El experto virólogo doctor Geert Vanden Bossche vuelve a dar la voz de alarma sobre la emergencia de salud pública que supone la campaña de vacunación masiva del gobierno justo en medio de una «pandemia».

Aunque no sea políticamente correcto decirlo, Bossche sigue advirtiendo que inyectar masivamente a la gente con productos químicos experimentales de terapia génica mientras la plandemia hace estragos podría tener un «impacto catastrófico» en la «salud global e individual».

«La vacunación masiva en medio de una pandemia es propensa a promover la selección y adaptación de variantes de escape inmunológico que se caracterizan por aumentar la infecciosidad y la resistencia a los anticuerpos (Abs) dirigidos a la proteína espiga (S), disminuyendo así la protección en los vacunados y amenazando a los no vacunados», advierte Bossche.

«Esto ya explica por qué el programa de vacunación masiva de la OMS (Organización Mundial de la Salud) no sólo es incapaz de generar inmunidad de rebaño (IH), sino que incluso conduce a una erosión sustancial de la capacidad de protección inmunológica de la población».

Con el tiempo, las consecuencias del esquema de la «Operación Velocidad Warp», se manifestarán como la «propagación dominante de mutantes altamente infecciosos, que escapan a la neutralización (es decir, las llamadas «variantes resistentes al S Ab»), adquiridos naturalmente, o Abs neutralizantes vacunales, ya no ofrecerán ninguna protección a los individuos inmunizados mientras que la alta presión infecciosa seguirá suprimiendo el sistema de defensa inmune innato de los no vacunados.»

En otras palabras, cada persona que está «parcial» o «totalmente» vacunada es un sistema de incubación de enfermedades andante que pone a todos los demás en riesgo de contraer una «variante» mortal, causada por la vacuna, que podría matarlos.

Los «vacunados» son asesinos ambulantes que propagan la enfermedad a otros.

Inyectarse contra la gripe Fauci no sólo es una tontería; también es una forma de asesinato en la medida en que las personas no vacunadas corren ahora el riesgo de contraer las enfermedades mortales que se fabrican dentro de los cuerpos de los vacunados.

Bossche ha advertido sobre este fenómeno muchas veces, sólo para ser ignorado, en gran parte, por un sistema establecido que está empeñado en conseguir que el mayor número de personas se inyecten a toda velocidad.

«Por lo tanto, es necesario tomar medidas inmediatas para reducir drásticamente las tasas de infectividad viral y evitar que las variantes de escape inmunológico seleccionadas se propaguen rápidamente por toda la población, esté o no vacunada», afirma Bossche.

«Este primer paso crítico sólo puede lograrse si se pone fin inmediatamente al programa de vacunación masiva y se sustituye por el uso generalizado de quimio profilácticos antivirales, a la vez que se dedican recursos masivos de salud pública a la ampliación de los tratamientos multi medicamentosos de la enfermedad de Covid-19».

¿Sucederá esto realmente? La respuesta es que probablemente no, ya que demasiada gente está más allá del punto de adoctrinamiento, lo que significa que sus cerebros ya no funcionan lo suficientemente bien como para luchar contra el genocidio inducido por las vacunas que se está manifestando ante nuestros ojos.

Cuando la gente empiece a caer muerta en las calles por haber sido infectada por los vacunados, los medios de comunicación simplemente culparán a los no vacunados: enjuagar y repetir. No funcionará con todo el mundo, por supuesto, pero puedes estar seguro de que mucha gente se creerá la mentira y pedirá la vacunación forzosa como solución final.

«Renovemos nuestro enfoque general de esta crisis y propongamos una solución que pueda restablecer la normalidad mucho más rápido, y que reduzca la tasa de letalidad muy por debajo del número de víctimas que se cobrará la madre naturaleza si dejamos que sea ella quien lo remedie», sugiere Bossche como alternativa.