Esta Europa sí nos representa: un tercio de los municipios polacos se declaran libres de “ideología LGBT”
Unas 100 ciudades y regiones de Polonia, casi un tercio del país, han aprobado resoluciones en las que se declaran libres de la “ideología LGBT”.
Estas resoluciones son esencialmente simbólicas, pero proporcionan nueva munición en la guerra cultural cada vez más encarnizada que libra Polonia contra la mafia satánico-globalista.
“Pansexual, intersexual, ‘queer’, homosexual, transexual… ¿cuántas formas hay de definir la identidad sexual?”, se pregunta el editor de revistas Tomasz Sakiewicz
Señala que los polacos están en contra de lo que describe como la “agresiva ideología que promueve la homosexualidad”.
Afirma que la lucha por los derechos de los homosexuales es un concepto extranjero importado de Estados Unidos y Europa Occidental, y amenaza a la familia heterosexual tradicional polaca.
Sakiewicz, que tiene 50 años, creció en una Polonia controlada por la Unión Soviética cuando el gobierno le decía a la gente cómo pensar, rechazaba la influencia de la Iglesia y no toleraba la disidencia.
Ahora acusa a los activistas LGBT de comportarse de la misma manera.
“Los comunistas solían ondear la bandera roja y decían a la gente que estaban luchando por los pobres, por los trabajadores, por los campesinos”, dice.
“Ahora estos activistas sostienen la bandera del arcoíris y dicen que están luchando por las minorías sexuales. No era cierto ni es cierto. Y como nosotros vivimos los tiempos comunistas, tenemos el deber de decirles a los demás lo peligrosas que pueden ser esas ideas”.
En un discurso de campaña cuando se presentó a la reelección, el presidente Andrzej Duda calificó la promoción de los derechos LGBT como una ideología “incluso más destructiva” que el comunismo.
El arzobispo de Cracovia advirtió recientemente sobre la “plaga” neomarxista “de las banderas arco iris”.
Con la homofobia permitida por el Estado y unos medios de comunicación en gran parte hostiles, los homosexuales polacos corren el riesgo de ser empujados de nuevo al armario, especialmente en las ciudades pequeñas.
Swidnik, un par de horas al sureste de Varsovia, fue el primer municipio en adoptar una resolución contra la “ideología LGBT”.
Un hombre nos dice que no le gusta el mensaje del grupo LGBT.
“No quieren encajar en nuestra sociedad”, dice.
“Y no los queremos en esta ciudad”.
“Están debilitando a la nación”, dice otro.
“Y ese es el objetivo de los enemigos de Polonia. La guerra ya no se trata de tanques y misiles. Se destruye un país creando el caos. Y eso es lo que estos gays están tratando de hacer”.
En Tuchow, una ciudad de 6.500 habitantes fundada en la época medieval, que también se declaró libre de “ideología LGBT”, conocí a un adolescente gay en un parque local.
Filip, que no es su nombre real, se mudó a la localidad desde una gran ciudad, a la que se le presupone una mentalidad más liberal.
Sus padres no tienen ningún problema con su sexualidad.
Y Filip tampoco ha temido nunca por su seguridad en Tuchow.
Aún así, eso no significa que sea fácil ser gay en esta parte de Polonia, 100 km al este de Cracovia.
“Una vez, cuando mi novio y yo estábamos tomados de la mano”, dice, “escuchamos a algunas personas gritándonos”.
Los homosexuales en Tuchow, agrega, solo pueden vivir en paz permaneciendo “invisibles”.
Si no ha sufrido ninguna mala experiencia es porque es “un poco nerd”, dice, y se pasa gran parte de su tiempo jugando videojuegos frente a su computadora.
En la misa dominical en el magnífico santuario barroco de la Santísima Virgen María, en una colina que domina Tuchow, me encuentro con Grazyna Kara.
Kara es un pilar de su comunidad: recauda fondos para buenas causas y dirige una línea directa y un servicio de asesoramiento para los jóvenes locales.
Más tarde, ya en su casa tomando un café, me dice que respalda plenamente la resolución de la ciudad sobre la “ideología LGBT”.
También le preocupa lo que considera la influencia perniciosa de las directrices de la Organización Mundial de la Salud sobre educación sexual.
Los problemas de adicción en Tuchow, dice, son desenfrenados.
Kazimierz y Grazyna Kara creen que la homosexualidad es una enfermedad que se puede tratar.
“Nuestros jóvenes están aterrorizados por hacerlo y quieren dejar de hacerlo”, dice.
“Pero no pueden, no saben qué hacer. Así que los remito a un sexólogo en una clínica de la Iglesia”.
En este punto, su esposo Kazimierz interrumpe para decirnos que la homosexualidad es una enfermedad que se puede tratar.
“Pero requiere buena voluntad”, dice.
“No es como si estuvieras acabado y tengas que ser homosexual para el resto de tu vida. Se puede hacer algo al respecto”.
Él recomienda un libro de autoayuda estadounidense llamado “Coming Out Straight”.
Durante su campaña de reelección en junio, el presidente Duda firmó una “Carta de la familia”, que incluía compromisos para evitar que las parejas homosexuales se casaran o adoptaran hijos y prohibir la enseñanza sobre temas LGBT en las escuelas.
Grzegorz Niemiec, un monaguillo local convertido en concejal y que votó a favor de la Resolución contra la “ideología LGBT”, dice que también le preocupaba la educación sexual y quería que los niños crecieran en “familias normales”.
Dijo que nadie en el consejo de Tuchow estaba en contra de la resolución, aunque tres se abstuvieron de votar.
Pero en agosto, el Comisionado de Igualdad de la Unión Europea dictaminó que iba en contra de los valores de la UE y los derechos humanos fundamentales.
Luego vino un castigo poco común: Tuchow y otras cinco ciudades fueron despojadas de los fondos para sus programas de hermanamiento de ciudades europeas.
Niemiec dice que estaba “muy sorprendido” por la decisión, pero que está contento de que el ministro de Justicia polaco haya compensado a Tuchow con un cheque que vale tres veces más.
“La Unión Europea va a tener que escuchar a nuestro gobierno”, dice.
“Polonia se está levantando y ya no podemos estar bajo el control de los alemanes o los franceses”.
Pero la semana pasada, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se mostró intransigente.
“Ser uno mismo no es ideología”, dijo aplaudida por los eurodiputados en el parlamento europeo en Bruselas.
“Es tu identidad”, dijo.
“Así que quiero ser muy clara: las zonas libres de LGBTQI son zonas libres de humanidad. Y no tienen lugar en nuestra unión”.
La adiccion a embadurnarse el pene con las heces fecales de otro tio o a que otro tio se lo embadurne con las tuyas es un trastorno psicologico que puede curarse, de hecho el Tribunal Superior de Justicia de Madrid acaba de cancelar una multa que habian puesto a una psicologa que cura a los sodomitas por una denuncia de una de las numerosas asociaciones que tiene registradas la “mafia gay” para chupar subvenciones.