseros.

Iba afeitada la novia

todo el tapetado gesto,

con hollín y con carbón,

y con tinta de sombreros.

Esta canción, Casamiento de negros, trata el mismo tema, aunque cariñosamente. A ver qué artista sería capaz de escribir esto en el actual “mundo libre”.