El capitán sí tiene quien le escriba
AD.- Lo que ha pasado estos días es muy sintomático del estado de corrosión moral que afecta al andamiaje hacia una sociedad robotizada y desposeída de cualquier idea trascendente. El Ejército de Tierra ha cesado al capitán jefe de la unidad militar que fue bendecida por un sacerdote en el Valle de los Caídos.
Se trata del capitán de la compañía Uad Ras II/31 del Ejército de Tierra que se presentó en el Valle de los Caídos para ser bendecida por orden del ya cesado y un sacerdote fue el encargado de rociar con agua bendita el banderín de la unidad.
La noticia constata sobre todo la miseria moral de muchos mandos castrenses (cuando pasan a la reserva suelen recobrar la conciencia e incluso algunos de estos vividores acaban siendo diputados), pero sobre todo la existencia de un fantástico capitán del ejército español que se preocupa de la protección espiritual de sus soldados. ¿Se puede llevar a cabo un acto más sublime desde el punto de vista de los fundamentos de la moralidad humana? No pretendo que esto lo entienda la ministra de Defensa ni esos despreciables mandos al acecho siempre de privilegios personales y que suelen terminar sus días entre puertas giratorias y teorizando en programas televisivos sobre esto y aquello, siendo esto y aquello lo que más conviene a las élites.
Pero hete aquí que en medio del lodazal ambiental, hay un capitán temeroso de Dios que obra por sentido del honor y del deber, cosa que se echa a faltar en los políticos. Sostenía el coronel Alamán que “cuando se presenta el curriculum de algún nuevo cargo público, se dice que estuvo en tal sitio y que estudió en esa otra universidad. Pero nunca nos dicen si ese cargo público tiene sentido del honor o si se trata de una persona decente. Es por eso que muchos políticos no tragan a los militares, representamos esos valores que ellos no han tenido ni tendrán nunca”. Por desgracia, no todos.
El coronel puso voz a lo que piensan millones. El régimen, más que militares, requiere funcionarios puros y simples precisamente porque sabe muy bien que un militar auténtico es mucho más que un empleado público o que un mero vigilante de seguridad. Por eso, a veces toca no callarse aunque a uno le cueste el puesto. Igualmente por eso el capitán cesado resulta un ejemplar bastante poco común. Por cierto, ¿cuántos de sus compañeros han salido en su defensa? ¿cuántos militares se han distinguido por la defensa pública de la patria en los últimos años? Más bien pocos y les ha costado muy caro ante una clase política que sabe hacer valer muy bien sus privilegios, cesando fulminantemente al discrepante. El problema para el capitán fue llevar a sus hombres a que un sacerdote los bendijera. Si los hubiera llevado a una logia o a un tugurio de la izquierda, nadie del Gobierno habría tenido huevos para cesarlo.
Se puede ofender a Dios, se puede insultar a España, quemar su bandera, silbar su himno, denigrar a los héroes. Cualquier imán en cualquier mezquita puede defender las leyes islámicas. Cualquier artista puede denigrar las imágenes sagradas. Cualquier etarra puede dar su opinión en los periódicos… Todos tienen derecho a expresarse… pero un noble capitán no puede llevar a su compañía a ser bendecida, sin que se me ocurra un acto más pacífico ni loable.
Imagine qué ocurriría si el Gobierno amenazara con sancionar a cualquier funcionario público que insultase a la Iglesia, una institución en la que se ven representados millones de españoles. Se armaría la de San Quintín. En cambio se sanciona a los militares que creen en la protección de Dios a su grey.
Es necesario poner en alza el valor de un militar honrado que ha dado significado a la frase de Oswald Spengler: “Siempre ha sido un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización”.
Mientras a los militares se les puede cesar por apelar al patrocinio divino, la casta política, desde los Sánchez a los Rufián y a las Belorra, Irene Montero, Lastras, Nogueras, Aizpuruas y un sin fin de nombres vacuos, han hecho de una gran nación histórica una comunidad desmoralizada y sin norte.
