Cuando uno empieza a odiar a su propio país
AR.- Mi patriotismo tocó fondo pasados 8 minutos de las 22 horas del pasado sábado 19. El gol del polaco Robert Lewandowsky, que suponía la igualada a uno con la selección de Luis Enrique, me levantó como un resorte y lo festejé con todo el alma. No trataré ahora de racionalizar ese impulso. Los sentimientos a veces no pueden explicarse, ni falta que hace. Nunca se debería romper la lealtad a tu país si se asienta sobre pilares que sean sólidos. El problema es que mi país no para de fallarme y me he cansado hasta decir ‘basta’. La propia selección de Luis Enrique se parece demasiado a esa juventud española que vemos incapacitada para nada grande, y no por falta de talento sino por exceso de indolencia y de coraje. Lo único que hacen estos niñatos sin alma es pasar el balón de un lado a otro. Carecen de un líder o de uno que sepa dar un pase definitivo. Estos maripilis no son sino el fiel reflejo del país de perdedores que representan.
Excuso por consiguiente llamarme patriota. No lo soy. Para serlo tendría que amar y admirar a la población de la que emerge el concepto de España. Ni la amo ni la admiro. Digo más, preferiría no tener que llamarme compatriota de la mayoría de las personas con las que me cruzo a diario. De esta población, la derecha social me gusta todavía menos. Aceptaría encantado el pasaporte que me brindara un país como Rusia. Incluso Corea del Norte. Allí al menos no ha llegado todavía el hedor de esta democracia herrumbrosa de quinquis, trileros, psicópatas y maleantes. Allí al menos se fusila bien. Reconozco que he llegado al límite estos meses de sanchismo. La cobardía, la hediondez moral, la mediocridad, la materialidad, la incultura, la indignidad, la ridiculez, el poco o nulo valor vital de los españoles, puestos en evidencia tras las humillaciones que nos infringen a diario, desde los secesionistas a la morisma comandada por Mohamed VI, han sido más que suficientes.
Odio tener que vivir en este país cobarde y moralmente enfermo. Odio estar a las órdenes de unos políticos que conforman el estadio moral más bajo de la sociedad.
Odio la fealdad del paisaje humano de nuestras ciudades repleto de gente fea y vociferante, fiel reflejo de la regresión de una raza que ha perdido hasta el más estricto sentido de la dignidad y del orgullo. Odio que haya ya más tiendas de tatuajes que de venta de libros.
Odio la actitud claudicante y cobarde de una población que se resigna a los indultos, sin ni siquiera hacer ruido, a quienes intentaron romper España y lo volverán a intentar en el futuro.
Odio que la vida o la muerte, la salud o la enfermedad de miles de ciudadanos españoles, dependa de unos dirigentes a quienes les importa más los cálculos electorales y los chanchullos de siempre que el interés colectivo.
Odio que hayamos aceptado convertirnos en un país de camareros, o que el turismo de borrachera y desmadre sea lo máximo a lo que puede aspirar nuestra economía.
Odio que dejemos nuestros intereses y el futuro en manos de esa legión de pícaros, bribones, golfos, salteadores y corruptos que han sido y son el mejor exponente de los valores partitocráticos.
Odio que me llamen xenófobo por defender la impermeabilización de nuestras fronteras, o que me griten fascista cada vez que me opongo a los criterios que en nombre del pueblo lo están conduciéndolo al basurero de la historia.
Odio que no se pueda exaltar a Franco pero sí a los asesinos de Miguel Ángel Blanco.
Odio que hayamos aceptado sin rechistar esta modernidad que exhibe las taras más depravadas del individuo.
Odio que los españoles pasen de todo y traguen con todo. Por ejemplo, que un vago o un ‘okupa’ tengan más derechos que las personas que aún conservan la ética de trabajo.
Odio el hecho de que cualquier ciudadano español vea cómo sus hijos son incapaces de lograr un puesto de trabajo, mientras se permite que el más tonto de los españoles pueda ser elegido para gestionar y administrar el Tesoro o dirigir el destino de la nación.
Odio la dictadura de género y la aberración del lenguaje inclusivo disfrazado de igualdad, que ha convertido el Parlamento español y el resto de administraciones públicas en una academia feminista de analfabetas funcionales.
Odio que se asocie la cultura española a esa caterva de artistas progres subvencionados, o a esas continuas deposiciones cinematográficas al servicio de una sociedad partidaria, pornográfica y frentista.
Odio que el ‘culebrón de Rocío Carrasco haya protagonizado más tertulias televisivas y más encendidos debates que el invierno demográfico que padecemos.
Odio que debamos ganar menos para mantener a la legión de vagos, menesterosos, oenegeros, feministas y subvencionados de toda laya, con tal de que la izquierda no pierda su principal cantera de votos.
