Una nueva biografía de Hernán Cortés, capitán general, gobernador y Justicia Mayor de la Nueva España (Méjico) (II)
José María Ortuño Sánchez-Pedreño.- Terminando el año de 1522, llegaron a Tenochtitlán indios zapotecas de la provincia de Tehuantepec, situada en la costa del Mar del Sur. Los indios se ofrecieron como vasallos del Emperador, presentaron a Cortés un gran tributo de oro y pidieron a Cortés que les ayudara a combatir a unos pueblos vecinos enemigos de Tututepeque, gente rica en joyas, oro y minas. Cortés envió a Alvarado a pacificar el territorio con ciento ochenta soldados y cinco
jinetes. Alvarado escribe después a Cortes diciéndole “cómo había estado en la mar del Sur e había tomado posesión de ellas por sus Majestades, e que en su presencia sacaron los indios muestra de perlas, que también envió con la muestra de oro de minas”.
Bien enterado de todo, el monarca ordena expedir una Real Cédula de 1523, en la que conmina al Adelantado de la Nueva España a que envíe personas adecuadas a estos descubrimientos en el Océano Pacífico y traigan relación larga y verdadera de los mismos, debiendo Cortés adjuntarlos a los escritos que envíe al Rey de España.
Por orden de Cortés se construyó un astillero en el puerto de Zacatula, en la margen izquierda del río de las Balsas, cerca de su desembocadura, en el lugar donde está la frontera actual entre los Estados mejicanos de Michoacán y Guerrero.
En la cuarta Carta de Cortés al Emperador, fechada el 15 de julio de 1524, le hace saber, como antes le había pedido Carlos I, el estado de construcción de las naves en la costa de la Mar del Sur y las causas de delación de dicha construcción: la dificultad de obtener los bastimentos y el incendio que sobrevino a la casa donde guardaban todos los aderezos.
Las pretensiones de expedición en la Mar del Sur de Cortés habrían de sufrir nuevos retrasos en el tiempo. Por una parte, había enviado a Cristóbal de Olid a la conquista de Honduras e Hibueras a comienzos de 1524. Olid se sublevó contra Cortés que envío a someterlo a su pariente, Francisco de las Casas. Poco después, en octubre de 1524, el propio Hernán Cortés, sin esperar más acontecimientos, salió hacia Honduras para castigar a Olid. Tras varios meses de viaje en el que siguió la ruta terrestre por Tabasco y Chiapas, llegó a Honduras, donde Cristóbal de Olid ya había perecido a manos del enviado de Cortés, Francisco de las Casas. Se preparaba para proseguir hasta Nicaragua cuando supo que Tenochtitlán era teatro de disturbios. Se hizo a la vela en el puerto de Trujillo, en Honduras, el 25 de abril de 1526. Desembarcó en Chalchicueca en mayo. Entró en la capital de la Nueva España en junio de 1526.
El Consejo de Indias recibía continuas quejas, calumniosas todas y Carlos I nombró a Luis Ponce de León como juez de residencia de Cortés. El 11 de junio de 1526 se le hizo pues saber a éste la llegada a Veracruz del juez de residencia. Poco después fallecía dejando sus poderes a Marcos de Aguilar y éste a Estrada.
El 20 de junio de 1526, Carlos I ordena expedir una Real Cédula en la que encarga a Hernán Cortés que prepare una armada para buscar las de Garci Jofre de Loaisa y la de Sebastian Cabotto. La Cédula comienza expresando que en 1519 salió la armada de Magallanes en busca de las ansiadas Islas Molucas o de la Especiería, quedando en estas islas la nao capitana, la “Trinidad”, con cincuenta y siete hombres. Sigue diciendo la Cédula que en 1525 partió la expedición de Loaisa y en 1526 envió a su vez otra armada al frente de Sebastian Cabotto con el mismo destino. Continúa recogiendo la Cédula la conveniencia de mandar una carabela o dos. El Rey de España confía esta empresa a Cortés. Álvaro de Saavedra y Céron fue elegido Capitán General de la armada por Hernán Cortés al ser pariente suyo y persona de su confianza.
