AD.- Mientras aumenta la retórica contra Putin, crece también la compra de gas ruso. Putin, entre tanto, observa y ríe. Sus predicciones sobre la actitud que mantendría la Unión Europea eran mucho más reales que la de los politólogos que copan las tertulias televisivas y radiales anunciando para Rusia toda clase de calamidades. Alemania ya ha dicho que su economía no puede subsistir sin la dependencia del gas ruso. Nada más ganar las cuartas elecciones consecutivas por mayoría, Víktor Orbán se acordó de Bruselas y no precisamente para bien. También de Zelenski y de Soros, las dos caras pertenecientes a una misma y siniestra moneda. El conflicto de Ucrania lo que ha venido a evidenciar es la extremada debilidad de esos retretes multiculturales y diversos que se hacen llamar Unión Europea.

La impotencia de la UE está clara para todo el mundo, menos para la mafia mediática y gobiernitos como el de Sánchez.

Estamos asistiendo al derrumbe del triunfalismo posterior a la Guerra Fría, al “fin de la Historia” y del unilateralismo. La realidad golpea, y golpea muy duramente. Basta con observar el desfile de parlanchines y de “expertos” en los medios occidentales que hablan de la locura de Putin. Como no lo comprenden, entonces concluyen que debe estar loco.

Occidente, tal como lo conocíamos hasta ahora, se ha acabado. Al margen de la confusión, las estupideces, la arrogancia, la histeria, las sanciones, Occidente ya no tiene más nada en su equipaje. Ya sólo le queda vaciar el vodka en el váter, prohibir la música y el cine ruso, cambiarle el nombre a una bebida o una ensalada, prohibir la presencia de gatos rusos en concursos internacionales, eliminar un árbol ruso de una competición virtual, incautar el yate a un millonario ruso, o ponerse una camiseta azul y amarilla. Es patético. Y sobre todo no dejar que un medio ruso pueda hacer dudar a los borregos con su “desinformación”. Como durante la URSS, pero en más estúpido.

El judo consiste en engañar y utilizar la fuerza del adversario contra éste. Putin, un cinturón negro, ha llevado a Occidente al suicidio con el judo. ¿Cuál es la conclusión a la que se llegará en el mundo entero? ¿Qué le ha dicho Occidente al mundo entero? Les ha dicho alto y fuerte los siguiente: “Colocad vuestro dinero en nuestro bancos: lo podemos confiscar. Colocar vuestros valores sobre nuestro territorio: los podemos robar. Utilizad nuestra moneda: podemos anularla. Dejad vuestro yate en un puerto nuestro: lo podemos piratear. Dejad vuestro oro en nuestras cajas fuertes: podemos apoderarnos de él”. Este es el mensaje que resonará en todo el planeta. Esta es una lección que el mundo no olvidará. Esta es una muestra cruda y dura de que el “orden internacional basada en reglas” significa simplemente que unos establecen las reglas (que no están obligados a cumplir) y que los demás deben limitarse a obedecerlas. En pocas semanas, todos los que, en el mundo entero, figuran en la lista de los objetivos potenciales de Occidente, desplazarán sus haberes fuera del alcance de este último. La escasez de suministros globales y la gigantesca ola inflacionaria que afecta a Europa han dejado a los gobiernos europeos contra la espada y la pared.

En cuanto a las sanciones occidentales contra Rusia, hay una respuesta muy sencilla a eso: la semana pasada, 1000 metros cúbicos de gas costaban 1000 dólares, hoy cuestan más del doble. La semana próxima no será más barato, posiblemente más caro incluso. Lo mismo para el aluminio, el potasio, el titanio, el trigo… Lo que los europeos parecen no entender es que los rusos utilizan el rublo en el interior de su país, pero que el precio del petróleo y del gas es la moneda rusa en el exterior del país. La estupidez de los europeos es simplemente increíble: se cortan la garganta y destruyen su propia economía.

Rusia observa y se ríe.

En un mes, el orden mundial ha cambiado totalmente.