“A quién le importa” la suerte que corren los homosexuales en Irán
Como dijo uno no hace mucho, no entiendo por qué se sienten orgullosos de enseñar, cada año, sus culos y demás vergüenzas por la calle. Por eso hice el esfuerzo ayer sábado de tragarme gran parte del especial de LaSexta sobre la cabalgata del orgullo gay. Fue un ejercicio de masoquismo intelectual, lo sé, pero imprescindible para que mis opiniones salieran reforzadas.
Sin apenas interrupción, salvo para llamar al Padre Custodio y comunicarle que el presentador le estaba poniendo a bajar de un burro, las cuatro horas de emisión reforzaron también mi convencimiento de que el progresismo debería ser sometido a un examen científico exhaustivo, para determinar si se trata de un desorden mental.
Como leí hace poco, con los progres pasa lo mismo que con los daltónicos, gente que pese a tener la vista perfecta, por alguna disfunción cerebral, son incapaces de distinguir los colores. Aparentemente, los progres no sufren ningún tipo de disfuncionalidad cerebral, pero son del todo incapaces de detectar la realidad. Tanto que tienen que hacer auténticas piruetas argumentales para que la inercia de los tozudos acontecimientos nos les termine haciendo caer del guindo.
Se avisó de que las ayudas sociales a los ilegales, y a otros que no lo son, provocaría una insoportable carga financiera que terminarían pagando los trabajadores españoles a costa de sus salarios, y ellos defendiendo el timo de que los de fuera venían a pagarnos las pensiones. Se les previno de que la llegada de musulmanes convertiría Europa en un polvorín, y ellos con el cuento rosa del multiculturalismo enriquecedor. Se les anunció que pandemias sociales como la Ley de Género a ellos también les afectaría, y hoy prefieren ser detenidos por una denuncia falsa que renunciar a sus sofismas. Se les alertó de que el buenismo traería a Europa calamitosas consecuencias en orden a su seguridad, y ellos siguen erre que erre exonerando a los terroristas y a sus cómplices. Se les dice que hay ya barrios rehenes del yihadismo en capitales europeas, y ellos prefieren no darse por enterados.
No sé si los periodistas de LaSexta padecen la enfermedad del progresismo o fingen padecerla para conservar sus trabajos. En cualquier caso, el especial del sábado respondió en todo momento a ese patrón disfuncional. El programa no careció de ninguno de los estereotipos que hace reconocible a un progre cuando tiene que defender una de esas causas propagadas en Occidente por los amos del momento: el jaujismo de color arcoiris en todas las intervenciones. La constatación de que el homosexualismo ha sido para el hombre moderno lo que el descubrimiento de la rueda para el de Mesopotamia. Los alegatos contra Rusia por prohibir eventos tan educativos. Las peroratas contra esos curas carpetovetónicos que se niegan a aceptar una opción sexual tan moralmente elevadora. Las loas a policías y militares por sumarse a la jarana. Las reconvenciones al Partido Popular por tardar tanto tiempo en aceptar las verdades reveladas y promovidas por la Open Society Foundations. En fin…
Y allí estaban todos y todas los que han sido investidos por aclamación democrática para marcarnos el rumbo hacia la Aldea Global. Desde el amoral Rivera al chispeante Iglesias, desde la progre Cifuentes a la alcaldesa de Madrid, ejerciendo de abuelita radiante y feliz, sin olvidarnos de Andrea Levy, exultante no sabemos si por este nuevo éxito de la sinagoga. Los prejuicios conservadores y su reticencia a aceptar realidades que contradicen la perspectiva que nos ha sido dada, quedaron finiquitados con la intervención de Javier Maroto.
En un contexto tan racionalista como en el que los progres dicen desenvolverse, además de los tópicos y el postureo, hemos echado en falta estos días la perspectiva científica sobre el asunto. Por ejemplo, por qué no fue hasta entrado los años 80 cuando la Asociación Americana de Psiquiatría decidió eliminar la homosexualidad del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), en unas reñidas votaciones.
Sobre la base de la homosexualidad como algo tan guay y tan natural, nos preguntamos entonces por qué no hemos conocido a muchos padres que prefiriesen esa opción sexual para sus hijos. Y ya por último, continuas como fueron las críticas a Rusia y a determinados curas por su cerril rechazo a estos eventos, nos hubiera gustado una sola mención, solo una, a la suerte que corren los homosexuales en países como Arabia Saudí. Pero aquí volvemos a lo del principio. Ellos, porque ser progre lo vale, han sido dispensados de la exigencia de ser coherentes. Y es así que el look estrafalario de Paco Clavel terminase siendo más importante que los homosexuales que hacen de péndulos rotacionales en Irán.
Como el título de la canción de Alaska, elegida himno oficial del World Pride Madrid 2017, “a quién le importa” la suerte que corran esos infelices. En esto al menos sí han demostrado una cierta coherencia.
Don Armando:ole, ole y ole.
Don Amando, cada vez le leo con más placer, admirando la coherencia intelectual de sus artículos. Permítame felicitarle… Y hacerle una pequeña puntualización. ¿Ya no existen las palabras “algún, alguno” como contraposición en su significado de “ningún, ninguno”? Supongo que se puede considerar una “peguijería” por mi parte, pero creo que sería más correcto escribir “…no sufren ALGÚN tipo…”, etc. Pero, insisto, me parece un excelente artículo el suyo.
Un cordial saludo.