¿Puede España encontrar su propia vía?
Desde que Alemania se convirtió en nación, se convirtió también en una gran potencia emergente que amenazaba, por su propio impulso (“un lugar bajo el cielo”), el statu quo del reparto de poder en Europa y en otros continentes. Pronto se puso a la cabeza de Europa por su ciencia, su pensamiento, su técnica extraordinariamente innovadoras, y por sus excelentes universidades, las mejores del mundo, imitadas en Usa e Inglaterra, y por su literatura y arte en general. Y era un país liberal, y más democrático que la muy clasista Inglaterra, por ejemplo, cuya preeminencia en todos los terrenos ponía en peligro, lo mismo que la de Francia. La rivalidad imperialista concluyó en la I Guerra Mundial.
Comparémoslo con la España de la misma época (1870 en adelante). De primeras, España cayó en una república demencial, teóricamente democrática, después de casi medio siglo de liberalismo caótico. Desde 1870 el país se enderezó un poco, con régimen liberal y más o menos democrático (sufragio universal masculino desde 1890, uno de los primeros de Europa. Aunque falseado: en casi todas partes lo era de un modo u otro). Fue el régimen de la Restauración, muy mediocre en todos los terrenos, pero acumulativo, lo que admitía una probable aceleración con el tiempo. Pudo superar pronto, por ejemplo, los efectos económicos del Desastre del 98, aunque fracasó en los políticos y morales. Pues el Desastre fue ante todo moral y político, a manos de la democracia liberal useña, que impuso la guerra con el propósito definido de apoderarse de Puerto Rico y Filipinas (donde practicó una guerra genocida), y someter a tutela a Cuba, y de paso a toda la cuenca de las Antillas.
El resultado final del 98 fue la II República, constituida por los enemigos de la Restauración, y la guerra civil. Los problemas morales y políticos surgidos del 98 se resolvieron en lo fundamental con la guerra y el franquismo. La democratización posterior debiera haber permitido una consolidación y un avance sobre las bases creadas durante esos casi cuarenta años, como deseaba la mayor parte de la población. No fue así, y hoy nos encontramos con el auge de los mismos radicalismos y tendencias disgregadoras y totalitarias nacidos del 98.
España ha tenido mala suerte: la invasión francesa (“progresista”) dejó el país arruinado y sobre todo dividido irreconciliablemente. La intervención de la liberal Inglaterra lo debilitó aún más ayudando de modo muy importante, en el fondo decisivo, a destruir el Imperio español y supeditarlo en parte a sí misma. Y en España, a una primera guerra carlista, ganada por los liberales, sucedió un período de constantes golpes militares o pronunciamientos de unos liberales contra otros, que terminó, aparentemente, con la Restauración.
Y otra potencia demoliberal, Usa, acabó de rematar el Imperio español, como dijimos, con una España que vivía en régimen liberal: culminaba de modo catastrófico un gran período histórico comenzado cuatro siglos antes con el Descubrimiento de América; y culminaba también el “siglo inglés” después del XVIII francés en España. La Restauración estaba cerrando las heridas abiertas por la invasión francesa, las cuales se reabrieron con nuevas formas por efecto de la guerra del 98, de donde nació aquella profundísima crisis nacional que desembocaría en la caótica república hecha de “mentira, estupidez y canallería”, como la definiría Gregorio Marañón rectificando sus análisis primeros, que habían contribuido a traer aquel régimen.
La guerra civil y el franquismo fueron una solución in extremis a una amenaza de desintegración nacional y civilizatoria. Aquel régimen permitió que España se recuperase en profundidad, dejando un país reconciliado, sin los odios del pasado –salvo minorías ínfimas– próspero, industrializado, culto, con una extensa clase media… Ello hizo posible una “democratización en orden” como la que había propugnado el mismo Franco en 1930. Y nuevamente, algo se frustró, en gran medida bajo la presión e influencia de las mismas democracias europeas que habían fracasado frente al nazismo, habían intentado llevar la hambruna a España y habían apoyado el terrorismo etarra, entre otros ataques a nuestro país so pretexto de condenar al “fascismo español”. El renacimiento de los “demonios familiares” procede en parte importante, aunque no decisiva, de esa presión, que imponía “olvidar” primero al franquismo (el cual había desafiado con éxito a esas democracias), para execrarlo después como un régimen a borrar de la historia y buscar la identificación con la república y el Frente Popular.
Manifestaciones de ese error de la transición fueron, aparte de una falsificación sistemática del pasado y reimpulso de la leyenda negra y las políticas correspondientes, hechos como la apertura de la verja de Gibraltar, el espíritu lacayo hacia Francia, Inglaterra y Usa, la integración en una OTAN marcada, para lo que nos interesa, por Gibraltar, Ceuta y Melilla, la construcción de un ejército cipayo; y finalmente el fracaso de una democracia fallida, opuesta a la propia integración nacional.
