Simbolismos, tradiciones y leyendas del Camino de Santiago
Magdalena del Amo.- Al grupo le interesaba saber más sobre el simbolismo del juego de la oca, y para mí era muy gratificante darles pequeñas pinceladas de esta parcela del saber, de la que yo era una simple aprendiza. Estas palmípedas blancas fueron consideradas el paradigma de la sabiduría sagrada. Se basaba la creencia en que las ocas eran una suerte de guías enviadas para aconsejar a los humanos.
Existen varios estudios sobre el Camino Francés, que identifican algunos lugares con varias casillas del tablero. Sobre el origen del juego de la oca hay varias teorías. Algunas fuentes lo sitúan en Egipto, otras en China, bajo la dinastía Ming. El que conocemos hoy se cree que tiene su germen en Florencia, patrocinado por un Médici que se lo regaló al rey español Felipe II.
La concepción del ser humano como peregrino en la Tierra en busca de la sabiduría, de la liberación, del centro o del paraíso perdido, ha sido representada alegóricamente a lo largo del tiempo mediante laberintos, espirales, circuitos, calvarios o montañas ascensionales. El disco de Festos de la cultura minoica sigue siendo un enigma, aunque algunas fuentes sostienen que podría tratarse de un juego iniciático. La Tabla de Cebes es del siglo V a. C. y su autoría se atribuye a un filósofo tebano discípulo de Sócrates. Consiste en una ascensión en espiral hasta la cúspide, pasando por situaciones donde hay que elegir entre el bien y el mal. Como el camino de la vida, representado en el Camino de Santiago y otras rutas precristianas.
Aunque algunos sectores de la Iglesia se niegan a admitirlo, existen abundantes datos que aluden a la existencia de una ruta anterior al cristianismo, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. El actual Camino no sería sino la cristianización de ese antiguo recorrido.
Existe otro camino, mucho menos conocido, que ha permanecido con su estatus pagano, el Callis Ianus, o el Camino de Jano, una ruta instaurada por Octavio Augusto y Agrippa sobre un camino anterior que utilizaban los celtas y otros pueblos anteriores, siguiendo la trayectoria del Sol. El Callis Ianus comenzaba en el templo de Venus Pyrinea en el cabo de Creus, límite geográfico entre la Hispania Citerior y la Galia, y acababa en el Ara Solis en Finisterre-Touriñán, en el “Fin del Mundo”. Esta ruta es, prácticamente, una línea recta que aparece trazada en el mapa de Agrippa Orbis Terrarum que, atravesando Éfeso y Roma, pasa por Venus Pyrinea y llega a Lucus Augusti.
Los pueblos anteriores a los romanos peregrinaban al Occidente en fechas especiales, como el Lughnasa, en honor del dios Lug, siguiendo el sendero de las estrellas, o la Vía Láctea, llamada Cadena de Lug. En esos tiempos, según apunta la tradición, el Camino era cuidado por los Caballeros de la Orden Ecuestre, precursores de los templarios, que se encargaban de proteger a los peregrinos de los malhechores, con el fin de ayudarlos a llegar al fin de la Tierra.
El diez de agosto es el día de San Lorenzo, el mártir que se negó a entregar las reliquias sagradas, entre ellas, el Santo Grial de la Última Cena. El culto al santo laureado solapó la celebración del culto al Sol, que se celebraba cada año en el Ara Solis, bajo el patrocinio de Augusto, siguiendo costumbres más antiguas. Según la tradición, en Finisterre hubo un templo dedicado al sol. Ptolomeo así lo constata con estas palabras traducidas al latín: Post Nerium Promontorium, aliud Promontorium in quo Solis Ara, cuya traducción al castellano es: “Después del promontorio Nerio, hay otro en el cual hay un altar al Sol”.
En cuanto al emplazamiento del Ara Solis, se duda entre Finisterre y el cabo Touriñán, en Muxía. Sea como fuere, parece bastante probado que existía desde la Antigüedad una ruta anterior por la que transitaban los peregrinos que acudían cada año al altar del Sol. Los numerosos restos de Finisterre apuntan a un claro culto al astro rey. Hoy, una cruz sobre el acantilado, sacraliza el lugar y proyecta su silueta sobre el mar embravecido. Es espectacular. Imposible no sentir en el alma la grandeza de Dios, del cosmos, del infinito universo del que somos parte. Incluso de nuestra pequeña bola azul llamada Tierra que nos pasea a gran velocidad por el espacio sideral.
Continuamos hasta Muxía, otro enclave emblemático donde lo pagano y lo sagrado se vuelven a unir bajo el paraguas del sincretismo, conservando cada uno su historia e identidad propias. Era un lugar de culto para los antiguos y, como ellos, nos acercamos hasta las piedras mágicas dotadas de poderes sobrenaturales. La de “Abalar” oscila de arriba abajo. Dicen que cura los dolores de espalda, el reuma y más cosas. Para ello hay que cumplir el ritual de pasar por debajo nueve veces. Nuevamente aparece el número mágico del Pórtico de la Gloria. Hay otras dos rocas emblemáticas, y un poco más alejada, la de los enamorados, donde las parejas hacen sus pactos secretos.
*De mi libro El Códice de Clara Rosenberg, La Regla de Oro Ediciones, Madrid, 2016.