¡Puta Europa!
El viejo chiste de Mihura ha sido superado: “¿Trae algo nuevo el periódico?”. “Sí, la fecha”. Por contraste ahora todo es nuevo, aunque muchas veces resulte tristemente viejo. Se tiene la impresión de que la vieja y puta Europa ha institucionalizado su propio suicidio a ritmo negroide o coránico. Desde la prensa diaria, amancebada con la casta política desde siempre, se nos muestra cuál es entre todos el camino más corto hacia el harakiri. Una británica blanca insulta a una negra en un metro de Londres, se monta la de San Quintín y la infeliz termina dando con sus huesos en la cárcel. Sólo unos días después, cuatro negras de origen somalí propinan una brutal paliza a una británica autóctona y el juez las absuelve porque son musulmanas y no están acostumbradas a beber. Así como suena. Con un par.
Lo malo de este doble caso es que mientras el insulto de la blanca a la negra abrió los informativos de toda Europa y registra más de 6 millones de referencias en google, la paliza de las somalíes a la mujer blanca no ha tenido apenas repercusión mediática. Como muestra, su raquítico registro en la Red: 6.000 entradas. Es muy llamativo que sólo se informe de los presuntos delitos racistas cuando esos hechos tienen como víctimas a ciudadanos de otras razas y de otras religiones distintas a la nuestra, como queriendo minar con ello la moral de los europeos con apego a su supervivencia. El matiz que diferencia un suceso de otro es la pertenencia de los agresores a uno u otro confín cultural. La regla de oro consiste en sostener que todo cuanto aquí se produce es malo, y en cambio todo cuanto se produce en otras civilizaciones es de calidad superior. El cristianismo es malo porque da vida al ideal de Occidente. El islam es requetebueno porque pretende la aniquilación de ese ideal.
La puta Europa no se escandaliza ante esta alucinante ley del embudo en su propio territorio. No son ellos los malos. Los malos, como siempre, somos nosotros.
El esperpéntico sentido de la discriminación positiva que tiene la actual Europa, produce mucha más risa que indignación. Las razones del nuevo orden la abona la nueva sangre blanca derramada lo mismo en Leicester, en Johanesburgo o en los suburbios cristianos de Pakistán, por la cual ni se lamentan nuestros progres, ni berrearán los ‘cornigauches’ de Europa. El fuego lo emplean ellos; ellos son juez y parte; ellos se lo guisan y se lo comen. Procuremos, con buen humor, que todo esto se les indigeste. No, no ataco a los islamistas y sus cipayos. De ellos es fácil desprenderse porque vienen de frente y no ocultan sus intenciones. Aquí los peligrosos son los puteros imbéciles y aún peor sus secuaces, que contemplan la destrucción de Europa con absoluta serenidad.
La nueva escuadrilla de Marcuse tiene bien aprendida la lección; cualquier ataque contra nuestra vieja civilización es exaltada desde los tendidos de la casta, promotora de logias y de dogmas contrarios a nuestra dignidad colectiva. Es ella quien promueve mezquitas, droga los espíritus, adoctrina a los hombres, protege sus acciones y llora hipócritamente sobre las consecuencias. De paso, si pueden llevarse un contrato petrolífero, el harén de la siete lunas, cualquier chuchería, la caja o la documentación de alguna multinacional europea en tierra de bárbaros, lo hacen. Por todo lo cual permiten que cientos de miles de esos bárbaros se instalen entre las tribus europeas llamadas democráticas y liberales.
Los mercenarios de la intelectualidad son de idéntico pelaje. A cambio de fomentar las peores taras de la multiculturalidad y menoscabar nuestro instinto identitario cobran sus pingües primas en películas, subvenciones, conferencias, premios, excelentes sueldos profesionales y el correspondiente tributo de las 27 ex doncellas en sus alcobas, a elegir según preferencias personales.
Benditos y alabados sean aquellos europeos que no se dejan engatusar por los encargados de ese gran prostíbulo político que se abre al norte de los Pirineos.
Mi humilde opinión es que nos sobran las autonomías (o automanías) y nos sobra la Unión Europea. Elementos que están liquidando la soberanía nacional y la unidad e igualdad de todos los españoles.
¡Viva España una y fuerte!
No confundamos a Europa con esa UE cuya actuación es tan reprobable según se van viendo esos hechos lamentables que desde Cádiz a Estocolmo indignan al verdadero europeo, el descendiente de una raza insigne que ha dado lo mejor del pensamiento, del arte, de la ciencia, que ha implantado en el mundo unos principios de convivencia inspirados en el cristianismo al que ahora quieren eliminar por las buenas, gracias a la estupidez de muchos, o por las malas, no sólo por cómo se producen esos actos vandálicos que no se limitan a la agresión física en todas sus formas, incluso… Leer más »
a tomar por culo esta europa de banqueros hijos de puta.
Al estado totalitario orweliano que padecemos solo le interesa que se paguen impuestos, se trague con sus lavados cerebrales y se consuma lo que sea aún sin necesidad(si son pisos mejor)
Excelente artículo. Que lástima que este tipo de periodismo no abunde.
Puta UE
Más bien, sí.
Desafortunadamente va mas alla de la UE. Europa, particularmente occidente, hace siglos que tiene tendencias anti-espanoles, anti-cristianos, y que se corroe por dentro. Simplemente, estan llendo a un ritmo mas rapido y llegando a unos niveles de putrefaccion mucho mas altos ultimamente.
Sin complejos como debe ser, un artículo contundente. Debemos defender lo nuestro sin ningún tipo de ambages y a estas alturas el posicionamiento dialéctico debe ser firme ante los borregos manipulados.