¿Qué nos está pasando?
Imaginemos por un momento que entramos en el bar de costumbre y pedimos un vino y una ración de bravas; imaginemos que el camarero nos dice que le paguemos por adelantado lo que hemos solicitado, y que nos esperemos en un lado de la barra sin molestar a que las bravas salgan de la cocina. Seguro que nos sentaría como una patada en los pelendengues, pondríamos al mesonero a caer de un burro y, posiblemente, algo más. Pero si además de todo esto, cuando ya nos hemos sentado y acabado con la consumición, nos dicen que recojamos la mesa y que llevemos el vaso, el plato y los cubiertos hasta la barra para que en la mesa se puedan sentar otros, entonces supongo que el cabreo sería de libro. Sin embargo, ¿por qué no nos cabreamos en McDonald, o en Burguer King o en cualquier otro establecimiento de esas múltiples cadenas de firma Norteamérica cuando nos tratan de esa manera?
Ya es lamentable que la castuza esté haciendo con nosotros lo que le da la real gana, pero que encima las multinacionales a las que damos de comer hagan también con nosotros lo mismo que la castuza, es la prueba más que evidente de la poca dignidad que nos queda como pueblo, y del adoctrinamiento al que hemos sido sometidos. La codicia de estas multinacionales no tiene límites, y no contentos con exprimir a los agricultores o ganaderos españoles pagándoles una miseria por sus productos, intentan además reducir al máximo sus gastos en personal con recortes de plantillas, sueldos bajísimos, y que los clientes trabajemos para ellos.
Parece que se nos ha olvidado cuando íbamos a cualquier gasolinera y sin bajarnos del vehículo el empleado nos preguntaba -“¿Qué ponemos?”, y le decíamos -“lleno por favor”. Era un ser humano, un ciudadano, era un compatriota el que nos daba las gracias. Ahora sin embargo pagas, esperas a que el surtidor quede libre, te sirves, cuelgas la manguera y te subes al coche con las manos apestando a gasóleo. Conclusión, el empleado que te servía el gasóleo o la gasolina… ¡A la puta calle! Y nosotros, a seguir las indicaciones del codicioso de turno, quien ha reducido los gastos de personal, ha ampliado su tienda vendiendo todo tipo de artículos, y ha conseguido que el combustible te lo sirvas tú mismo. Pero, bajo ningún concepto ese autoservicio y el despido de los trabajadores, ha redundado en la bajada del precio del combustible, pues tenemos la gasolina más cara de Europa antes de impuestos.
No hace falta que sea un día festivo, cualquier día de la semana vamos como corderitos a los establecimientos norteamericanos de comida rápida, dónde aparte de la pésima calidad de sus productos, guardamos turno de pie, pagamos, esperamos, llevamos el servicio hasta la mesa, consumimos, y después recogemos los platos de cartón y vasos de plástico que nos dan y los llevamos donde nos indican. Con un par. Pero, ¿qué servicio estamos pagando? ¿Acaso ese local tiene cuatro tenedores o una estrella Michelin por freír unas patatas, una hamburguesa y unas alas de pollo? ¿Acaso lo que se ahorran en camareros lo descuentan del precio? Miren ustedes, en cualquier bar de barrio o restaurante modesto, podemos consumir un menú con bebida y postre, y pagas lo mismo o menos que en esos establecimientos norteamericanos; pero es que además, te lo llevan hasta la mesa en platos y vasos de cristal o cerámica y no de cartón o plástico; lo tomas cómodamente sentado; lees el periódico gentileza del establecimiento mientras te sirven el café y, al final, si todo está correcto pagas el importe y te brindan una cortés despedida para que vuelvas mañana.