Odio a esa derechona friki y cobarde, cuyos confines ideológicos se limitan al ‘Viva España’ escobariano y al ‘Arriba España’ cuartelero. Odio a esa derecha odiosa, zafia, tópica, cainita, de argumentos epidérmicos y de andar con el pie cambiado. Odio la cobardía de todos esos generalotes que alcanzan la conciencia crítica y el instinto patriótico al resguardo de sus pensiones.
Odio que hayamos perdido la guerra contra los secesionistas, como antes la perdimos contra ETA, y que algunos aún crean que vivimos en un gran país. Odio que Marruecos haya olido el miedo y la indignidad de una nación que calla ante el robo de nuestras aguas jurisdiccionales, o responde a la invasión de nuestras aún ciudades autónomas concediendo más millones al sátrapa alauita.
Odio que ni un solo líder de la derecha haya interpelado al Gobierno sobre la razón de que los inmigrantes ilegales no entren nunca en Gibraltar. ¿Acaso porque saben demasiado bien que serían devueltos sin contemplaciones al mar?
Un pueblo que ya es incapaz hasta de ponérselo difícil al Gobierno más infame posible, no merece ser reconocido como algo propio y cercano afectivamente. Lo que tenemos es una masa adormecida, amorfa, hueca, vacía, grotesca, extremadamente manipulable… De ella no se podrá sacar nunca nada bueno, nada positivo. Al igual que otros europeos, pero en grado mucho mayor, los españoles han llegado al último capítulo de la decadencia y la degradación. Este es un organismo en putrefacción avanzado. La carne agusanada de este cuerpo es lo único que realmente se mueve y tiene vida.
Los representantes de ese pueblo son todavía peores. La Monarquía letiziana solo se sirve a ella misma. Los partidos sirven únicamente a sus dirigentes y financiadores. Las altas esferas judiciales sirven a los fuertes y se ensañan con los débiles. La cúpula de la Iglesia sirve a Satanás. Los medios de manipulación sirven al pesebre que les llena las alforjas con millones de euros. España ha quebrado. España es un inmenso campo moral de ruinas. Nos han arruinado y humillado, nos han dejado sin futuro.
Los españoles ya no sienten ni frío ni calor. Están tan cretinizados que admiten como corriente lo que en otra época habría provocado un levantamiento. Lo lamento, pero no puedo sentir afecto por este país ni por sus gentes. Lo que me pide el cuerpo es otro pasaporte y mandar a la mierda el que ahora tengo.
D. Armando, sé muy bien que no es la primera vez que escribe con el corazón y con el dolor del alma, es la conciencia de un buen español a quien duele España. Recuerde lo que dijo A. Machado: “Españolito que vienes al mundo, recuerda que una de las dos España ha de helarte el corazón” Estamos ante un nuevo círculo infernal, generado por los descendientes de la misma gentuza que provocó la Guerra Civil en 1934, no como dicen en 1936. Es cuestión de unos pocos meses para que se reproduzcan los mismos crímenes, anarquía y caos. No siquiera… Leer más »
“Estos maripilis no son sino el fiel reflejo del país de perdedores que representan.”
La frase del siglo.
Lo lamento, pero suscribo de cabo a rabo.
Expaña debe derruirse hasta sus cimientos para poder renacer. Total y absolutamente.
No hay absolutamente nada que pueda salvarse.
Resumiendo en una frase: Odio la actual España vendida al Globalismo Plutocratico, de un Sanchez mequetrefe de Soros y asociados, un pais vendido y entregado a las transnacionales, Ongs, una derecha entreguista y cobarde. España se ha convertido en una CorpoONUcracia sin soberania. Borregolandia. Punta de lanza del experimento dictatorial del NOM.
Perfecto resumen y coda a la reflexión y confesión de don Armando, a quien como a Larra, le “duele España”.
Un matiz: la derecha parlamentaria expañola, además de cobarde, o más que cobarde, es globalista (Casado en Bilderberg) y corrupta hasta la médula. Su “entreguismo” está bien remunerado.
Un artículo brillante con sabor amargo, te conduce a una situación anímica decepcionantee y no sin razón. Un camino inevitable a la perdición producto de años de incentivar la decadencia a base de la mediocridad y las malas artes. Tal vez tengamos lo que nos merecemos por nuestra obstinada indolencia y deficiente educación en valores de arraigo patrio.
Así, bien y profundamente explicado, sentimos muchos españoles a los que en Francia, por ejemplo, hace 50 años nos llamaban ”Sale espagnol!” (Sucio español ) y nos pegábamos con los franchutes: uno contra siete. Ahora, no moveríamos un dedo.
MUy certero todo, pero muy triste.. al menos para mí.
Es duro leer esto. Pero es la pura verdad. España nos duele y cada día más. Es un dolor cada vez más insoportable. Un texto rotundo y magnífico.