España atraviesa una situación de caída libre en lo moral. Con el impulso de un Gobierno tan inútil como rencoroso, vuelve a sentirse en España un clima de enfrentamiento entre dos concepciones del mundo y de la sociedad, tensión que nos ha llevado en los últimos años a una revisión de nuestra reciente historia con base en una ley que sin embozo alguno permite destruir o retirar monumentos históricos y pretende hacerlo con otros de carácter religioso como el Valle de los Caídos creado precisamente como símbolo de reconciliación de enfrentamientos pasados. Que la religiosidad de otro tiempo está en crisis hasta en los mandos militares, se evidencia en la forma en la que han dejado solo al compañero. Algunos altos mandos militares tienen ojos para el capitán que reza unido a sus soldados, pero dan la espalda a la forma, que cabría definir de enloquecida, en que se inclina a la juventud al narcisismo, a la sensualidad, al sexo libre, a la inmoralidad manifiesta como cabe deducir del brutal aumento de abortos, amparado incluso en disposiciones que definen como legal lo que en sí no es sino un crimen cruel y manifiesto con el ser humano, aun no nacido. ¡No tenéis dignidad ni vergüenza!
En dos o tres generaciones, Europa será irreconocible y Oswald Spengler enterrado para siempre. Los mandos militares no parecen sentir en su mayoría que la identidad de su civilización se encuentra amenazada, fundamentalmente por un libertarismo frívolo, una ideología disfrazada de libertad, que quiere destruir todos los lazos que vinculan al hombre con su familia, su linaje, su trabajo, su historia, su religión, su lengua, su país y su libertad. Parece provenir de una inercia a la que no le importa si Europa prevalece o sucumbe; si nuestra civilización desaparece subsumida en el caos étnico o sustituida por una nueva religión del desierto.
Quedémonos, en fin, con la preciosa imagen de nuestro heroico capitán y su batallón, postrados ante Dios que nos oye y nos ve, mientras los altos mandos de hinojos reviven al villano y altivo Pedro Crespo frente al noble don Lope de Figueroa, papel que bien podría representar nuestro augusto capitán: “Al rey la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma, y el alma solo es de Dios”.
Hay algo que vale mil millones de veces más que el dinero, o las condecoraciones ganadas lamiendo botas o culos de politicastros infames,… o ese fajín de Gral. escuchando falsarias lisonjas de arribistas, traidores, ladrones y cobardes. Me refiero al HONOR MILITAR, al respeto al Juramento realizado por la DEFENSA DE LA UD. DE ESPAÑA Y DE SU INTEGRIDAD ASÍ COMO A LA MEMORIA DE TODOS LOS ESPAÑOLES DIGNOS, PATRIOTAS QUE NOS ENTREGARON TAN ALTA RESPONSABILIDAD. Tanto el Coronel Vara de Rey del Ejército del Aire, como éste valiente y muy honorable Capitán del Ejército de Tierra (de quien ni… Leer más »
Quizás si este honorable Capitán en vez de este templo católico hubiera acudido con su tropa a algún prosíbulo homosex de aquellos del Sabiniano y el Begoñe, Begoño ( o lo que sea ), otro gallo le cantaría.
Una persona de honor lo tiene jodido aquí.
Una vez más la masonería satánica queda expuesta ante el ataque a Caballero Cristiano.Ya no eres solamente capitán.Ahora también eres Caballero de Cristo.
Enhorabuena.
Juro por DIOS y por mi honor que al poner su pseudónimo internet me ha hecho una mala y canallesca jugada que suplico a Alerta DIGITAL, si puede la borre.
Administrador: Free Lance, quitado. Estamos para servir.
La Iglesia de Zaragoza se abre al celibato opcional y al sacerdocio femenino
https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2022/06/03/la-iglesia-de-zaragoza-se-abre-al-celibato-opcional-y-al-sacerdocio-femenino-1579197.html?utm_medium=smm&utm_campaign=noticias&utm_source=twitter.com