El roscón coquetea con las chucherías
Al igual que en Semana Santa no faltan las torrijas, o en la festividad de Todos Los Santos los buñuelos, en Navidad es indispensable hacerse con el tradicional roscón de Reyes. Año tras año las pastelerías malagueñas se esmeran en ofrecer a sus clientes elaborados roscones que van desde legendarias recetas transmitidas de generación en generación, hasta otras que ponen un toque de innovación con productos e ingredientes más variopintos.
Desde el pasado jueves, las vitrinas de establecimientos de la capital como pastelerías y confiterías ya ofrecen los roscones. «Desde que se han puesto a la venta, se han vendido muy bien. Es un dulce que gusta, se toma en reuniones, entre amigos, y tiene la peculiaridad de que es una vez al año», afirmó Gema Moreno de la pastelería Lepanto. Aunque de momento no hay grandes colas para hacerse con el roscón, el goteo de compradores es constante. «Me gusta tanto que hasta el día de Reyes soy capaz de comerme unos cuantos, eso sí, con la familia. Luego cuando me haga los análisis ajustaré cuentas con el médico que espero quen o se enfade mucho», apuntó, Lola Gómez, una de clienta.
Dependiendo del lugar en donde se compre, el roscón de Reyes varía en su elaboración, tamaño y precio. En confitería ‘La Exquisita’ de Málaga, con 80 años de trayectoria, apuestan por el buen hacer siempre. Sus pasteleros siguen técnicas artesanales con un roscón natural sin relleno, de tamaño pequeño, mediano y grande, o tamaño especial si el cliente lo pide. Cuando usan relleno, se repiten los mismos tamaños y el único ingrediente que utilizan en la nata natural o trufa. «Nuestro cliente busca un sello de la casa que es una buena calidad que se basa en la tradición de siempre, la línea de trabajo que se ha seguido durante todos estos años», apuntaba una de las dependientas. En cuanto a precio varían desde los 10 euros, el más pequeño de medio kilo, los 15 euros el mediano, o los 20 euros en el caso de los más grandes. Son precios que no se han cambiado en los últimos años solidarizándose con los problemas económicos y que también varían dependiendo de si llevan o no relleno.
El roscón tradicional está hecho a base de bollería, agua de azahar, frutas escarchadas, azúcar, y la posibilidad de un relleno como nata, cabello de ángel, chocolate, trufa o turrón.«Aunque ni que decir tiene, que el ingrediente principal es el amor con el que se hace», apuntaba una de las dependientas de la pastelería ‘El Colmenero’. Pero no todo es tradición. El roscón de Reyes se adapta a los nuevos tiempos y a otras formas de elaboración más vanguardistas. La nueva tendencia pone sobre las mesa roscones que prescinden de la fruta escarchada, por una amplia variedad de chucherías: gominolas, espojintas, trastos, o incluso piezas caramelizadas aunque entre los más solicitados se encuentran los que incluyen lacasitos de colores. Los rellenos también varían con cremas pasteleras de mil sabores.
En cuanto al proceso a la hora de comerlo, el ritual sigue siendo el mismo. Hay que contarlo por porciones, según el número de personas que lo vayan a degustar. En su interior se encontrarán dos sorpresas. Por un lado habrá un muñeco o figurita que premiará al agraciado con ser el rey de la casa durante todo un año en que se supone que estará lleno de suerte. La peor parte será para quien saque la haba que en ese caso, cuanta la tradición que debe ser quien pague el dulce. «A mi todos los años me toca pagarlo, o la suerte no está conmigo o mi propia familia debe sabotearlo. Tres años seguidos llevo con la racha, a ver este año si las cosas cambian», apuntaba un cliente entre risas.
Aunque durante estos días todo el que quiera puede comprar ya su rosco, el día por excelencia para hacerse con uno de ellos es la noche del 5 de enero durante la cabalgata de Reyes. «Ese día las colas que se forman son increíbles. Todo el mundo quiere su roscón prácticamente recién hecho. Unos esperan a esa noche para comerlo y otros para merendar el 6 de enero. Nos estresamos un poco por la aglomeración de gente pero lo hacemos con mucha ilusión, vendemos ilusión y ver cómo los niños se van tan contentos, eso no tiene precio», argumentó una dependienta de la pastelería ‘El Colmenero’.
Tras esto solo queda disfrutar y endulzarse la vida con buenos deseos ya que sus majestades nunca dejan de sorprender. Eso sí, tengan cuidado al morder, no vaya a ser que que en uno de los mordiscos se dejen una muela al morder las sorpresa.