El 31 de octubre de 1527 zarpó la flota del Álvaro de Saavedra desde Zihuatanejo, en la costa del Océano Pacífico de la Nueva España. La formaban dos naves, la “Florida” y la “Santiago” y un bergantín, el “Espíritu Santo”. La flota se separó el 15 de diciembre y no se supo más de la “Santiago” ni del bergantín. Saavedra llegó a su destino y llegó a la isla de Tidore. Descubrió hasta Nueva Guinea con la capitana pero no supo el rumbo de vuelta a Nueva España.
Cortés recibió órdenes terminantes para regresar a España, lo que hizo en 1528, desembarcando en Palos. Visitó el monasterio de La Rábida, estuvo dos días en Sevilla y nueve en el monasterio de Guadalupe. Posteriormente marchó a Toledo y fue recibido como un triunfador por Carlos I. Viudo Cortés de su primera esposa, Catalina Juárez, fallecida en 1527, casó por estas fechas con doña Juana de Zúñiga, hija del segundo conde de Aguilar y sobrina del duque de Béjar.
Cortés logró uno de sus objetivos por parte de la Corona: suscribió una Capitulación firmada por la Reina Juana para descubrir, pacificar y poblar la Mar del Sur expedida el 27 de octubre de 1529. Cortés sabe que la Corona española ha vendido a Portugal sus derechos sobre las Islas Molucas o de la Especiería por trescientos cincuenta mil ducados de oro (22 de abril de 1529). Estas islas ya no son de interés para Hernán que se ha fijado en el Norte: le interesa saber si California es isla o península y si existe o no un paso que lleve al Atlántico. En el segundo capítulo de la Capitulación, la Corona se compromete a hacer a Hernán Cortés Gobernador de la islas y tierras que descubriera al oeste de California, siempre que no entren en la jurisdicción de otros Gobernadores.
Regresó Cortés a Nueva España, desembarcando en Veracruz el 31 de julio de 1530. La primera Audiencia de Méjico le prohíbe entrar en la capital. Hernán escribe a Carlos I desde Tetzcoco. Se queja el Marqués del Valle de Oaxaca de los agravios sufridos durante su ausencia y de los que ahora le hacen en la capital de Méjico.
En cuanto a las cinco navíos que tenía Cortes en la Mar del Sur cuando partió para España, relata que llegaron oidores de la Audiencia e hicieron preso a la persona a la que Cortés había dejado como encargado y destruyeron los pueblos que llegaban al puerto donde estaban las cinco naos de Cortes. De modo que “los navíos están casi perdidos y los maestros estuvieron cerca de un año sin hacer nada”.
Quizá para apartarlo de los conflictos surgidos con la nueva Audiencia en la capital de la Nueva España, la Corona ordena a la aquélla que haga notificar a Hernán Cortés para que en un año comience a construir la armada para el descubrimiento en la Mar del Sur en un año y en dos la tenga preparada para hacerse a la vela. La Real Cédula llega a la Nueva España a principios de 1531.
Cortés quiere emprender otra empresa de descubrimiento, al frente de la cual iría un capitán nombrado por aquél. En su mente ya estaba la leyenda de una gran isla poblada sólo por mujeres, rica en oro y perlas rumbo a Cihuatán. Esta leyenda había llegado a oídos de Cortés en 1523, de boca de su capitán Gonzalo de Sandoval. Ordena el conquistador Cortés que salga una nueva armada a principios de 1532 desde Acapulco. Nombra como capitán de la flota un primo suyo, Diego Hurtado de Mendoza. La flota la forman la “San Marcos”, como nao capitana, al frente de la cual iría Hurtado de Mendoza y la “San Miguel”, encomendada a Juan de Mazuela.
La armada tuvo un triste final. Pasó adelante doscientas leguas y amotinándose la gente con él un navío volvió a la Nueva España. No llegaron los hombres de esta nao a Jalisco, surgió en la Bahía Banderas y perecieron todos los hombres a manos de los indígenas rde aquellas tierras, en plena rebelión. Hurtado de Mendoza corrió siempre por la costa, nunca más se oyó decir de él ni del navío que nunca más apareció.