Me está amenazando nuñez feijoo para que me ponga la vacuna, ¿que vacuna?, no me va a salir de los cojones de ponerme ninguna vacuna. Me dicen que me van a venir a buscar a casa en una ambulancia y que me van a llevar. Si D. Armando Robles me lo permite me extenderé en explicarme.
Desconozco si el director tiene a bien leerlo pero a mí me gustaría si es posible que lo contase por aquí para poder saber exactamente a qué se refiere, gracias
No desespere D. Armando. La Justicia Divina actúa y actuará.
No hace falta amar España, basta con defenderla porque su destrucción te perjudicará personalmente. A tu familia, descendientes, conocidos, muchos, la mayoría españoles, serán perjudicados.
La destrucción de España perjudicará también a Europa, y al resto del mundo de muchas maneras.
Querer lo mejor para el mundo es querer lo mejor para uno mismo, y para el propio país.
Si la emoción no sirve para defender tus intereses cámbiala por la razón.
No, a Europa no le perjudicará. Ya se encargaron de desmantelarnos y desmoralizarnos hasta la casi muerte. Más bien les vendrá bien para mandarnos a todo su excedente de escoria refugee, limpiando sus casas mientras mantienen la hipocresía de que “siguen en Europa”.
La destrucción de España podría ser la destrucción de Europa, y eso puede comenzar en Cataluña. El separatismo es un síntoma concomitante del socialismo. Y de la misma manera que parte desde Cuba a Venezuela y luego al resto de la hispanidad y España. También puede proseguir su camino por Europa en otras formas. Si nos libramos del socialismo, nos libramos de odio entre unos españoles y otros, del despilfarro del dinero público, del hambre y pobreza, de la invasión del tercer mundo. Y ya de paso libramos en buena medida al mundo entero de seguir en comportamientos de autodestrucción… Leer más »
Excelente, desde Argentina duele ver a la amada y eterna España cayendo otra vez en el infecto y podrido yugo que se sacudió en 1939, con la complicidad de la derecha vendida y progre… mucha fuerza a todos los patriotas y tengan esperanza que toda esta oleada de mierda y decadencia pasará, porque no es más que una moda importada
Me siento igual.
A lo mejor los que están hundiendo España caerán igual, pués los amigos y los enemigos vamos en el mismo barco.
Yo no se cómo decirlo, pero creo que si Jesucristo dijo que amasemos a nuestros enemigos, podemos deducir que tenemos que amar a esta nación adonde nacimos a pesar de que es un organismo enfermo y dentro se vive fatal. O sea España es ahora mi enemiga, no mi gradiosa patria protagonista de la historia y curada en el año de 1939 por última vez. Esa ya nos hemos “zurrado” toda la herencia, Solo queda el detritus, después de cuarenta años, de experimentos sociales de las izquierdas de gafapasta con las cosas del comer.
Pues eso:cuando no valoramos ni respetamos lo nuestro ( cuando al resto del mundo les podemos dar clases e por ejemplo en inventigacion) ¿ que pidemos exigirles a los paises de nuestro entorno? : NADA…solo sentir verguenza, pena, impotencia y tristeza..
FREE LANCE (Periodismo libre y de investigación). Las fronteras se defienden con las armas y un buen ejemplo de ello nos lo da el admirable pueblo hebreo. Si en España, aquellos uniformados, juramentados y bien pagados que tienen las armas y en quienes recae la gravísima responsabilidad de defender a la Patria (Artº 8 de la Constitución), no tienen la dignidad de hacerlo, pues que entreguen las armas al pueblo y al menos éste, surgido el momento sabrá defenderse del enemigo que nos acosa. A España la han convertido políticos y dirigentes en una evidente prostituta a la que se… Leer más »
Para frenar esto uno debe empezar por uno mismo, enriqueciendo su alma y creando su propia familia impermeabilizada frente al resto podrido, vuelta al campo y esperar que todo pronto se acabe
Estimada Redaccion
Yo soy italiano y comprendo muy bien sus sentimientos
Aqui es lo mismo y esperaba en Espana para acabar my vida.
Todos hemos perdido, todo el mundo ha perdido
Si Rusia y pocos otros paises se guardan, mire a EEUU que pena.
Donde ir ?
Estan demasiados locos y esparamos que las “vacunas asasinas” les maten muchos, solo asi podriamos esperar que cruzaremos menos locos en la calle en nuestro futuro
Lamentable artículo donde se confunde la parte con el todo. En realidad nuestro mayor problema posiblemente sea el pendulazo emotivo, del que este artículo es muy buen ejemplo. Ya que pone como ejemplo Polonia, país admirable ahora, debería repasar lo que le ocurrió durante décadas y siglos. Tienen una historia terrible detrás, y jamás llegaron ni remotamente a las glorias que tuvo España.
¡¡sois geniales¡¡