A las grandes superficies les debe parecer poco margen el que les queda con los productos frescos del campo, y si no, que se lo pregunten a nuestros sufridos agricultores a los que les han llegado a pagar estas multinacionales a 7 u 8 céntimos de euro el kilógramos de patatas, para después venderlas a casi un euro. Pero hay más; estás empresas ya han empezado a educarnos para que seamos nosotros los que nos cobremos en la línea de cajas; están implantando cajas automáticas de pago, y no nos damos cuenta que allí acudimos como borregos a cobrarnos nosotros mismos sin pensar que ese trabajo lo está haciendo ahora mismo una persona que será puesta de patitas en la calle en cuanto hayamos aprendido a cobrarnos de forma gratuita ¿Acaso hay alguien que piense que porque estas multinacionales se ahorren un dinero en cajeras nos van a bajar los precios de los productos? Pero aunque así fuese ¿Dónde está la solidaridad entre los españoles? En ningún sitio, ha desaparecido, este sistema nos ha desunido, nos ha roto, nos ha separado, y ha conseguido que nos importe un carajo el prójimo, los problemas de los demás y el futuro de nuestra Patria.
Luego tenemos IKEA. Este sí que es el número uno, el “masca chapas”, el dueño del cotarro entre todas las multinacionales que de la mano de la castuza hacen con nosotros hasta la conga de Jalisco. Recorremos el establecimiento por donde ellos quieren y no por dónde nos apetecería a lo mejor a nosotros; diseñan el itinerario con arreglo a sus intereses dando la sensación de que no “puedes” abandonar el establecimiento sin recorrerlo absolutamente todo; elegimos el producto, lo anotamos, vamos hasta el almacén, lo cogemos, lo transportamos y lo montamos. Con un par. Ya sólo les falta que nos vendan mierda en forma de albóndigas o de tarta de arándanos, y que encima nos la comamos. Y todo esto ¿por qué, por el bajo precio? Habría que ver la calidad o la obsolescencia, y si están construidos de madera o de materiales que se asemejan a la madera. Pero, no quisiera desviarme del tema, lo más lamentable es lo que estamos consiguiendo haciéndole el juego a la castuza y a sus amigos codiciosos del capitalismo financiero, porque estamos contribuyendo con nuestra sumisión y nuestro silencio a la destrucción de empleo; estamos contribuyendo a dinamitar la economía local; contribuimos a enriquecer y favorecer intereses extranjeros, que lejos de repartir las ricas plusvalías que obtienen entre los factores humanos que forman parte de la empresa, les pagan salarios míseros, los tienen con contratos basura y, a las primeras de cambio, ¡A la puta calle! Y, ¿saben ustedes por qué? Pues porque en su lugar colocan una maquinita con un sistema informático, y ya se encargarán ellos de que hasta el más inculto de los parias de la Tierra aprenda a utilizarla.
Con inversiones multimillonarias, objetivos alcanzados y millones de euros de beneficio, suelen anunciar las entidades bancarias y las petroleras sus típicos balances. Las cifras que acuerdan dar a conocer a la opinión pública después de cada ejercicio, contrastan negativamente con la política austera de reducir a mínimos históricos sus plantillas, y someter de una manera descarada a sus clientes a tenerse que entender con una computadora. Las jubilaciones anticipadas y los recortes de personal que venimos observando en los últimos años, han reducido a los clientes y usuarios de bancos, cajas de ahorro y estaciones de servicio, a un ejército de robots teledirigidos que hacen sin rechistar todo aquello para lo que se les programa. “Utilice los cajeros automáticos y ponga su cartilla al día; no pase por ventanilla si su reintegro no supera los 500 euros; realice sus operaciones a través de la red; colóquese el guante, sírvase usted mismo el combustible y comunique el número de surtidor en caja; lleve el importe justo o utilice la tarjeta de crédito”. Estos son algunos de los mensajes utilizados para hacer realidad una política de sometimiento claramente vergonzante, aparte de las altas comisiones que pagamos por el hecho de abrir una cuenta.