Desde noviembre de 1532 se encuentra el Marqués del Valle en la costa de la Mar del Sur de la Nueva España, en concreto en el puerto de Santiago, preparando otra expedición por la Mar del Sur. Esta flota saldría finalmente de la bahía de Manzanillo. La flota preparada por Cortés, la forman la “Concepción”, la nao capitana, al mando del capitán designado por Cortés, Diego Becerra, y la “San Lázaro”, al mando de Hernando de Grijalva.
La “San Lázaro”, con Grijalva, se separó de la nao capitana y descubrió las Islas de Revillagigedo. En la capitana, Fortín Jiménez, a los pocos días de empezar la navegación, asesinó a Diego Becerra, y tomó rumbo a la “bahía de Santa Cruz” en la costa de la Mar del Sur de la Nueva España. Muchos españoles perecieron en esta bahía a manos de indígenas, entre ellos Fortín Jiménez, el asesino de Becerra. Sólo quedaron vivos los que quedaron en la nao. Regresaron en la “Concepción” los supervivientes a Matanchel, en la provincia de Jalisco, sobre la cual decía tener la gobernación el encarnizado enemigo de Cortés, Nuño de Guzmán, quedando todo lo que había en la nao en manos de Guzmán. Ello provocó las iras y denuncias de Cortés ante la Audiencia y la Corona. Para evitar más enfrentamientos entre los gobernadores ni entre éstos y la Audiencia de Méjico, la Corona envía una Cédula a la Audiencia de la Nueva España para que ésta informara a Cortés que se le prohibía enviar más expediciones a la Mar del Sur.
A pesar de dicha prohibición, que se le hizo comunicar, Hernán Cortés sigue en su empeño en descubrir en la Mar del Sur. Pronto tendrá tres navíos preparados para hacerse a la mar: la “Santa Agueda”, la “San Lázaro” y la “Santo Tomás”, pues Cortés piensa que por encima de todo está la Capitulación con la Corona de 1529. Cortés está ya ultimando una nueva expedición en la que irá él personalmente como Gobernador y capitán. Dejó a Andrés de Tapia al frente de sus puertos en Nueva España y navegó en busca de la tierra donde Fortín Jiménez y otros españoles habían perdido la vida a manos de los indígenas, llegando a unas sierras altas que llamó de San Felipe y a una isla que llamó Santiago y por fin llegaron a la bahía que bautizaron con el nombre de Santa Cruz, donde habían perecido los españoles mencionados.
Cortés envió dos navíos al puerto de Chametla, en busca del resto de la expedición cuya cifra, aunque varía según los cronistas, era de más de trescientos hombres y treinta mujeres. La “San Lázaro”, al iniciar su regreso a la Bahía de Santa Cruz, cargada de víveres, embarrancó cerca de Jalisco y, desistiendo ya de la expedición, regresaron a Méjico. Los de la nao “Santo Tomás” fueron a parar a Guayabal, en Sinaloa, al norte de Jalisco, pero volverían a encontrarse con Cortés. La situación de éste, que había quedado en la Bahía de Santa Cruz, en la Baja California, era más que dura. Decidió Cortés, desesperada la situación, salir en busca de socorro hacia Sinaloa, al frente de la última nao que había quedado en la Bahía de Santa Cruz, la “Santa Águeda”, dejando en la bahía a un grupo de españoles. Cortés, llegado a las tierras de Sinaloa, compró granos, animales y otros víveres y vituallas necesarias para los españoles que habían quedado en la Baja California. Muerto el piloto en un accidente, tomó en persona el timón y consiguió su objetivo de llegar a la Bahía de Santa Cruz, donde los españoles morían de hambre. Les dio comida con cuidado, pero la mayoría de ellos comieron tanto que se murieron de hambre otros tantos, como relata Gómara. Llegó por sorpresa una carabela en busca de éste, enviada por la mujer de Cortés, Juana de Zúñiga, que temía por la suerte de su marido. Cortés, al enterarse de la llegada a la capital de Méjico. Al llegar a las costas de Jalisco, encontró a la “San Lázaro”, al mando de Grijalva.
