Los pobres, mascotas de la izquierda
Hana Fischer.- Thomas Sowell es uno de los pensadores más lúcidos y valientes de la actualidad. No le interesa ser “políticamente correcto”. Por tanto, expresa verdades que son como proyectiles dirigidos al corazón de las hipocresías. Sus razonamientos desnudan falsedades con una lógica impecable y están basados en la evidencia empírica. Ergo, son difíciles de rebatir.
En el 2008 escribió una columna cuyos conceptos valen la pena refrescar debido a su perenne vigencia. Sostiene que, para la gente de izquierda, “los negros son trofeos o mascotas, y por tanto deben exhibirse. En ningún lugar es esto más cierto que en la política”. De ahí las manifestaciones multitudinarias de “denuncias”, muchas veces hasta ridículas (por ejemplo, sacar de cartelera a la joya cinematográfica “Lo que el viento se llevó”). Sowell observa que “el problema de ser una mascota es que te conviertes en el símbolo de la virtud o la importancia ajenas” y a continuación recalca, que “el bienestar real de un símbolo no le importa a nadie”.
Toca un asunto espinoso para los practicantes de la “corrección política” que suele pasar desapercibido: bajo el eslogan se oculta un gran narcisismo y la búsqueda de réditos políticos o comerciales. No es el “tú” el centro del discurso, sino el “yo”.
Sowell expone un ejemplo de lo anteriormente dicho: “Acudir impulsivamente en defensa de criminales negros es una práctica común entre los progresistas que necesitan de mascotas negras. La mayor parte de los delitos cometidos por negros tienen por víctimas a personas de su misma raza. Pero, una vez más, el bienestar real de un símbolo no le importa a nadie”.
Culmina con una indignada acusación: “Utilizar a seres humanos como mascotas no es idealismo sino autobombo, algo tan desagradable en sí mismo como en sus consecuencias”.
Otras de las “mascotas” preferidas de la izquierda son los pobres. Simbolizan “lo buenos” que son los políticos de esa orientación. Se los “utiliza” como “boletos” para ganar elecciones y aprobar abultados presupuestos para “beneficiarlos”. Sin embargo, la experiencia demuestra que son tan solo una excusa y que una gran porción de esos desembolsos va a parar a otros “bolsillos” y no necesariamente en el de los más necesitados.
Y en escala ascendente, esos políticos miserables son a su vez,mascotas de los tétricos poderes ocultos, y los poderes ocultos, mascotas de las infernales Tinieblas con las que los atrapa el Mal.