Faltan buenos abogados
Más de cuarenta años de experiencia en el mundo jurídico, primero como graduado social, después como teórico del derecho, profesor universitario de derecho del trabajo y seguridad social, de esos que nunca han pisado un juzgado, luego como fiscal, juez y secretario judicial sustituto, y últimamente como abogado, creo me capacitan para opinar sobre el mundo del derecho en general, y sobre la abogacía en particular.
He conocido abogados buenos, malos y peores. Más malos que buenos. Los buenos con los que he tratado profesionalmente creo podrían contarse con los dedos de la mano, y sobrarían dedos. Aunque no hace falta ir a Madrid o Barcelona para encontrar grandes abogados. En Zaragoza tenemos algunos de ellos…
Como decía un abogado zaborrero, “los abogados trabajamos mucho con la lengua, como las putas, y cuando más dinero nos da el cliente, más le damos la razón”, aunque luego esa falsa razón se estrelle contra los muros de la incomprensión fiscal y judicial.
Un excelente magistrado, hijo de abogado, me decía que su padre opinaba que el ochenta por ciento de los abogados sólo pensaban en el dinero que le podrían sacar al cliente, más que en el fondo del asunto. Es decir que veían al cliente como una máquina tragaperras, a la que con un poco de suerte se podía limpiar de dinero. Yo ya empiezo a pensar que estaba equivocado en la cantidad: son el noventa por ciento.
Pero lo cierto es que sobran abogados zaborreros, pero faltan buenos abogados, que cada día escasean más. Parece una contradicción, pero es así.
Con mi experiencia como cliente, como compañero y desde el otro lado del mostrador, como fiscal o juez sustituto, o más bien prostituto, realmente prostituido –he dicho bien, es decir usado y tirado-, las cualidades que debe tener un buen abogado son las siguientes:
– Sentido común. Aunque parezca mentira es el menos común de los sentidos. Y si encima sabe algo de Derecho, mejor que mejor.
– Ponerse en el lugar del cliente. No se trata de reprocharle su delito o su incumplimiento o actuación, sino comprenderle, ayudarle, acompañarle en ese viacrucis que es el proceso judicial, y no digamos el proceso penal.
– Buscar la mejor solución, que no siempre es la más rápida, pero tampoco la que eternice más el litigio. A veces hay que negociar, transigir, conformarse con una determinada pena, por supuesto siempre con la anuencia del cliente, y explicándole previamente en un lenguaje claro y asequible los pros y los contras de la situación, para que sea él mismo quien tome la decisión, no el profesional.
– Ser una persona solitaria, pues la abogacía no solo es una profesión, sino también una vocación, y exige a quien la práctica una dedicación exclusiva y excluyente, con el mínimo de vida social posible. Aunque, paradójicamente, tampoco puedes descuidar las relaciones sociales, pues son las que te proveen de litigios.
– No buscar clientes; si eres bueno, vendrán por su propio pie.
– En resumen, pensar siempre en los intereses de los clientes antes que en los tuyos propios.
Pero también cobrar. Al fin y al cabo, somos profesionales y tenemos que pagar nuestras facturas. Pero atenuar las minutas a los resultados obtenidos. De alguna forma asociarnos al buen o mal fin del pleito en cuestión.
Estas son mis reflexiones sobre el particular. Por supuesto podría decir muchas más cosas, pero creo que es suficiente. En resumen, necesitamos más buenos abogados, y menos abogados zaborreros.
Y no olviden que los Abogados somos los grandes defensores de la Civilización, que viene por el Derecho, no por la fuerza o el totalitarismo, que cada día asoma más la patita…
*Abogado y Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.
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Desde luego, la figura del PROCURADOR DE LOS TRIBUNALES, no tiene ningún sentido en LA ESPAÑA ACTUAL. Y creo que solo se mantiene esa profesión para no dejar sin trabajo a los 12.000 procuradores que hay -más o menos-, pero se les DEBERÍA HACER ABOGADOS, Y ASUNTO SOLUCIONADO. Al fin y al cabo, la práctica totalidad de ellos son licenciados o graduados en Derecho, con lo cual no habría problema alguno. EN SU DÍA SE HIZO NOTARIOS A LOS CORREDORES COLEGIADOS DE COMERCIO, al desaparecer la profesión, Y UNA BUENA PARTE DE ELLOS ERAN ECONOMISTAS, O PROFESORES MERCANTILES, INTENDENTES MERCANTILES,… Leer más »
No dudo de la necesidad y utilidad de los abogados, pero sí dudo, y mucho, DE LA UTILIDAD DE LOS PROCURADORES DE LOS TRIBUNALES, ya casi desaparecidos en todo el mundo civilizado.