El dato es que España, fuera con régimen liberal o con régimen autoritario, ha sufrido continuas agresiones de otros regímenes liberales o democráticos, en particular Francia, Inglaterra y Usa, básicamente porque a todos ellos les conviene una España manejable y por tanto débil. Claro está que el aspecto decisivo no se encuentra tanto en la presión y agresiones exteriores, sino en la decadencia moral e intelectual de las élites españolas..
No todo es negativo. Los grandes éxitos internacionales de España, con máximo beneficio interno y externo, fueron la neutralidad en las dos guerras mundiales. Neutralidades que, aunque no fundamentadas intelectual o ideológicamente, respondían a una conveniencia histórica de mantenernos al margen de unos conflictos intereuropeos en los que solo habríamos desempeñado el papel de peones de intereses ajenos. Era necesario llevar nuestra propia vida, en relación natural con el resto de Europa pero sin implicarnos en sus querellas. Precisamente un punto principal de la “batalla cultural” de que hablábamos es la fundamentación intelectual de la neutralidad española como beneficio, además, para la paz exterior.
Por otra parte, casi nadie percibe o quiere percibir las profundas implicaciones de este hecho: Europa occidental debe su democracia a la intervención del ejército useño, y el reinicio de su prosperidad al dinero useño también. España no tiene en absoluto esa tremenda carga histórica. Es más libre que el resto, a pesar de que, por obra de unas míseras clases políticas, se comporte como un pedigüeño agradecido con respecto a esos países, que realmente nos han hecho un daño inmenso. No se trata de cultivar resentimientos sino de buscar una vía propia en un mundo cada vez más cargado de incertidumbre.
Mi padre decía, no sin acierto.. Cuando en el extranjero hablan bien de españa, es que vamos mal. Por el contrario si hablan mal, vamos bien.
Los españoles no nos damos cuenta de la importancia de nuestro país, pero parece que otros siempre nos están mirando de reojo y abortando cualquier intento de nuestro país de reafirmarse, me refiero al los atentados de Carrero Blanco y el 11m. Si miramos el siglo XX, parece que todos los militares iberoamericanos querían ser como Franco, desde Pinchet hasta el que usted quiera, los golpes e intentonas militares se sucedieron por todo el continente. Después llegó la democracia a España. El Rey no se perdía una cumbre iberoamericana y de golpe todos se volvieron demócratas, todos querían una democracia… Leer más »
Creo que es un error atribuir las desgracias históricas de España a otros paises. La culpa la han tenido exclusivamente los dirigentes españoles que nunca han estado a la altura necesaria para dirigir nuestro país, salvo contadas excepciones. Actualmente, en esta democracia envilecedora, disgregadora, y traidora a los intereses de la Nación, ni la derecha liberal (a la que solamente le mueve el interés por el dinero) ni la izquierda socialista y comunista (que odian a España y a la civilización occidental) tienen la competencia necesaria para dirigir el timón de la nave España hacia un mejor futuro.
No es un error atribuir a otros países (Inglaterra) todos los desastres que sucedieron en América particularmente ofensivo fue lo que sucedió en el virreinato del Río de la Plata. En YouTube tienes videos de argentinos que te lo cuentan claro
Todos los movimientos de la izquierda y el separatismo son productos de la agitpro (agitación y propaganda. ) financiafo sutilmente por los grandes poderes y fortunas internacionales, para desestabilizar y minorizar los países y que no les hagan sombra a los grandes.Esos partidos tienen en lo que llaman “ideologia” un motivo muy precioso para PARÁSITAR ,de por vida.la sociedad aborregada y explotarla, aunque la lleven a un COLAPSO SEGURO.
El suicidio de España.La liquidación del Estado del 18 de Julio y el retorno a la alternativa, o demoliberalismo o marxismo de 1936 fue un retrocambio y una Inducción al suicidio colectivo. El espíritu del 18 de Julio debió ser a nuestra patria, lo que fue el de 1492 es decir, un fundamento irreversible. Los imbéciles que llevan nada menos que 40 años desahuciando al Estado del 18 de julio, se seguirán equivocando durante el resto de sus vidas. Cuando las instituciones son justas,adecuadas y eficaces , deben perduran después de la desaparición de quienes las alumbraron. El espíritu del… Leer más »
USA (United States of America). ¡Ay Señor que Cruz1
El imperio anglosajón sigue con su política de divide e impera, pero está llegando la hora de que se viren las tornas y la gente tome conciencia de que en el fondo nos quieren ver arrastrados. Ellos son instrumentos del mal para instaurar el reino luciferino, “Tarsis y las islas del mar” tienen un papel en esta historia…