Paul Joseph Watson.- El profesor Carl Heneghan, profesor de medicina basada en la evidencia en la Universidad de Oxford, señaló que era un «fracaso significativo» que prácticamente no hubiera ensayos de alta calidad que mostraran que las máscaras faciales fueran efectivas para prevenir la infección.

«No entiendo por qué ha habido una falta de voluntad para hacer ensayos de alta calidad en esta área», dijo al Telegraph. «Hemos fracasado por completo en abordar este problema y, de hecho, considero que es un problema que la investigación [Covid] debe analizar».

«Si hay otra pandemia a la vuelta de la esquina, todavía no hemos abordado ninguno de estos problemas. No hemos aprendido nada», agregó el profesor Heneghan.

A pesar de que nunca hubo evidencia concluyente de que las máscaras funcionaran, su supuesta efectividad se afianzó desde los primeros días de la pandemia (después de que las autoridades sanitarias inicialmente le dijeran a las personas que no las usaran, ya que podrían exacerbar la situación).

Aquellos que cuestionaron la efectividad de las máscaras faciales fueron vilipendiados por los cultistas de COVID y prohibidos por las redes sociales, mientras que las personas que se negaron a usarlas en público fueron humilladas y, a veces, atacadas físicamente.

Más tarde, el gobierno del Reino Unido reconoció que las máscaras eran más una herramienta simbólica para recordar a todos que estaban en una pandemia para mantener altos los niveles de miedo y garantizar una mayor obediencia a las reglas de confinamiento.

Una colaboración de investigación internacional masiva a principios de este año que analizó varias docenas de estudios rigurosos centrados en «intervenciones físicas» contra COVID-19 e influenza encontró que las máscaras faciales brindan poca o ninguna protección contra las tasas de infección o enfermedad.

En un estudio revelador publicado por Frontiers in Psychology, se encontró que las personas que se consideran menos atractivas tenían más probabilidades de continuar usando máscaras faciales.