Lara, quien no te conozca que te compre tus milongas abascaleras
Un líder ha de ser, sobre todo, un hombre que mantiene la lealtad a los suyos en todas las ocasiones y circunstancias. Un hombre no puede ser un líder si desconoce el estricto sentido de la autoridad, que no es acopio de poder, sino el respeto recibido cuando se sirve de ejemplo a los demás. José Enrique Lara perdió el poder al frente de Vox Málaga al perder las elecciones internas, aunque luego Madrid alterara la voluntad de sus militantes nombrando a una gestora que, en esencia, representa los peores valores políticos y morales de la castuza política de siempre.
El ex presidente de Vox Málaga, José Enrique Lara, tenía un puñado de fieles incondicionales que, tras las tormentosas primarias, hicieron lo que él les pidió: torpedear al máximo las iniciativas de la Gestora y orillar el poder interno de Patricia Rueda. Incluso gente del entorno de Lara estuvo escribiendo en AD, bajo pseudónimo, algunos artículos contra la diputada.
Se produjo sin embargo un cambo radical en la actitud de Lara. De su labor larvada contra la gestora pasó a un clamoroso silencio y a un absoluto desinterés por el maltrato del partido a gente que había formado parte de su equipo. Su segundo, Antonio Pulido, fue expulsado del partido sin previa advertencia, por advertir en una carta contra un supuesto depravado sexual haciendo trabajos dentro de la sede. No fue el único. Enrique Guerrero, Carlos Oliva y Mateo Moya colaboraban para el partido em tareas logísticas y fueron cesados sin contemplaciones. Ninguno de ellos reclamó nunca cargo orgánico alguno. Otro tanto pasó con “Lele”, con Patricia Coronel y con Cristina Moya, entre otros.
Definitivamente, Lara solo fue fiel a sí mismo y a su arduo deseo de recuperar las riendas del partido. Nunca asumió que se le descabalgara de la presidencia provincial de Vox tras unas primarias adulteradas desde el minuto 1. Literalmente, el puesto de líder de Vox satisfaría sus expectativas vitales de vida.
Así que aprovechando que Vox Málaga está hecho unos zorros y en proceso de extinción (apenas un par de ejemplares, y ello siendo muy optimistas, sobrevivirán a las elecciones municipales de 2023), parece probable que Lara se haya ofrecido para volver a dirigir el partido con mano de hierro. Soy el único que puede revertir este desastre.
Es cierto que fue con Lara al frente cuando Vox obtuvo en Málaga sus mejores resultados, pero no es menos cierto que aquellos fueron otros tiempos, que la gente de su equipo que lo adoraba, hoy se siente traicionada y, sobre todo, que la mayoría de los militantes que le han quedado al partido, no lo tragan.
Inmune al desaliento, Lara no desaprovecha cualquier ocasión para forzar una foto con Abascal. Lo hizo ayer coincidiendo con la corrida Goyesca de Ronda. Lara lo ha querido vender en redes sociales como el encuentro de dos amigos unidos por el mismo objetivo patriótico. Incluso se diría, a tenor de la foto, que ambos vieron juntos la Goyesca. No hubo tal cosa. Lara la vio como un aficionado más, desde los tenidos de sombra, acompañado por su mujer, mientras que Abascal lo hizo desde la barrera reservada a empresarios y apoderados.
Fue tras la muerte del sexto y último toro, a manos de Roca Rey, cuando Lara saltó del tendido al callejón, con la misma maña que un espontáneo ahíto de gloria, para ir al encuentro de Abascal, fundirse con el de Amurrio en un abrazo más falso que el de Vergara y lograr la ansiada foto. Hasta la persona encargada de inmortalizar la parodia había sido aleccionada por Lara. Así que no nos cuente más milongas y aténgase al deber de contar a los afiliados lo que llevan años esperando; qué criterios siguió para nombrar a Patricia Rueda en 2019, sin más consenso que el suyo propio, candidata a la Cámara Baja. ¿Cómo es posible que una mujer apenas vinculada a Málaga, con un raquítico expediente curricular, con escasas dotes oratorias, con una magra formación política y sin estar siquiera afiliada a Vox, fuese la elegida para encabezar la lista de un partido que contaba entonces con personas mucho más cualificadas?
Pero sobre todo, ¿cuál ha sido el coste de su silencio y el por qué de su traición a las únicas personas que dentro del ruedo político lo han querido y apreciado sin interés alguno?