España camina imparable hacia el desastre
En realidad la democracia española ha transitado siempre entre lo grotesco y lo estrafalario. Si hace un par de meses nos hubieran dicho que Pedro Sánchez se apoyaría en los protagonistas de la rebelión golpista en Cataluña para lograr lo que a través de las urnas le hubiera sido imposible, nos habría parecido el relato surgido de una mente disparatada y enferma. Es decir, que por la ambición infinita de Sánchez, el futuro de España puede quedar en manos de los que quieren destruirla. En la democracia española, ya se sabe, hasta lo inverosímil resulta concebible.
La democracia española ha traído consigo el chantaje de los separatistas, el latrocinio de los políticos, la inmoralidad de los funcionarios, el desbarajuste económico, la penuria de los trabajadores, la multiplicación de los atentados contra la propiedad y la vida ajena, la procacidad periodística, el empobrecimiento cultural, la anemia espiritual y el general desasosiego, que nos hace clamar para que esto estalle de una vez, aún cuando hayan de sacrificar temporalmente algunos intereses ciudadanos.
Si el supremo arte de gobernar consiste en mantener el orden y la armonía compatible con un amplio margen de progreso y libertad, un poder civil que no conduce a ello, sino que nos lleva a una situación de ineficacia y postración del Estado, sin ningún juicio sobre las causas incidentes, es un poder fracasado.
Se hace urgente reparar en las causas que nos han llevado a este desastre. De entrada, la responsabilidad de la población española parece lo suficientemente grande como para ahorrarnos cumplidos y expresiones de bienquedismo. Un pueblo que ha perdido el valor hasta de defenderse de cualquier agresión externa es un pueblo que no tiene derecho a la supervivencia. Pura razón natural tras 40 años de oligarquía partitocrática. Lo que tenemos es una masa adormecida, amorfa, hueca, vacía, grotesca, extremadamente manipulable. De ella no se podrá sacar nunca nada bueno, nada positivo. Al igual que otros europeos, pero en grado mucho mayor, los españoles han llegado al último capítulo de la decadencia y la degradación. Este es un organismo en putrefacción avanzado. La carne agusanada de este cuerpo es lo único que realmente se mueve y tiene vida. No es extraño que Sánchez pueda garantizar su futuro económico bajo las cenizas de un sistema que lo ha calcinado todo a su paso.
Es seguro que las próximas generaciones de españoles pagarán dramáticamente los excesos de estos años, ya que lo que se dibuja en el horizonte es una sociedad empobrecida, envilecida y en las garras de un puñado de lobos con los instintos salvajes intactos. Carecemos de defensas para pertrecharnos contra lo que se le viene encima. Y lo peor es que hay gente que no parece ser consciente. A base de manipularnos todos estos años, a base de inducirnos a todos los vicios y taras, a base de inculturizarnos, de rebajar nuestros instintos al nivel de las cloacas, han logrado atrofiar cualquier gesto de rebeldía, de sentido crítico, de espíritu rebelde.
Los españoles ya no sienten ni frío ni calor. Han creado una sociedad de espectros teledirigidos, han logrado rebajar nuestras preferencias vitales hasta la hediondez, han conseguido que nuestros ideales trancendentales estén más cerca de los de cualquier churri televisiva que de todos esos valores que indujeron a nuestros abuelos a dejarse la vida por una España mejor.
España está en trance de morir y aquí nadie parece tener nada que decir. Ya casi nadie exige que se repare el honor de nadie, y mucho menos el de España. Los yihadistas proliferan por doquier. Ilegales de toda África asaltan nuestras fronteras a diario. Los separatistas vascos y catalanes huelen la cobardía que hay en el ambiente y ven cerca la capitulación de una nación postrada a sus pies. Y ello sin que a los partidos con representación parlamentaria, ni al presidente del Gobierno, ni al Rey, ni a la prensa pesebrera, ni mucho menos a la sociedad civil parezca inquietarles.
Yo hace muchos años que dejé de creer en esta democracia. A decir verdad, nunca creí en ella. No puedo por tanto sentirme engañado por partidos e instituciones en las que nunca creí. Sólo nos han dejado el valor de la palabra, aún con grandes restricciones. Por eso proclamo mi desprecio y asco a todos los que han hecho posible este monumental fracaso colectivo, dándonos desencanto, pesimismo, inseguridad y desesperanza que antes, evidentemente, no existían.
“deje de creer en esta democracia, en realidad nunca creí” JA,JA,JA,JA la verdad que no nos habíamos dado cuenta…pero hombre eso de ser franquistas y defensores de dictadores llévenlo en la intimidad, que esta feo, que es de vergüenza….al menos en los paises del Primer Mundo.
Estas cosas ocurren porque sólo hay sed de poder y mediática, pero no ideología.
Brillante articulo, que comparto completamente. Peeero, prefiero morir de pie, que vivir de rodillas…Uno de los nuestros vale por 100,000 lobotomizados de los suyos…
La verdad, se te nota muy dolido con los españoles, ni de la boca de un indepe hubiera imaginado tal ristra de insultos.
Así es, don Armando. Y cada vez más deprisa…
Añadir una solo coma a su comentario, Sr Robles, sería redundante. La sociedad española hiede. El régimen del 78 hiede. Los políticos que padecemos hieden.
A veces me pregunto si realmente vale la pena salvar este país. Quizá hayamos llegado a un extremo de decadencia donde mejor ser engullidos por el sumidero de la historia. Pues todo lo que hagamos de ahora en adelante mucho me temo no puede sino avergonzar hasta la nausea a nuestros valientes antepasados.
Si todos los “ex” de la política, sin que falte nadie, pasan a la historia en forma vergonzante. Porque el interés de ser uno mas?
Jesús dijo que si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se salará?. Eso es lo que ha pasado, el mundo está podrido porque ya no hay sal, aunque ellos dicen que progresa, que evoluciona. Pero no es así porque no evoluciona, .degenera. Eso lo vemos constantemente. Y si no queremos ser sal, algo tenemos que ver con la situación.
Digame vs que solución hay para la defensa nacional . Buenos días .Dios le bendiga