La larga, fútil y desconcertante espera de Patricia Rueda
AR.- Vuestra dirigente Patricia Rueda, la que se vale de vosotros para encaramarse en los mejores sitios mientras muchos arrostráis la mansedumbre, no quiere soltar prenda. La política es un acto de servicio y Patricia Rueda no parece haberse enterado. Alguien tendría que decirle que el puesto que ocupa fue sobrevenido, no ganado. Fue José Enrique Lara quien la eligió como candidata al Congreso cuando ni siquiera era militante. Entre sus méritos curriculares, una desastrosa gestión económica al frente del Museo del Automóvil, donde llegó a instancias del PP y de un grupo de inversionistas rusos. De su etapa museística conservamos como lo más notable su imagen de “femme fatale” a bordo de un descapotado rojo a juego con su gabán.
Como diputada no ha demostrado casi nada. Su medianía parlamentaria es inversamente proporcional a la admirable brillantez de su compañera Macarena Olona. No se le recuerda una intervención brillante, una idea original, una propuesta ocurrente… Apenas nada. Gris, gris, gris. Tal vez por eso no nos costaría nada imaginar a Patricia Rueda lo mismo en Vox, en el PP o en Ciudadanos, de haber tenido otros patrocinadores. No es que digamos que carece de principios, sino que sus principios, como el valor en la antigua mili, hay que suponérselo bajo palabra de honor.
Como en una moneda demasiado sobada por la codicia y el despilfarro, este perfil de política se borra por días, se achata, pierde gracia y relieve. Bien haría Patricia Rueda en no equivocarse demasiado al frente de Vox Málaga, copado de chusma y gentuza al acecho de un puestecito, algo así como la antinación desvencijada y el dolo social convenientemente aceptado. .
Patricia Rueda, políticamente, se lo debe todo a José Enrique Lara, que fue quien la eligió como candidata número 1 al Congreso por Málaga. Patricia Rueda ni siquiera ha tenido la delicadeza (o la grandeza humana, según se mire) de llamar a José Enrique Lara tras la victoria con dopaje de la candidatura de Enrique de Vivero. En cambio se deja querer por la gente de peor pelaje y condición que anida en el partido, la que vivaqueaba ideológicamente de aquí para allá, sin rumbo fijo, cuando los laristas apostaban por un proyecto en el que nadie creía, y ella la que menos.
En realidad, el larismo no es una ramificación grupal, es sobre todo un estado de conciencia, de honradez y de decencia. Si hace tres meses hubiera conocido a los laristas tan a fondo como hoy, nunca les habría regalado a los otros la feliz noche que vivieron el 13 de octubre.
Es posible que José Enrique Lara haya cometido errores políticos de bulto, pero ver a los laristas dos meses después de su derrota, hechos una piña, en unión fraternal, sin una sola voz disonante, sin un mal gesto, sin el disenso de los malos perdedores, debería servir a Patricia Rueda para decidirse sobre la conveniencia o no de organizar el partido teniendo como base los corrompidos materiales humanos que estos días pierden el culo y doblan ante ella la cerviz.
Guste o no, José Enrique Lara siempre respondió con lealtad a quienes fueron sus leales. José Enrique Lara nunca dejó tirado a ni uno solo de sus colaboradores. La historia política del larismo, sin embargo (insisto) sus muchos errores, nunca fue una historia perversa de conspiraciones, de iluminismo, de arbitrariedad, de corrupción moral, de deslealtad, de deshonor, de falsas charreteras… Nadie puede decir de ninguno de ellos que dejase de servir abnegadamente al partido, sin sucumbir a subalternos intereses económicos. Ellos estaban ahí cuando casi nadie confiaba en el proyecto de Vox y de la nada construyeron un proyecto político que a punto estuvo de desbancar al PP como segundo partido de la provincia.
A Patricia Rueda le ha sido encomendada la tarea de unificar Vox Málaga. Hágalo con sabiduría y con amplitud de miras. Observe los grupos de WhatsApp y compruebe ella misma quiénes están por la tarea de servir de linimento a la musculatura moral del partido y quiénes por la de difamar, corromper, agraviar, dañar y malmeter.
El compromiso ético con España o el “calzonazismo”. El señorío de Antonio Pulido o el camaleonismo de Paco Vázquez. La elegante sobriedad de Carmen Barrios o la extravagante comicidad de Nanda Agredano. El hooliganismo o la elegancia. Un equipo valioso y unido en el umbral de un partido mejor, o una necrología a su insípida carrera política. Eso es lo que a Patricia Rueda le toca elegir.
Esto con Caligula no pasaba, a Patricia Rueda y a Juan Herrera los habrian echado ya a los leones, son unos payasos y estan conviertiendo a VOX Malaga en un circo, solo falta el Bombero Torero y sus enanos, no digo que haya que alimentar hogueras con la bruja de la noticia como era practica habitual en tiempos mas cristianos que el nuestro, pero algo hay que hacer, no?