Desde la calle Caudillo de España…
Un mediodía, a principios de verano del 70, coincidí casualmente con Manolo en los comedores de la Complutense, que aún llamábamos “del SEU”, el sindicato falangista disuelto unos años antes. Al ser muy baratos, iba aquel a comer allí en ocasiones. Su traza, algo indolente, reflejaba desánimo. Por lo visto, la saludo de su OMLE (Organización de Marxistas Leninistas Españoles) dejaba que desear. Se alegró el hombre cuando le comuniqué que había salido del PCE: “Menos mal, las cosas terminan evolucionando, lentamente”. La OMLE iba a montar una serie de charlas acerca del revisionismo y cuestiones políticas de actualidad. Me apunté a ellas.
Ese verano yo trabajaba en el diario Pueblo haciendo prácticas. El curso en la Escuela Oficial de Periodismo había sido agitado, y quizá a consecuencia de ello (Emilio Romero era director de la escuela, además de serlo de Pueblo) me colocaron al lado y bajo la dirección de un policía “social” de aspecto culto. Yo jugaba un poco a hacer el bocazas (…)
A las reuniones de la OMLE solíamos ir cinco o seis personas, al atardecer, una vez por semana. Asistían Rizos, Cerdán, bueno de Pablos y varios más del círculo del colegio Perelló (…) Faltos de local las reuniones se hacían al aire libre. Por ironía nos citábamos en la calle Caudillo de España, donde termina Quintana y empieza el barrio obrero de Pueblonuevo. Vivía en la mencionada calle un prominente miembro de la oposición, según señalaba un libro de entrevistas que escribió Sergio Vilar para hacer la rosca, por cuenta del PCE, a figuras con eventual porvenir, a quienes pretendía atraer al dichoso “Pacto para la libertad”.
Quedábamos frente a una pared en la que alguien había pintado la consigna “Boicot”. La pintada era antigua. De allí marchábamos a cualquier sitio adecuado, como las obras de la Avenida de la Paz (hoy M-30) y nos sentábamos en la penumbra, al bochorno del anochecer madrileño, ni escondidos ni muy visibles. Se hablaba en voz baja. Cuando oíamos acercarse a un transeúnte, alguno elevaba la voz y hacía una observación sobre un partido de fútbol, una excursión a la sierra, una chica imaginaria. Venían las risas, motivadas por lo forzado de las ocurrencias, y el extraño pasaba. ¿Cómo podría olfatear actividades conspirativas, fantasear que allí se incubaba la reconstrucción del partido comunista y tantas cosas posteriores? Solo percibía el bulto de una pandilla de jóvenes que reían y parloteaban de lo que todo el mundo.
Debió de ser por esas fechas cuando la OMLE recibió un vigoroso impulso, de trascendencia para su futuro: a través de la organización parisina se entabló trato con unos jornaleros andaluces que acudían a Francia a la recogida de la remolacha. El contacto, por no sé qué caminos, había derivado hacia una compañía de teatro aficionado de Cádiz. La compañía se llamaba “Quimera” y la dirigía Sánchez Casas, que con el paso de los años sería un dirigente del Grapo.
(De un tiempo y de un país Debo advertir que estos extractos no siguen un orden cronológico)
Llegado a Sevilla de madrugada, el viajero espera en un bar el autobús para Aracena mientras mira adormilado las cenizas de la animación festera del día anterior, prestas a reencenderse: la Feria de Abril. Grupos de noctámbulos ojerosos, con resaca de la algazara de la víspera, toman chocolate y churros.
Ya en el bus, le radio va informando de un suceso harto raro: un pueblo andaluz en peligro de ser sepultado por masas de barro que surgen de una montaña. Desde Aracena, la carretera hacia el norte empieza bajo un puente al lado de una ermita. A partir de ese lugar, el andariego marchará acompañado por los trinos de mil aves, por el canturreo de los arroyos y por las ráfagas de viento, un viento frío y a ratos violento, cuyo rumor sordo llega a aturdirle. Olivares, encinas, Castaños… A cada recodo del camino los montes componen un cuadro distinto, y sobre ellos el cielo está muy azul, con jirones de nubecillas. Los perfiles del paisaje se marcan con dureza, casi agresivamente.