Regresó por fin Cortés a Acapulco. Los españoles que habían quedado en la Bahía de Santa Cruz al mando del capitán Francisco de Ulloa, meses más tarde, regresarían también a la Nueva España.
El 9 de julio de 1536, Francisco Pizarro ruega al Adelantado de Guatemala, Pedro de Alvarado, rogándole que fuera en su ayuda, pues Pizarro se encontraba en la Ciudad de los Reyes (Lima), cercada de insurrectos, de modo que sólo podían salir por mar.
Esta carta no llegó nunca Alvarado y el Virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza envió el traslado de esta carta a Hernán Cortés, que se encontraba entonces en Acapulco, de vuelta de su última expedición por la Baja California, estaba a punto de salir para la capital de Nueva España. La reacción de Cortés fue rápida: ordenó a Hernando de Grijalva que dispusiera cuanto fuera pertinente para proveerse de vituallas, armas, hombres y caballos, así como de presentes para Pizarro, con la idea de que debía zarpar hacia el Perú tan pronto como le fuera posible.
La expedición partió de Acapulco en 1536. La formaban dos naves, la nao “Santiago” y el patache “Trinidad”. Hacia junio de 1536, llegó la expedición sufragada por Cortés al puerto ecuatoriano de Manta y, poco después, al peruano de Paita. Pizarro había ya vencido a los indios y despachó a la expedición de Cortés de vuelta a Méjico, a los tres meses de estar en el Perú, con ricos presentes para el conquistador de Méjico
Grijalva, con la nao “Santiago”, ha recibido instrucciones de descubrir más en la Mar del Sur por parte de Cortés, así que se dirigió hacia las Molucas. De los miembros de esta nave, muchos murieron de mano de los indígenas, y sólo dos se salvaron: el contramaestre Miguel Noble, autor del relato del viaje y un joven apellidado Camacho, que fueron recogidos de la isla en que se hallaban por los portugueses desde la fortaleza de Terrenate, en las islas Molucas.
Es menos que probable que Cortés tuviera noticias de la suerte de la nao “Santiago”, pero el bergantín “Trinidad” sí regresó a Acapulco con los presentes de Pizarro para Cortés.
El 8 de julio de 1539 zarparon de Acapulco otra expedición, promovida y costeada por Cortés. La flota la formaban tres naves, la “Trinidad”, la “Santa Águeda” y la “Santo Tomás”, bajo el mando de Francisco de Ulloa, en la que sería la última expedición marítima patrocinada por Hernán Cortés, quien consideraba muy leal a Ulloa. Éste llegó hasta el fondo del Golfo de California o Mar Rojo de Cortés, costeó aquella península, dobló la punta más meridional y subió hasta el 23º de latitud norte por la costa occidental.
Así terminaron por fin las empresas marítimas de Cortés, que consumió en ellas lo mejor de su fortuna y empeñó las alhajas de su mujer para pagar los aprestos de esta última expedición.
En 1540, Cortés decide viajar a España para defender sus derechos. Dejó cinco navíos en la costa de la Mar del Sur, que intentaba costear una expedición que encabezaría un hijo de Hernán, Luis Cortés, nacido en Méjico fuera del matrimonio con Elvira de Hermosillo, natural de Trujillo.
En 1541 acompañó a Carlos I en la desgraciada expedición de Argel. Dispersada la escuadra por una furiosa tormenta, la almiranta de Castilla, en la que iba embarcado, naufragó, y Cortés, con sus hijos Luis y Martín, pudo salvarse difícilmente a nado.
Pobre y olvidado de todos, cuéntase que un día, hallándose en la Corte sin poder ver al Emperador y Rey de España, aguardó a que saliera y esquivando a la guardia se puso al estribo del Rey y éste, asustado, exclamó “¿Quién sois?” y Cortés respondió con altivo y amargo acento: “Soy un hombre que os ha ganado más provincias que ciudades os legaran vuestros padres y abuelos”. “¡Cortés!”, dijo el Emperador, quien desatendió las reclamaciones del ilustre extremeño.
