La Diputación Provincial de Huesca, en manos del PSOE, ha reservado a personas transexuales una de las diez plazas de oposición de auxiliar administrativo.

No hace falta ser jurista para colegir que se trata de un claro ejemplo de desigualdad ante la ley. ¿Qué artículo de la Constitución española recoge que tenga prioridad un transexual sobre un heterosexual para obtener una plaza pública de empleo? ¿Qué será lo siguiente? ¿Priorizar el acceso a la Administración de las feministas, los veganos o los okupas?

La crónica política española es dantesca. Y lo es aún más si tenemos en cuenta que no se vislumbra salida a este túnel. Si hubiera hoy elecciones, la izquierda tendría garantizado otra vez el Gobierno gracias a la suicida división electoral de la derecha. ¿A quién favorece esa división? ¿Ha sido programada por los que mueven los hilos del poder? Tanta torpeza no puede ser casualidad. E pasado 28 de enero tuvimos el mejor ejemplo.

Pedro Sánchez ha sabido manejarse a la perfección con los tiempos parlamentarios y hasta ha conseguido en cierta medida secuestrar la voz del Parlamento con un estado de alarma hasta el 9 de mayo de 2021.

Es decir, comparecencias las justas y así, de paso, enfría los ánimos de la oposición.

Y cuando los adversarios de Pedro Sánchez tienen la ocasión de reventarle, surge la sorpresa donde menos se podía esperar. Un apoyo por pasiva de los diputados de VOX, quienes optaban por abstenerse en la aprobación del decreto sobre el reparto de las ayudas europeas por el coronavirus.

Nada más y nada menos que 140.000 millones del ala que el portavoz de VOX, Iván Espinosa de los Monteros, criticaba refiriéndose a su «oscurantista reparto» y que daba pie a posibles corruptelas. Pero el caso es que el voto en contra no se produjo.

Sánchez se ha encapsulado, y con éxito. Y la oposición ha permanecido autoconfinada y en paradero desconocido. Que esté troceado en tres fragmentos (PP, VOX y Ciudadanos) lo que antes era una única fuerza política, mantiene a los tres trozos en permanente batalla entre sí para conseguir protagonismo público y político. Así se ha visto en el extravagante episodio parlamentario en el que los sobrecalentados diputados de VOX han salvado a Pedro Sánchez de estrellarse contra su propia temeridad con el decreto de los fondos europeos.

Observando el panorama actual, la oposición nunca ganaría por sí misma unas elecciones, sino que más bien las puede perder Pedro Sánchez por el desgaste que sufra en su día a día al frente de La Moncloa.

Con patinazos como el perpetrado por VOX en el último pleno parlamentario, se hace complejo doblar el brazo al mandatario socialista. ¿Disidencia controlada? ¿Hay ya alguien que lo dude?