El rey desnudo, todos callados
José Aguilar.- Satisfecho el objetivo de hacer pasar a Rajoy por el mismo trance adverso que él tuvo que atravesar (una investidura fallida, dos votaciones con derrota), Pedro Sánchez se enfrenta a una situación insostenible: sólo de él depende que España tenga un Gobierno o que haya otras elecciones generales. Si no se hubiera instalado, con su mediocre núcleo de adeptos, en la burbuja aislante con maneras de secta autodestructiva en la que vive, entendería que eso es lo que piensa la calle.
Porque el problema del no perpetuo que al fin comprendió Rajoy es que deja a la ex alegre muchachada que dirige al PSOE sin alternativa. Reintentar la investidura de Pedro es perder el tiempo. A menudo se olvida que el Comité Federal socialista no sólo mandató al secretario general para que no permitiera un Gobierno de Rajoy ni de cualquier otro candidato del PP. También le prohibió pactar con partidos que cuestionen el orden constitucional (léase Podemos, ERC, independentistas catalanes y vascos).
De modo que cuando los escasos líderes territoriales del PSOE que secundan a Sánchez (Cataluña, Baleares, Madrid, País Vasco: perdedores de elecciones) le incitan a que vuelva a presentar su candidatura han de saber que necesitan la autorización del Comité Federal para intentarlo. Ahora bien, si se convoca el Comité Federal lo mismo se impone la mayoría sensata y acuerda lo contrario: que el PSOE se abstenga en la siguiente votación de investidura del PP. Será una decisión traumática y conflictiva, pero menos que la alternativa de liderar el Frankestein anti-PP, una ensoñación imposible y que si fuera posible se convertiría en un mal negocio para el país y pésimo para el PSOE.
El problema de la mayoría sensata es que es una mayoría demasiado apegada a los usos y hábitos del partido y que sus más cualificados líderes se mueven con cobardía y pies de plomo. Todos saben que el rey está desnudo, pero ninguno se atreve a ser el primero en decirlo (en voz alta, se entiende). Todos son conscientes de que Pedro está amortizado y se dirige al abismo con paso firme, pero pretenden llegar inmaculados al proceso posterior a su caída, sin el desgaste que conlleva el tirar la primera piedra. No les importa pagar el precio a objetivo de su inhibición: Sánchez no se irá sin haber dejado al socialismo más cerca de la irrelevancia.