Juan Soler.- No es la primera vez que la alcaldesa de Cádiz es fuente de polémica por sus declaraciones. Pese a las críticas de los afiliados a la corrección política, lo que ha dicho la regidora gaditana tendría muy difícil refutación si la verdad real de este país no colisionara casi siempre con la verdad oficial. Las manifestaciones de la alcaldesa y dirigente del PP responden por desgracia a una realidad que se vive en España y, muy particularmente, en una parte de la Andalucía subsidiaria, inmovilista y gandula.

Entre las dusosas virtudes de la democracia española acaso una de las principales haya sido la creación de una masa de votantes que responderían a la descripción objetiva de vagos crónicos. Las políticas sociales en España han servido sobre todo para que el parasitismo sea una forma de vida más. Los políticos se ajustarán al guión de lo políticamente correcto para no desairar a esa masa parasitaria de votantes. ¿Cuántos de esos parásitos españoles que vegetan a la sombra de las ayudas asistenciales disponen de móviles de última generación o llenan sus jornadas ociosas mandando mensajes whatsapp o transitando de bar en bar?

La democracia española ha propiciado la aparición en la escena social de centenares de miles de personas cuya mejor descripción encajaría literalmente en la de vagos y maleantes. Carentes de dignidad y de voluntad de mejora, estancados en la marginalidad porque la marginalidad les blinda de cualquier esfuerzo, compromiso o exigencia laboral, este sector merodea al acecho del dinero público para satisfacer su ociosidad y sus vicios. Dicen no disponer de medios de subsistencia propios, pero tienen contratados canales deportivos temáticos y otros bienes de servicios completamente prescindibles. Recurren a las ayudas estatales pero están a la última en nuevas tecnologías. No resultaría difícil verlos en cualquier acontecimiento o evento festivo de nuestro país. Muchos de ellos incluso viven en infeliz consorcio con las drogas porque aquí somos tan progres y tan buenistas que se les costea el consumo de estupefacientes con tan solo una autorización médica.

Estos detritus humanos constituyen la base clientelar de los dos principales partidos del sistema. De ahí que cuando un político, de forma excepcional, se atreve a poner los puntos sobre las íes, el propio sistema se encarga de su demonización ante la anestesiada opinión pública, como ha ocurrido en las últimas horas con la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martinez. Una prueba más de cómo la mentira se ha convertido en uno de los principales nutrientes de la corrompida democracia española.

Las palabras de Teófila Martínez surgen como respuesta a una campaña en Twitter contra la elección de su consistorio para el ‘entierro de la caballa’, tal y como informan desde Cadizdirecto.com. Durante una rueda de prensa la primera edil gaditana ha señalado que las formas empleadas en la red de microblogging son “una falta de respeto” y ha indicado: “Para mí, lo más llamativo es que hay gente que viene a pedir ayudas al Ayuntamiento para comer y resulta que tiene luego internet en casa. Que sepa yo eso cuesta dinero”.