La boda del año
La derecha política dio personalidades de bandera, ejemplares en la vida pública y que hicieron el bien a manos llenas. Personas como Blas Piñar, Girón de Velasco o el legendario alcalde de Marbella Paco Cantos. A los tres tuve la fortuna de conocerlos y tratarlos. A su pesar, resultaban polémicos porque su coherencia de vida representaba una bofetada moral. Prestigiaban la política, se prestigiaban con la política y prestigiaban a los demás con su recta concepción del servicio público. Sobre todo, eran personas cabales y humildes.
Girón de Velasco, el todopoderoso ministro de Trabajo durante el régimen de Franco, legó a su familia al morir algo más de un millón de las antiguas pesetas, 6000 euros actuales. Me reveló el dato su albacea testamentario, Luis Cotrina, abogado y ex alcalde de Fuengirola, de quien fui muy amigo.
Recuerdo mi último encuentro con don Blas Piñar, un tórrido sábado de julio de 2013, pocos meses antes de su muerte. Me había citado en su domicilio madrileño de Puerta del Hierro. Cogí el AVE desde Málaga y me presenté allí con puntualidad británica. Pese a su extremada debilidad física, aguardaba mi llegada en el portal de su domicilio de clase media, lejos, muy lejos, de la ostentosidad de los casoplones adquiridos por Pablo Iglesias y Santiago Abascal poco después de que la mamandurria política comenzara a dar sus frutos. Pasamos la tarde en su despacho, recopilando recuerdos y envueltos ambos en la nostalgia de un mundo que se nos fue para siempre. Antes de marcharme, quiso mostrarme una carta manuscrita de Lerroux dirigida a Franco, en la que el ex ministro de Estado y líder del Partido Republicano Radical se adhería al Alzamiento. Sellamos la triste hora de nuestra última despedida con un prolongado abrazo, envueltos mis ojos en lágrimas de chirimiri.
Paco Cantos fue el legendario alcalde de Marbella en los años 60 y 70, cuando el lujo refulgía a los pies de Sierra Blanca con sus hoteles de 5 estrellas, sus urbanizaciones de ensueño, sus clubes principescos, su emblemático Puerto Banús, donde la familia Rothschild pasaba desapercibida entre un enjambre de billonarios saudíes y astros de Hollywood. Imagino aquella Marbella de oro en manos de los democráticos gualtrapas municipales, y un escalofrío me recorre la columna vertebral.
Paco Cantos dejó la Alcaldía marbellí nada más morir Franco, tan ligero de equipaje como cuando entró. De profesión ATS, el alcalde que convirtió Marbella en uno de los rincones más prósperos del planeta, siguió poniendo inyecciones a domicilio hasta bien entrados los 80, sin embargo su deterioro físico. La mermada economía familiar le obligaba a ello.
Jesús Gil acudió en su ayuda tras hacerse con la Alcaldía. Dio trabajo a sus dos hijas y pudo aliviar así la pesada carga económica arrastrada por este prodigio de la honradez, al que la Costa del Sol le debe tanto.
Aunque las comparaciones son odiosas, no creo posible que ni uno solo de los dirigentes nacionales de Vox pueda servirnos en el futuro de ejemplo tan edificante. Algunos ya han incrementado su patrimonio de forma escandalosa. Que Abascal haya pasado, en menos de cuatro años, de tener dificultades para terminar el mes (según él mismo confesó) a vivir hoy en un chalé de un millón de euros en la zona más noble de Madrid, no escandaliza a casi nadie de la derechona. Son como los demás, con sus mismos vicios, sus mismas componendas y sus mismas corrupciones o corruptelas. Daría lo mismo que fueran adventistas o chipiritifláuticos. Se han mimetizado con el paisaje y son sistema puro y duro. Han caído en lo que execraba José Antonio y que con tanta claridad, tanta fuerza y tanta visión sobrenatural avisaba en sus discursos y escritos.
Aquellos hombres ejemplares mencionados, de rompe y rasga, no admiten comparación con estas mediocridades de estricta casta parasitaria, que viven una doble vida convirtiendo la política en un medio lujoso de vida.
La corrupción moral que asola a la derechona española acaso se deba a la poca ejemplaridad de sus representantes políticos. La conducta de algunos de ellos no resiste el más mínimo escrutinio a la luz de la moral natural. Se trata de una conducta lineal y persistente, de un uso constante de la mentira, de una avaricia irrestricta, de la falta de escrúpulos morales para convivir e incluso lucrarse con el negocio del falso patriotismo.
Esto es de una extraordinaria gravedad, porque en esta crisis de fe y moral que padecemos, Vox debía haber tenido un papel decisivo. Toda una civilización se tambalea impotente y sin recursos morales cuando la gente busca referencias y no las encuentra.
Por eso apenas ha generado críticas que el señor Ortega Smith se haya gastado más de 150.000€ en su boda, mientras tiene al partido patas arriba y a la afiliación descontenta, excluida y silenciada. Cada cual es libre para celebrar una boda como le plazca, cierto, pero también nosotros somos libres para execrar los excesos económicos de un acontecimiento nupcial con pretensiones sultanescas en medio de la crisis actual.
Hace cuatro años, estos dirigentes políticos que vuelan hoy en las altas esferas de la sociedad española, no podrían haber celebrado una boda ni siquiera de 50.000 euros. Al inicio de su etapa parlamentaria, Javier Ortega Smith declaró la cantidad de 23.0000 euros anuales como únicos ingresos. Nos preguntamos dónde queda aquello de que “a Vox se viene a servir y no a servirse”. Nos preguntamos si la España que trabaja y madruga congeniará mucho con esta otra España que brinda ociosa entre camareros con librea y trajes de Armani.
En el talego conoci a un tipo bien maduro que se apellidaba Cotrina y que contaba que estaba alli porque tenia una emisora de radio que molestaba, recuerdo que el hombre no era de Jaen pero he olvidado de donde era