¿El principio del fin de Sánchez?
EC.- Si el fracaso en Madrid fue histórico, lo de Andalucía es aún peor para el PSOE. Porque la victoria no se la apunta una trumpista extrema como Díaz Ayuso, sino un político del sector moderado, Moreno Bonilla, alineado con Feijoo. Esto es muy preocupante para Sánchez, porque muestra que el PP es capaz de aglutinar el voto de derecha y de centro-derecha, tras deglutir en su totalidad a Ciudadanos, y, a la vez, de frenar a Vox, sin que el pacto de gobierno con la ultraderecha en Castilla y León le penalice.
La victoria aplastante es un éxito personal de Moreno Bonilla, que, como hacía Feijoo en Galicia, ha escondido las siglas del partido. Por tanto, las elecciones hay que leerlas en clave andaluza, pero es inevitable hacer una traslación a nivel nacional. ¿Significa este varapalo que Sánchez está muerto políticamente? ¿Podrá revertir la situación? El presidente confía en que en las generales no se vota igual que en las autonómicas, como se demostró en el 2019 en Andalucía, y que hay bastiones donde el partido mantiene su fuerza (Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Castilla-La Mancha, Baleares…). Pero todo indica que hay un cambio de ciclo. Y que Sánchez tendrá que variar su estrategia: agitar la amenaza de la ultraderecha ya no sirve como principal argumento. El PSOE está sufriendo un desgaste muy importante tras gobernar en medio de una pandemia y una guerra que ha provocado una inflación de las que se llevan por delante gobiernos. Pero el fracaso en Andalucía señala que el deterioro es mucho mayor de lo que se creía. Además, el espacio a la izquierda del PSOE está en caída libre, a la espera de Yolanda Díaz.
Y esa es otra pésima noticia para Sánchez, porque necesita sus escaños para sumar mayoría.