¿Que nos está pasando compatriotas? ¿Cómo es posible que ante tanta tomadura de pelo, tanta injusticia y tanta tiranía no reaccionemos con firmeza, y sí que lo hagamos con cualquier vecino, familiar o amigo por algo insustancial? ¿Por qué frente a esta “nueva esclavitud” a la que nos conducen estos sinvergüenzas nos quedamos hipnotizados, y sólo reaccionamos -incluso con cierta agresividad-, en el hogar con nuestra familia, en el trabajo o en la vía pública ante cualquier hecho sin apenas relevancia?
No es que nos hayan matado nuestra capacidad de reacción como pueblo, es que nos han dejado sin dignidad y sin alma. Este plan diseñado meticulosamente por la castuza desde hace más de tres décadas está dando sus frutos, y en clara complicidad con la Internacional del dinero y su nuevo “orden mundial”, están llevando a España y a los españoles, como dice Enrique De Diego, a una nueva “esclavitud”.
Tiene toda la razón el autor del artículo; hace un par de semanas han inaugurado un Macdonal´s en mi ciudad; han estado trabajando en su construcción durante dos meses, día y noche, los siete días de la semana para poder inaugurarlo en plenas fiestas navideñas. En Salamanca, estas cadenas pertenecientes a grandes corporaciones y los centros comerciales han arruinado el comercio tradicional que había en la ciudad y en la provincia y, lo más grave, es que ha sido con la connivencia, ayuda y promoción de los poderes políticos. El resultado de todo ello, son calles enteras con casi todos… Leer más »
Pues yo creo que la gente se esta volviendo muy cómoda y ya nos da pereza hasta pensar en que hacer de cena. Todo se soluciona con una hamburguesa con patatas y te quitas de fregar los platos.
Por otro lado mas asco meda la comida china. Sera por las cosas que se oyen, o las que se ven.
http://www.telemadrid.es/noticias/madrid/noticia/inmovilizadas-500-toneladas-de-alimentos-peligrosos-para-los-consumidores
Háztelo tu mismo y saldrás ganando.
Que qué nos está pasando, pues que queríamos caldo y ahora tenemos dos tazas. Es decir, ¡queríamos democracia y modernidad!, pues ahí la tenemos. El artículo está muy bien escrito y estoy totalmente de acuerdo con todo cuanto se dice en él. Alguien se preguntará si podemos hacer algo contra este estado de cosas. Yo creo que por desgracia no. No podemos hacer nada contra todo este deterioro social político y cultural porque es demasiado. Porque nos hemos pasado de la raya estropeándolo todo tanto. Creo, por desgracia, que ya no podemos hacer nada por arreglar todo esto. Y me… Leer más »
Creo tener una ligera idea de lo que nos pasa: El secreto es siempre el mismo, hacerlo muy muyyy despacio, y en otros casos, explotar la “novedad” al implantar los nuevos sistemas. Los que tenemos cierta edad, recordamos el antes y el después de cada cosa que nos han ido metiendo por los ojos y en la cabeza, los de la comida “rápida, explotaron la idea de que era mas económica, y después, muy despacio, ir subiendo el precio, mientras, la gente va adquiriendo la costumbre de ir al burguer, sin darse cuenta ni del precio, ni de que las… Leer más »
Es cierto que hay muchos menús saludables a un precio cercano al de establecimientos de comida rápida, a los cuáles se puede ir también pero desde luego la calidad no es comparable, respecto al servicio aquí sí tengo que decir que los empleados en general son amables y les he visto ayudar y ser comprensivos con los clientes, lástima que como muy bien dice el articulista sean poco a poco sustituidos por máquinas. Lo de las gasolineras…. recuerdo que no hace mucho hasta había veces que el empleado limpiaba el parabrisas y siempre echaban la gasolina, ahora es carísima y… Leer más »
¿Que qué nos esta pasando?, pues muy sencillo que nos han vuelto gilipollas a todos a traves de la caja tonta. ni mas ni menos.
Gracias por el articulo. Un saludo.