A tres o cuatro kilómetros, Carboneras, aldea pequeña y pobre; en tiempos debió de hacerse allí mucho carbón vegetal, de encina. Los muros de las casas enseñan su mampostería parda, sin cubrir y sin cal.
La carreterilla está en obras. Al poco domina el ruido traqueteante de una apisonadora. Después vuelven los gorjeos, los arroyos y el viento. El firmamento se va algodonando lentamente. No hay gente ni tráfico, y el andarín camina concentrando su atención en los variados sonidos del entorno, una sinfonía desigual e hipnótica. Pese al fresco, los lagartos han empezado a salir al sol, y de pronto se esconden con rumor de rozadura y de hojas secas.
Más adelante surge un lago muy azul en medio del verde oscuro de montes y bosques, componiendo un juego de ondulaciones de color, entrantes y salientes: el embalse de Aracena. Breve descanso al pie de una encina sobre una peninsulilla adentrada en el pantano. Cerca, un solitario bar, un par de tiendas de campaña; enfrente, al otro lado del agua, tierra de pastos punteada de encinas.
Un puente, cruzado el cual el paisaje se torna desabrido. En el terreno más llano el fuerte viento, de vendaval, azota al viajero, aportando a su ánimo una mezcla extraña de serenidad y desolación, impresiones remotas de desamparo frente a una naturaleza inhóspita.
Qué opresivos se tornan los paisajes
a quien con ellos no ha puesto acorde el alma
La inmensa fuerza quieta advierte a nuestros nervios
de su destino ignoto, y siente el caminante
la hostilidad de la tierra hacia su paso,
la vacuidad de su paso por la tierra.
(De Viaje por la Vía de la Plata)
Pio ,le veo desanimado y lo comprendo ,pero el destino y el porvenir no lo determina el hombre, sino que es quien lo transcurre. Su intelecto , clarividencia y honestidad lo han dignificado y quienes lo apreciamos (Hay muchos que son incapaces ) les damos las gracias y le apreciamos en su valor .Le aseguro que no somos los únicos.GRACIAS.
Anoto otra bibliografía de interés que he leído de D. Pio Moa.
1934 Comienza la Guerra Civil.
Falacias de la izquierda, silencios de la derecha.
La Transición de cristal.
España contra España.
Franco para antifrancuistas.
Su capitulo titulado Guerra Civil, franquismo,democracia del libro La República y la Guerra Civil.
Cualquier libro de D.Pio es una buena elección.
Si D. Pío Moa lo tuviera otro pais, tendria el reconocimiento que merece. Ningún profeta es venerado en su tierra. Cuántos «comunistas» ahora y cuán pocos había entonces ¿Verdad D. Pio? De un tiempo y de un país y Viaje por la Via de la Plata. Dos experiencias únicas. Cualquier libro de D. Pio Moa es recomendable. Descubrirán uds. verdadera historia de España, contada por uno de sus más legítimos protagonistas. La izquierda, como sus creadores, tiene la impornta de la mentira y el engaño en su ADN. Por eso capta a los inteligentes (que tiene pocos) como D. Pio… Leer más »
Creo que a Moa se le ha considerado siempre entre los historiadores serios y liberales como un contumaz y descerebrado propagandista de Franco y la Falange, es decir un filofacista de primera linea aunque muy mal dotado para divulgar la verdad sino lo contrario
¿Ud. es quien reparte los carnets de «historiadores serios y liberales»?
Le voy a contestar como contestó el comunista Julio Anguita: Llámeme lo que quiera, no me insulte llamandome «progresista»
A Uds. lo que les molesta es que sea «uno de los suyos» quien- partiendo de sus propios documentos de la zona roja (II República) vaya desmontandoles las mentiras de la historia.
D. Pio tuvo la inteligencia de salir del lodazal. La que a Ud. le falta.
Voy a comenzar a leer su libro Nueva Historia de España.