La juez Mercedes Alaya

Emocionada y contundente, la juez Mercedes Alaya ha criticado con dureza a la clase política, a la que acusa de haber enviado «al abismo» la independencia de los jueces. La magistrada, que ha recibido un premio en la Universidad Complutense de Madrid, ha cargado contra la reciente reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la norma que regula el funcionamiento de los procesos penales. Según Alaya, la solución de los políticos a la lacra de la corrupción ha sido «impedirnos a los jueces combatirla». «Es verdaderamente lamentable, lo siento enormemente, el Poder Judicial no se lo merece»,ha expresado la juez andaluza. El auditorio rompió a aplaudir.

Alaya, en su primer discurso desde que protagonizara la investigación de casos tan mediáticos como los ERE de Andalucía, ha lamentado la intromisión de la política en el mundo judicial. «Los políticos se vieron seriamente en peligro, quizá por la coexistencia de varios procedimientos contra la corrupción, y se les llenaba la boca de decir que hay que luchar contra ella», ha expresado. Pero el resultado de esa iniciativa política, ha clamado, ha sido la mencionada reforma procesal, que ha establecido límites máximos de seis o dieciocho meses a los plazos en la instrucción. También ha criticado que el control de los procesos «esté en manos de la Fiscalía o Gobierno de turno». En cualquier caso, ha pedido a sus colegas que no se dejen llevar por la «desesperanza».

La magistrada, premiada por la Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Derecho de la universidad madrileña, ha pasado por encima de los casos mediáticos cuya investigación dirigió, como el caso Betis, Mercasevilla, los ERE o Madeja. Aún así, Alaya ha asegurado que la Junta de Andalucía le puso «todas las trabas del mundo». «Aunque la administración regional de turno no te ponga los medios necesarios, el Poder Judicial siempre ha salido a flote», ha afirmado la juez, quien ha relatado cómo sacaron adelante la instrucción de los ERE o Mercasevilla con un solo funcionario.

En esa tarea, ha celebrado la colaboración de otros colectivos, como los inspectores de Hacienda o los interventores del Estado, y ha alabado especialmente a la Guardia Civil «y su cuerpo de élite», la Unidad Central Operativa (UCO), «los compañeros más leales que he tenido en el camino». «Este premio va por vosotros». Alaya se ha mostrado satisfecha del camino abierto en las investigaciones judiciales con «equipos multidisciplinares, la primera vez que se hacía en la historia de la Justicia».

Muchos de esta causas están ahora en la mesa de María Ángeles Núñez Bolaños, la nueva titular de su antiguo juzgado, el de instrucción número seis de Sevilla. Su relación no es amistosa y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) no permitió a Alaya ni siquiera continuar en el plan de refuerzo del juzgado, algo que después avaló el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces. El TSJA cambió de opinión en tres meses y resolvió con urgencia. Alaya ocupa una plaza en la sección séptima de la Audiencia Provincial de Sevilla.

Elegante, con una camisa blanca y una falda larga negra, Alaya también ha repasado con emoción su trayectoria profesional, ha agradecido la ayuda a su familia y ha pedido a la sociedad que se involucre en estos tiempos políticos «que pueden ser históricos». «Hay que implicarse con pasión para recobrar la esencia de los valores constitucionales que vienen de esa época tan mágica que fue la Transición», ha pedido la juez, quien ha insistido en que la «ilusión» mueve el mundo.

Esa ilusión es precisamente lo que le ha impulsado en su trabajo, defendió Alaya, quien ha agradecido el galardón que la reconoce como jurista del año 2015, «un premio que seguro que se merecen otros profesionales más prestigiosos». «Pero si hablamos de interés y entusiasmo, de perseguir con pasión lo que uno cree, me siento ganadora», ha declarado Alaya. En su repaso profesional, la juez ha relatado la dificultad para conciliar la vida familiar con la laboral y dedicó el homenaje a todas las madres «que tienen que hacer piruetas para llegar a todos lados».