¿Juegos tecnológicos o juegos tradicionales?
Por Alicia Roffé Gómez.- Los parques privados antiguos están en la actualidad abiertos al público, como sucede con los jardines de Versalles o los emblemáticos jardines del Retiro de Madrid. En este parque, que es por definición un acercamiento a la naturaleza, se han implantado unos pilares de juego interactivo, que a primera vista resulta tan chocante como sería poner bolas de plástico en las diademas de brillantes que Napoleón regalaba a Josefina. No pretendemos que se cree un parque temático con espectáculos, ni pueblos reconstruidos, verdaderas obras de arte, sino algo acorde con el medio. Situados en una zona de un parque infantil minimalista puede parecer atractivo e interesante, aunque en lo relativo a paisajismo en un jardín suena a agravio manifiesto.
Los niños pueden jugar ahora en El Retiro de forma independiente con el equipo de juego interactivo desarrollado por Yalp, que es de gran valor pedagógico. Consiste en un campo de juego y varias columnas equipadas con una pantalla táctil LED de 360°, que muestra efectos visuales simples tipo ARCADE y tiene comandos hablados, que animan a los niños a jugar en la pantalla. En muchos barrios holandeses, se emplean para desarrollar las habilidades musicales de los niños, es decir son juegos didácticos.
A causa del creciente auge que experimentan los ordenadores portátiles, las consolas, las tabletas e incluso los teléfonos inteligentes, así como los juegos digitales, es necesario considerar su relación con los juegos y juguetes tradicionales para perseguir un equilibrio entre ambos, de manera que estos no queden relegados a meras reliquias de otra época. La clave consiste en compaginar los beneficios de los dos tipos de juegos y juguetes, de forma que los que se presentan como híbridos entre tradicionales y tecnológicos son muy recomendables. Los videojuegos y los nuevos dispositivos electrónicos desarrollan aptitudes como la lógica, la estrategia y el ingenio; permiten vivir experiencias que no podrían darse en la realidad; ayudan a tener una motricidad fina y mejoran la capacidad visual. Algunos estudios han demostrado que los videojuegos estimulan la coordinación psicomotora del niño, sus estrategias para la resolución de problemas, la capacidad para perseverar en una tarea…
Además, le aportan algunas experiencias que no pueden vivir a través de los juegos tradicionales. Como señala Marc Palau, doctor en la UOC, los juguetes electrónicos contribuirán al aumento de la memoria de trabajo por la retención y manipulación de información que se produce, y a la posterior adaptación de los niños al trabajo tecnológico en el cual se desenvuelven los adultos. Estar frente a una pantalla da lugar a que los niños no interactúen con la familia, no conozcan a otras personas, no hablen, no se mueven del asiento, tengan la vista cansada por fijarla tanto y mirar de cerca, no aprendan juegos nuevos, disminuya su imaginación, y que no aprendan sobre el medio a través del contacto directo.
Cabe añadir, además, que ciertos videojuegos están dirigidos a un público con algún tipo de discapacidad o problema de aprendizaje, y ofrecen grandes ventajas con respecto a la adaptabilidad para niños con problemas visuales, auditivos, motrices o cognitivos. Adicionalmente, son una excelente herramienta de motivación para los niños, ya que presentan sonidos y colores que captan su atención. A pesar de todo, debemos tener cuidado si los niños juegan con juguetes tecnológicos: se ha de vigilar que no estén más de dos horas al día frente a la pantalla. Estudios recientes han detectado que, con media hora de videojuegos, tienen lugar uniones cerebrales llamadas sinaptogénesis. La principal diferencia entre los videojuegos y los juegos tradicionales radica en el tipo de actividad que exigen de los niños. Aparte del entretenimiento y la diversión, en cualquiera de los casos estimulan aprendizaje, desarrollo y crecimiento. Un niño que no practique los juegos tecnológicos es excluido de su círculo social, a pesar de la posible adicción y dependencia que les provocan en ocasiones.
Realmente, los juegos infantiles tradicionales son la mejor manera de educar a nuestros hijos, porque pueden hacer amigos y deporte, evitan a los menores estar pendientes de una pantalla, se favorece la visión en la distancia, se usa la imaginación inventando las propias reglas, y no se digitaliza la propia mente. Favorecen la libertad de movimiento, permiten a los niños descubrir el mundo que les rodea, resolver problemas reales, negociar y ponerse de acuerdo con otros, razonar de una manera lógica, aprender de los errores, establecer un plan y ponerlo en práctica, desarrollar las capacidades cognitivas, el lenguaje y las habilidades sociales (respeto, compañerismo, disciplina, cooperación, liderazgo, comunicación e inclusión de niños con capacidades diferentes); aumentan la creatividad y la fantasía, inventando, por ejemplo, las propias reglas; contribuyen al desarrollo intelectual porque fomentan el nivel de comprensión e imaginación; además, mejoran su estado físico y su equilibrio emocional; permiten experimentar gustos y aficiones sin las trabas de un mundo adulto. En cambio, los juegos tecnológicos causan perjuicios porque provocan insensibilización, debido a que se normaliza la violencia como medio para resolver conflictos, o se justifican valores y actitudes negativos, como son las conductas discriminatorias. Pero el mayor riesgo es crear una generación pasiva. Lo ideal sería un equilibrio entre los dos tipos de juegos, tecnológicos y tradicionales, de manera que el niño no se exceda en el tiempo aconsejado para cada uno.
Por estos motivos, es necesario volver a enseñar o practicar los juegos antiguos populares, siempre divertidos y en su mayoría grupales, que están en desuso: la comba; el aro; tirar de la cuerda; la gallinita ciega; las gomas; las tabas; ¿quién teme al lobo?; stop o tulipán; corta-hilos; la Oca; el parchís; el pique; la carretilla; policías y ladrones; torito en alto; el gato y el ratón; el pilla-pilla o tula; las cuatro esquinas; la carrera de sacos; el pañuelo; el escondite (inglés); tú la llevas; los puzles; el corro de la patata; el pino; 1,2,3…Pollito inglés; frío-frío; las ruedas; el pincho; el rescate; el psicólogo; las palmas; el bote botero; el balón prisionero; los tazos; tierra, aire, fuego y agua; el avioncito; la zapatilla por detrás; las cinco Marías; quién soy yo; el tirachinas; el coche de pedales; la rayuela; las canicas; las zapatillas por detrás; torito escacharrado; pies quietos; palabras encadenadas; pelota de bota; las sillas musicales; el pañuelo; la peonza; el cubo de Rubik; el conejo de la suerte; las 4 esquinas; las chapas; las adivinanzas; los juegos de rol; las carreras; las gomas; el elástico; pase misí; las manualidades; el Hula Hoop; los trabalenguas; la liebre; el ‘cucu-tras’; la mangantera o churro; el balón; las pelotas blandas; las cartas; los juegos de estrategia; Gusiluz; ‘quién es quién’; la telaraña; tres en raya; el yoyó y el aro.