Antonio Sevilla.

AR.- Acabo de verte, Antonio Sevilla y olé, como un mono de circo, haciendo inauditos esfuerzos para recoger los cacahuetes que te dan los del PP a cambio de que les apoyases en la moción de censura en Torremolinos. ¿Qué hacías allí, pobre Sevilla? Si mañana, por otro azar del destino, los torremolinenses encadenaran su supervivencia a la tuya, sólo podrías llegar por tu propio esfuerzo hasta el antro de La Nogalera, arrastrando lenta y patéticamente a tu entero rebaño.

Te he visto y he sentido vergüenza. Sentí vergüenza de tu intervención, leída por supuesto, a trancas y sin convicción. No debo sorprenderme porque nunda esperé de ti nada grande, ninguna idea original, alguna propuesta brillante, una frase genial, nada. Eres la nadería personificada en un político. Uno de tantos. El problema es que también eres el jefe de Vox en la provincia de Málaga; puesto a dedo, pero jefe al fin y al cabo. Y ese puesto exigía ayer una respuesta contundente para trastabillar todas las falacias y salvajadas coceadas por la portavoz socialista, Maribel Tocón, contra tu partido.

El de esta indigente intelectual, lo que no merma su peligrosidad social, fue un discurso atrozmente sectario, asqueroso, guerracivilista, digno de una descerebrada que no dudó en relacionar  tu apoyo a la mocion de censura con la entrada de las tropas nazis en Italia. La necia acusó de maltratadores a tus compañeros de partido e incluso hizo chanza de Abascal comparándolo con Alfredo Landa entrando a caballo en el Ayuntamiento de tu municipio. Hasta yo, que no soy de Vox ni votaría nunca a un partido que tuviera a dirigentes como tú, me subía por las paredes y gustoso te habría representado en el uso de la palabra para decirle cuatro palabras a ese saco de inmundicias ideológicas. La pobre tarada (con perdón) estaba tan perdidita que incluso te atribuyó pretensiones antilaicistas; precisamente a ti, que nunca vas a misa y dudo hasta que seas creyente.

La energúmena Maribel Tocón nos explica por sí misma por qué la izquierda ha traspasado todas las líneas rojas. En ella solo hay odio y rencor. No hay vida fuera del arco iris gay. “Arco iris o águla imperial”, “el Torremolinos de la memoria histórica frente al del alzamiento que representa Vox”, planteó la posesa como disyuntivas políticas vitales. Ni una mención a los más de 7.000 parados en un municipio de 30.000 habitantes, ni a los pequeños empresarios que han tenido que echar doble cerrojo a sus establecimientos, ni a las mafias que anidan en Las Pirámides, ni a los menesterosos que vivaquean a todas horas por tu ciudad, ni a la conversión de Torremolinos en la capital malagueña del narcotráfico. Para esta izquierda rabiosa e infecunda, la vida empieza y termina en el orgullo gay. Pero tú permaneciste callado. No tuviste huevos de pedir el uso de la palabra para defender el honor de los militantes de tu partido y replicar, por alusiones, punto por punto, a la salvaje, que es lo que hubiera hecho Antonio Pulido. Y no lo hiciste porque eres un pobre hombre repleto de complejos, porque eres incapaz de esbozar una idea, por simple que sea, si esa idea no puede ser leida. No voy a pedirte que te atengas al principio calderoniano del honor (“Es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios”), pero al menos intenta ser menos indigno. No es a ti a quien ofendía la mamarracha, sino a las cientos de personas a las que ayer representabas.

En realidad, pobre Sevilla, lo que a ti te sucede les ocurre también a tus compañeros de otras manadas, que parecen haber sido paridos por los peores bichos de la jungla, y por eso da muchísima pena escuchar sus chillidos patrioteros allí donde la patria huele a rancho garbancero.

Ya nada bueno cabe esperar de ti, salvo que por tal se considere regalarle la Alcaldía de Torremolinos al PP a cambio de unos cacahuetes. Sería bueno por tanto que te jubilen inmediatamente. Que te permitan refugiarte en el hotelito de la familia. Tu insustancialidad política está pidiendo a gritos un relevo inmediato, alguien más cualificado que archive con rapidez en su estómago los cacahuetes que tú digieres tan dolorosamente. No pretendas conmovernos ni prolongar el dolor que aflije a tu partido en Málaga desde que tu manada, llenita de gente resentida, usufructuó el mando de la selva de la peor manera posible.

No te enfades, Sevilla, pero, por el papelón que hiciste ayer, por el propio interés de tus compañeros que aspiran a un cargo en las municipales de 2023, solicitamos para ti un feliz retiro, lo más cerca posible del basurero. Y aunque no leas estas líneas, me despido de ti, con tristeza, sin rencor, agitando las manos. Afectuosamente.