Como usted muy bien dice, LOS PROCURADORES AL DÍA DE HOY, CON TODA LA JUSTICIA INFORMATIZADA, NO TIENEN UTILIDAD ALGUNA, Y DEBERÍAN DESAPARECER…
Como el 95%, por lo menos, de los procuradores son licenciados o graduados en Derecho, DEBERÍA EXPEDIRSELES EL TÍTULO PROFESIONAL DE ABGOADOS, y que se ganan la vida, comno todo el mundo, litigando.
Total, de pasar de 152.000 abogados a 164.000, pues hay unos 12.000 procuradores, NO CREO QUE ARRUINARÍA A LA PROFESIÓN DE ABOGADO, YA DE POR SÍ BASTANTE DEVALUADA Y DEPAUPERADA SOCIAL Y ECONÓMICAMENTE…
En mi modesta opinión, pues no soy del gremio, el problema de la Abogacía española, y supongo que en todo el mundo, ES QUE SE HA MERCANTILIZADO EN EXCESO. Ahora ya casi no quedan abogados de cabecera, al igual que tampoco hay casi médicos de cabecera. TODO SON EMPRESAS DE SERVICIOS, O POLÍCLINICAS, Y EN AMBOS SACOS SOLO ASPIRAN A SACARLE EL MÁXIMO DINERO POSIBLE A LOS CLIENTES… Su principal y único interés es el suyo propio, es decir obtener los máximos ingresos y beneficios posibles. Y eso se come muy mal con la Deontología profesional, y lo que es… Leer más »
En mi juventud, tras terminar la Licenciatura en Derecho, de 5 años, se entraba de pasante en el despacho de un buen abogado, y allí se permanecía durante 4 o 5 años más, hasta obtener la “maestria” suficiente como para animarse uno a abrir despacho, allá por los 30 años, de promedio… En estos últimos años, son miles los jóvenes, que con escasamente 23 años, nada ás terminar la carrera, SE COLEGIARON APRISA Y CORRIENDO, para no tener que pasar por el master obligatorio, por las prácticas, también preceptivas, por el “examen de Estado” ante el Ministerio de Justicia, etc.,… Leer más »
Hasta la fecha, todos los abogados que he conocido eran, o unos sinvergüenza de tomo y lomo, o unos inútiles e incompetentes…
Todavía estoy esperando encontrar a un buen abogado.
Si alguien conoce algún caso, ruego me lo diga. Gracias anticipadas.
Normamente, el sinvergüenza suele ser incompetente, es decir, son dos “vírtudes” que van juntas, en el mismo lote.
Y UN ABOGADO QUE NO SEA HONESTO, NUNCA SERÁ UN BUEN PROFESIONAL, POR MUCHO DERECHO QUE SEPA…
La única defensa que tenemos los ciudadanos ES POR LA LEY Y EL DERECHO, ES DECIR, MEDIANTE LOS ABOGADOS.
El buen estado de la profesión redundará e un bien social, y en la pacificación de la sociedad.
Así de claro.
Hace falta ser imbécil, pero que muy tonto, para poner un negativo a este atinadísimo comentario…
¡Pero está visto que hay gente para todo!
Hace falta ser muy tonto para creerse que el Derecho solo lo ejercen los abogados y no no es buenos abogados sino buenos juristas que en España escasean en el saco entran letrados, jueces y fiscales.
*Las únicas personas que defienden nuestros derechos son los abogados.
Así es. Los Notarios, Registradores, ets., SE ENRIQUECEN CON EL DERECHO, pero realmente no defienden LOS DERECHOS DE NADIE, como no sea los suyos propios.
RAJOY, por ejemplo, REGISTRADOR DE LA PROPIEDAD, es un claro ejemplo de lo que digo… Un Registro de Madrid GENERA VARIOS MILLONES DE EUROS AL AÑO, de los que una buena parte SON BENEFICIOS.
Deberían cobrar un sueldo, un buen sueldo, PUES SON FUNCIONARIOS PÚBLICOS, Y NO COBRAR POR ARANCEL, como en la Edad Media…
Es verdad todo lo que dice…, y se queda corto. En España hay un exceso de abogados, más de 152.000, según los datos de finales del año pasado. Y además con ingreso irrestricto en la profesión durante los años pasados, y hasta hace poco, vamos que cualquier memo, que había podido acabar la carrera, a trancas y barrancas, podía llamarse abogado, y ejerce como tal, sin una pasantía obligatoria, de varios años, un examen de conocimientos prácticos profesionales, etc. EL RESULTADO ESTÁ A LA VISTA. UNA GRAN MEDIOCRIDAD, salvo excepciones, Y MUCHAS GANAS DE SACARLES LOS CUARTOS A LOS CLIENTES,… Leer más »