Cortés falleció en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) el 2 de diciembre de 1547. Tuvo un hijo legítimo, Martín, y tres hijas legítimas, Catalina, Juana y María; dos hijos naturales, Luis y Martín y tres hijas naturales, Catalina, Leonor y María.
Era de gallarda presencia, afable trato, liberal y espléndido, galante y apasionado, y de tan gran corazón como de poco sufrido carácter. Sereno en el peligro y perseverante en sus empresas. “Era ladino” dice el erudito Bernal Díaz del Castillo, “y oí decir que era bachiller en Leyes, e que cuando hablaba con hombres letrados e hombres ladinos, respondía a lo que le decían en latín; era algo poeta e hacía coplas en verso y en prosa”.
*Historiador y Doctor en Derecho
Cortes, un gran hombre, que gracias, a él, la Iglesia, de Dios, pudo, evangelizar a México, y acabar con los sacrificios, humanos, y la esclavitud, que había de Indios, esclavos de los aztecas. Seguro, se podría decir, que es el hombre más grande de España. Algunos, mexicanos, que saben bien la historia, lo consideran el libertador de México, Libertador, del paganismo, y demás crímenes y sacrificios, y de la opresión, que hacían los aztecas, sobre otras tribus de México. Por eso, los Tlaxcaltecas y otras tribus, se unieron a él, en contra de los aztecas, pues lo veían como un… Leer más »
Sorry but you have no idea… y todos los crímenes que cometieron los españoles incluyendo a cortes con los indígenas?! Nadamas por ser “cristianos” se les perdona todos los crímenes e injusticias que hicieron? Un gran hombre simplemente no se comporta como cortes.
Nota del administrador: Parece que a sus antecesores les dejó con vida. Una mácula en su ejemplar biografía.
Cortés tuvo demasiadas máculas en su «ejemplar» biografía… Libertador? corrijo: conquistador Nacido en la ciudad de Medellín en el seno de una familia de menor hidalguía. Decidió buscar fortuna en el Nuevo Mundo. Su enemistad con el gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, causo la cancelación de su expedición, sin embargo Cortés lo ignoró y se amotinó. Llegando a tierra firme aprovechó que el Imperio mexica tenía enemigos y que esto facilitaba sus planes de hacerse rico a toda costa. Utilizó una mujer nativa, doña Marina (la Malinche), que le sirvió de intérprete y con quién tuvo hijos fuera… Leer más »
Estimado administrador, lamento contradecirle. He leído muchos libros al respecto, ya que es parte de mi profesión. Existe suficiente literatura apoyando lo escrito. Es claro que no hay ni aceptación en la verdad, ni objetividad… Para quien le interese y busque la verdad, recomiendo… Algunos sitios web: http://www.ancient-origins.net/news-history-archaeology/archaeological-site-mexico-reveals-sacrifice-and-cannibalization-spanish-020560?nopaging=1 https://www.mexicodesconocido.com.mx/jeronimo-de-aguilar-y-gonzalo-guerrero-dos-actitudes-frente-a-la-historia.html https://portal.dnb.de/opac.htm?method=simpleSearch&query=118522280 http://sobreleyendas.com/2008/05/19/hernan-cortes-y-la-muerte-de-su-esposa/ Un poco de bibliografía: Bernardino de Sahagún: Diez estudios acerca de su obra. Fondo de Cultura Económica. México, D.F., México. ISBN 968-16-3606-6. José Luis Martínez: Hernán Cortés; Universidad Nacional Autónoma de México, México (D. F.) 1990, ISBN 968-16-3330-X. Bernardino de Sahagún, Pionero de la Antropología. “Serie Cultura Náhuatl, Monografías:… Leer más »
nota al administrador:
Esto no es hispanofobia, son pruebas de que usted tiene fobia a la realidad y que además no sabe aceptarlo.Yo estoy totalmente de acuerdo con geomundo y soy alemán que estudia antropología americanista en Berlin – no tengo que ver nada con ningún de los dos países. Acabo de leer la parte I de este articulo y que mala suerte de que estoy perdiendo mi tiempo con puros racistas españoles.
Nota del administrador: ¿Alemán de Barbate o de verdad? Más bien creo que de lo primero.