Por José L. Román.- ¿Deben las bicicletas circular por los pasos de cebra? Por supuesto que no. Sin embargo, Giuseppe Grezzi, con-cejal de “movilidad sostenible” del Ayuntamiento de Valencia por el grupo catalanista/separatista Compromís, al parecer no lo tiene tan claro. Este individuo de origen italiano y residente en Valencia desde el año 2000, con cuatro días en la ubre y con sueldo fijo, ya intenta enmendar la plana nada menos que a la Guardia Civil en temas de seguridad vial.

“Pasos de peatones y aceras son espacios reservados para los viandantes; desmóntate de las malas costumbres”. Esta recomendación, publicada el pasado 14 de Enero de 2016 en la cuenta oficial de la Guardia Civil en Twitter y acompañada por la foto de un joven cruzando un paso de cebra andando y sujetando su bicicleta por el sillín, buscaba velar por la seguridad de ciclistas y peatones y mejorar la convivencia entre las dos ruedas y los viandantes.

El con-cejal catalanista/separatista de Compromís no tardó en contestar: “No se deberían lanzar estos mensajes alarmistas sin conocer la legislación municipal. En Valencia sí que se permite”.

¿Mensaje alarmista? ¡No me jodas con-cejal! Ya tenemos otro “sherff del condado” al que le pagamos el sueldo todos los españoles, y al que las Instituciones que no sean las que él considera importantes dentro de “su territorio” le importan un carajo.

Y éste ha llegado a con-cejal de la tercera ciudad española, sin haber superado ningún tipo de oposición, sin que la mayoría de los valencianos lo conozcan, y por el sólo hecho de ir en unas listas confeccionadas por un partido político, que para mayor escarnio es antiespañol y catalanista/separatista. Por eso es importante diferenciar “con cejal” y “sin cejal”, depende de los decibelios del rebuzno.

En el “manicomio de autogestión” (sistema autonómico) que padecemos, cualquier extranjero, en este caso italiano, viene a imponer sus criterios a Valencia como los argentinos Echenique en Zaragoza o Pisarello en Barcelona. “Forasteros vendrán que de tu casa te sacarán”. Nunca acertó tanto este dicho castellano, sobre todo, cuando el forastero quiere dar lecciones a una de las Instituciones más prestigiosas de Europa y del mundo, y con competencias en Seguridad Vial en todo el territorio nacional.

¡Sí, nacional!, como corresponde decir cuando se habla con sentido de unidad de todos, aunque a ti con-cejal no te guste. Ahí, es precisamente donde le duele al comprometido con el catalanismo separatista; que la capital del Antiguo Reino de Valencia en su himno ofrende nuevas glorias a España, donde la Guardia Civil, tiene y debe seguir teniendo competencias por encima de cualquier normativa municipal o autonómica.

Lo de las competencias es un cachondeo. Hay ayuntamientos que han aprobado ordenanzas que van en contra de lo establecido por la Ley de Seguridad Vial, permitiendo la circulación de bicicletas por los pasos de cebra y aceras, lo que está provocando, aparte de multitud de atropellos de peatones -de los que los medios no informan-, sentencias judiciales anulando dichas normativas.

En Valencia, los pactos entre socialistas, comunistas y comprometidos con el catalanismo separatista -sin que estás maniobras figuraran en ninguno de sus programas electorales-, han convertido a la ciudad del Turia en “la casa de tócame Roque”. El actual gobierno municipal y autonómico, aparte de imponer el catalán, querer acabar con todas las celebraciones católicas, prohibir las corridas de toros, y hacer desaparecer la bandera nacional de todo acto religioso o tradicional, ha sembrado de radares móviles la ciudad para que procedan sus cámaras a captar a todo conductor de un vehículo de motor, que supere la velocidad máxima de 30 k/h, pero mientras, las bicicletas circulan por las aceras y pasos de cebra a su libre albedrio sin que importe lo más mínimo la invasión de ese espacio reservado expresamente para peatones.

Esta decisión de radares móviles, ha traído como consecuencia un amplio despliegue de la Policía Local para que hagan cumplir el límite de velocidad a golpe de boletines de denuncia. Las bicicletas por el contrario, algunas de ellas municipales, circulan por las aceras en cualquier dirección, conducidas muchas veces por individuos que piensan que los peatones tienen ojos en el cogote, mientras las autoridades municipales miran para otro lado.

¿Qué hace el con-cejal Grezzi al respecto? Nada. Enmendar la plana a la Guardia Civil por intentar concienciar a la gente con un mensaje, que choca de frente con la norma que él y su movimiento político amparan. Es muy probable que si se impusiesen denuncias a los ciclistas imprudentes con el mismo énfasis que a los conductores de vehículos a motor, muchos peatones que caminan tranquilamente por las aceras no acabarían con sus huesos en el hospital, pero la medida –sin ninguna duda-, restaría votos a los comunistas y socialistas, como a los que conforman el compromiso separatista catalán.

Considero un agravio comparativo que por el capricho de un concejal por Compromís, se persiga y machaque a denuncias por ejemplo, a un humilde repartidor por estacionar “donde puede” para desarrollar su trabajo, y que por otra parte se permita que las bicicletas circulen por los espacios reservados a peatones, entre los que nos podemos encontrar con discapacitados, niños y ancianos.

La Ley de Seguridad Vial debe ser nacional y aplicarse a todos los españoles por igual, pero nunca una norma que pueda modificarse según el partido político, la ideología o la doctrina y, mucho menos, por el capricho de un con-cejal colocado en un ayuntamiento por un pasteleo político indecente.